El jueves tuve que viajar desde Barcelona donde vivo hasta mi natal Cumaná para asistir al entierro de un familiar. Salí un poco antes de las siete de la mañana y al pasar por el distribuidor Fabricio Ojeda que une la avenida intercomunal con Lechería, observé a los sifrinos guarimberos que hace unos días volvieron a pernoctar en el lugar con sus carpas nuevecitas, todas del mismo tamaño, forma y color verde aun con las etiquetas del precio pegadas arriba, lo que evidencia que fueron compradas a un mismo proveedor. A un lado un tarantín donde se venden gorras, botellas de agua mineral, franelas pintadas con lemas alusivos a las protestas contra el gobierno y banderas nacionales de distintos tamaños. ¡Tremendo negocio! pensé, a estos bolsas los está utilizando alguien para llenarse los bolsillos y su disociación es tal que no se dan cuenta. Pero bien, están en todo su derecho de dejarse manipular. Pero lo que más me llamó la atención fue una enorme pancarta que dice: “No tenemos harina pan, mantequilla ni papel toalet, no más colas, no a la Semana Santa”.
Cuando llegué a la redoma de Guaraguao me conseguí con una cola de vehículos, entre ellos muchas camionetas lujosas cargadas con implementos playeros donde se destacaba la infaltable cava. A pesar de la cantidad de carros la cola avanzaba por que cada cien metros había funcionarios de las distintas policías y de la Guardia Nacional Bolivariana que agilizaban la cosa. Así estuvimos hasta llegar a la alcabala de Pertigalete siendo el recorrido normal hasta llegar a playa Colorada y Arapito donde volví a encontrarme con otra cola, esta vez por la cantidad de vehículos entrando a la playa, hasta que por fin tomé la autopista y llegué a Cumaná para asistir al citado sepelio.
El viernes me regresé un poco antes de la salida del sol previendo lo de las colas. Todo tranquilo, casi no había circulación vehicular. Cuando llegué a Mochima eran las seis y media quedando sorprendido al ver el bulevar de las empanadas atestado por no menos de cincuenta vehículos y lujosas camionetas algunas con letreros en los vidrios: SOS, no más balas, paz, no más colas, no a la semana santa. ¡Que cinismo! pensé. Traté de comprarme unas empanadas para desayunar y me fue imposible, en todos los kioscos no había un lugar donde no hubiese una cola esperando turno para ser atendidos, así que opté por continuar y comprar las empanadas a las señoras que venden en las orillas de la carretera, pero me vino a la mente la pancarta que decía que no había harina entonces me pregunté: ¿con que carajo estaban hechas las empanadas que tanta gente está comprando?. Al llegar a Arapito y Playa Colorada observé una considerable cantidad de personas que ya estaban allí y la inmensa cola de carros que venían en su mayoría con destino turístico.
Ya de entrada a Barcelona y pasar de nuevo por el distribuidor de Lechería los niños guarimberos parece que se estaban sacando el ratón, pues un grupo considerable de ambos sexos bailaban al son de un reggaetón con sus respectivas latas de cerveza polar en la mano. Volví a ver la pancarta que aconseja no a la Semana Santa y me dije: Tienen razón, esta vaina no es Santa, es un solo bonche.
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