Delicada la situación por la que atraviesa el Presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, según Time, uno de las cien personalidades más influyentes del mundo y su Gobierno. Situación que se ha agravado desde enero de 2014 para acá a escaso un año del inició de su período. Difícil gobernar en la Viña Política del Señor”, en donde hay de tooodo: privilegiados, demócratas, perros y la canalla.
No es fácil gobernar en un país en donde un grupúsculo de privilegiados, incluso de ascendencia extranjera, y sus múltiples tentáculos, usurpadores del poder durante tantos años a través de componendas políticas, pierdan el control y ya casi no puedan hacer lo que les venga en gana, aunque aún mantengan mucho poder económico y el padrinazgo gringo. Y, mucho menos fácil es gobernar cuando se niegan a tener que dejar ese codiciado poder económico-político en manos de gente común que huele a socialismo. ¡Blasfemia! Arguye la cúpula católica.
Han hecho las mil y una para tratar de salir del Gobierno y recuperar el “coroto” como dirían los seniles politiqueros. Desde elecciones, pasando por golpes de Estado; paros; desconocimiento de las Instituciones; sabotajes mil millonarios con muertos y heridos; guarimbas; terrorismo; asesinatos; atentados; guerra económica; contratación de francotiradores, mercenarios y paramilitares…con cobertura total por sus empresas de información nacionales y foráneas, apoyo de sus sesudos intelectuales y la infaltable bendición cupular, amén.
Gracias a Dios, que respetando las diferencias, los “Demócratas” de ambos lados, gobierno y oposición, han reconocido que es necesario el “dialogo” para poder entenderse y lograr la paz, pero con justicia. El Gobierno reconociendo a la oposición como parte importante de la sociedad. Y, la oposición reconociendo al Gobierno y sus Instituciones, elegido por el pueblo, que es mayoría y como tal, en toda democracia, decide.
“Hay que dejar que los Perros ladren", dice el proverbio árabe, efecto ocasionado cuando se hace algo, ruido, andar, hablar, actuar, el perro por instinto ladra y hasta puede agredir o morder. Semejante es la actitud irracional de los extremos: la del oposicionismo maledicente y perverso con respecto a todo lo que hace el Gobierno ocultado por los medios y que ha hecho mucho daño al país. Como la de los radicales tozudos en cuanto a varias libertades concedidas, muchas, según ellos, inmerecidas.
Y la “Canalla”, personeros que pululan las esferas políticas de no muy claros procederes y que están a la zaga para inclinarse, ídem de la derecha alemana del pasado, la más acérrima enemiga parlamentaria, que aplaudió frenéticamente al diputado socialista y entusiasta orador, August Babel, por su ardoroso discurso y que lo motiva a exclamar con voz pesarosa: “¡Viejo imbécil! ¿Qué has dicho tú para que te aplauda la “canalla?”, causando gran impacto en el auditorio. Cesaron los aplausos, hubo risas, y una gran lección.
Conviene ser cauteloso al momento de hablar en público y/o dialogar y accionar puesto que en determinadas situaciones se pueden poner en la boca palabras o ejecutar acciones que a la final beneficien a aquello contra lo que se lucha y perjudiquen lo que se defiende. El aplauso y el halago, señal de aprobación a lo que se dice o se hace, muchas veces no es sincero. Se dan en busca de prerrogativas, como cumplido. Y, los más fervorosos se dan cuando lo que se escucha o se hace, beneficia a intereses mezquinos. “Porque con ingenio harás la guerra, y en la multitud de consejeros está la victoria”, Proverbios 24: 6.