Cuidado con mis campamentos de paz

Nuestros campamentos son de distracción y fueron pensados en función
de los carnavales y de la Semana Mayor como una forma de atemperar a
la inseguridad y a la escasez de los productos básicos del país y,
sobre todo de llamar la atención al mundo de que nosotros somos
rebeldes de por sí como estudiantes interesados que somos y, fue tanto
nuestro esfuerzo por mantenerlos pacíficamente y en actividades
específicas de rendimiento estudiantil gracias, a los consejos y, a su
buen afán de mantenernos en las calles que se lo debemos a María
Corina y, a Leopoldo López, como dos entusiastas de la unión de la
familia venezolana por su paz como líderes entregados al esfuerzo de
la convivencia de ver para creer y, sigamos adelante.

En nuestros campamentos trabajábamos de noche y dormíamos de día
cuando no teníamos clases que era en general porque, pensábamos en el
futuro del país y, en su gobernabilidad bien diferente a la del actual
gobierno de Maduro que, perdió la calle y nos quiere quitar la
razón-acción de protestar y, en ese cocinar de ideas trasnochadas en
que nos concentramos con nuestros utensilios pedagógicos afinamos la
rutina del día a día hasta llegado el día que esperábamos que no
llegó, pero jamás abusamos en delinquir y hacer las cosas al revés
como sólo nosotros como estudiantes esforzados por el porvenir sabemos
hacer.

Es posible que muchos mal pensados y, generalmente chavistas no nos
entenderán ni nos darán la razón jamas, pero qué se puede esperar de
ellos que, no se han trazado el camino nuestro que está en el caminar
que vamos desandando con pasos agigantados y, gracias a los manuales
que nos entregaron, para aprender más rápido nuestras lecciones de
convivencia competitiva, aferrados al estudio trasnochador que nos
derivara a la comprensión de ser más y mejores ciudadanos como los
futuros líderes de este país que, cada día se desconsuela más de los
que no saben orientar el método del arte de la política sin violencia
que nos una a través del hilo conductor de la sensación incauta,
aunque estemos siempre alejados y, las trabas ideológicas nos
desfiguren la manera de pensar de cada quien como producto de lo que
quiere ser y lograr.

El campamento en Venezuela es necesario y, debe ser obligatorio como
una pasantía próspera y más, para los que se preocupan diligentemente
por este país que, exige con voluntad placentera más entretenimiento
como descanso de labores fructíferas de estar en una aula de clase
como entes pasivos de poca interactividad nada conexa con la realidad
del país sin que nos dejen ponerles los puntos a las íes del
conformismo y, después nos evalúan como corderos embrutecidos sin
derecho a revisión de ordenar las cosas tal cual nuestro provecho y
sentir y, no la de ellos, los justicieros de estampar un número que
mida tu capacidad de desarrollo y, entonces hastiados de tanta
injusticia junta el campamento nos recrea y, nos da otra forma de
vida, aunque no estamos exento de los vendedores furtivos que como
ratas pululan a cualquier hora sin compromiso de obtener lo que te
ofrecen.

Sabemos por utilidad propia como habitante de una carpa de un
campamento determinado que no viene al caso mencionar que, para
ingresar a él el único requisito sine qua non permitido es, no ser
cobarde y, cobarde no se puede ser, por lo que había que afrontar con
entereza, la cruda realidad de un momento que podría ser de por vida
y, el pasatiempo más humano, era drogarnos o festejar las horas vacías
con unos tragos de ron que más bien espiritualizaban la entereza de
ser valientes y te destresaban de la mala voluntad de apatía y, más
que estábamos resguardados por las policías de la gobernación de
Miranda y de los diferentes municipios afines con nuestras ideas,
pero, afirmo que, provocadores no había, ni armados tampoco, y todos
generalmente no teníamos para comprar nada, quizás cobrábamos a
destajo.

La única arma que poseíamos como estudiantes plantado frente a un
destino incierto y desesperanzador era, masturbarnos de fe y rogar por
la ayuda yanqui que siempre está en veremos y que late constantemente
a nuestro favor como indefensos estudiantes que a decir del señor
Maduro somos, unos vándalos provocadores que, no tenemos, lo
afirmamos, un sueño patrio que, nos garantice nuestra apátrida y
servicial función de estar con el capitalismo en todas sus dimensiones
y, que María Corina, sea nuestra mandataria presidencial que en estos
momentos se haya en Canadá triturando al gobierno nacional como sólo
ella lo sabe hacer en este mundo como si fuera la misma estrella de
Belén en fecundidad.

Entonces, amigas y amigos míos, el campamento es una forma de vida que
da vida a los que sueñan con el poder, pero el poder al estudio que
fortifica la dignidad de ser un individuo campamental, entregado a una
borrachera pueril de jugar con las ideas que no se queden en el olvido
de lo mundano sin efecto ni logro de vernos tal cual somos que, a
veces lo que se ve es un espejismo invasor mediático.



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Esteban Rojas


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