La Divina Pastora obró el milagro: por fin la desahuciada oposición encontró el candidato único que la saque de la eterna derrota. Jubilado de sus responsabilidades eclesiásticas, nada impide a Castillo Lara sacrificarse por la patria. Se quedaron con los crespos hechos los que esperaban una carnicería entre los restos de AD, COPEI, PV, MAS, PJ, La Causa R, Ledezma, Álvarez Paz, Mendoza y demás mariscales de la guarimba sin rumbo.
Se trata de una candidatura casi in articulo mortis, pero que llevará algo de paz y la ilusión de unidad a los viudos y huérfanos de la extinta coordinadora democrática. Luego de usar como trapo rojo al “viejito saltarín” –así lo bautizaron los guaros-, al final decidieron hacerlo su abanderado a la presidencia. De ganarle al régimen, será más breve que Pedro Carmona Estanga, pero también más legítimo que el prófugo del 11-A.
Castillo es un facho a quien el fascismo debería jubilar. A cada rato mete o lo hacen meter la pata. Algunos creen que es un invento púrpura del chavismo. Según los sesudos analistas de la oposición, todo eso de las invasiones de edificios y casas fue una estratagema del genio maligno de Juan Barreto para tapar el “colapso” del viaducto. Pues miren, de pronto el “viejito saltarín” profanó el púlpito catedralicio de Barquisimeto y, como poseído por Satán, se disparó a lanzar sapos y culebras ante la misma imagen de la Divina Pastora. El escándalo del furioso prelado eclipsó las expropiaciones y sacó de primera plana y primer plano el tema del viaducto. A raíz de esa ayudita, muchos chavistas piensan votar por el Rasputín de Guiripa.
Detrás del candidato Rosalio está el obispo que se autodefine “salvavidas del 11-A”. Todavía no supera el trauma y la tirria por su salida de la CEV. Poner al anciano Cardenal a pegar lecos bajo el crepúsculo guaros fue, sin embargo, un error. Todo estaba tan cuadrado que casi en perfecta formación aparecieron declarando Lucker y Freites. Nada, la jerarquía se demarcó de los poseídos de Luzbel y, por unos días, el viaducto respiró tranquilo. En lugar de pelearse con estos desaforados, el alto poder debería condecorarlos con alguna de esas chapas que de cuando en cuando entregan los gobiernos.
En cuanto a la candidatura de Castillo Lara, Venezuela toda sale ganando con la escogencia. La iglesia, porque deja de estar aclarando a cada rato que nada tiene que ver con las deslenguadas imprudencias del anciano. La oposición resolvería su crónico problema de unidad y encontraría el imposible líder que lleva años buscando. Y el chavismo tendría la oportunidad de medirse con un nuevo Frijolito, aunque esta vez púrpura, y derrotarlo voto a voto en el marco de la ley. Sin atenuantes.
Una vez consumado este inevitable desenlace, con los viejos partidos definitivamente sepultados y las nuevas organizaciones conscientes de que sólo se hace camino al andar, el anciano y frustrado candidato volverá a su retiro en Guiripa, en busca de la reconciliación con el altísimo y el perdón de la Divina Pastora. Se habrá cerrado así el ciclo de los Frijolitos, el lastimoso caballo púrpura que una vez saboteó las navidades, el béisbol profesional, la industria petrolera, los carnavales, la semana santa, para terminar arremetiendo contra las festividades de la Divina Pastora y de todas las vírgenes. Dios le tenga paciencia cuando le pida cuentas por su atracción hacia lo facho y oscuro.