Para sorpresa de algunos opositores y contentura de otros, Ramón Guillermo Aveledo, secretario ejecutivo de la mentada Mesa de la Unidad Democrática (MUD), anunció su renuncia al cargo que venía ejerciendo desde la fundación de esa instancia de coordinación política opositora, a través de una carta que hizo pública en días recientes; y sobre la marcha su adjunto, Ramón José Medina, también declinó sus funciones.
Aún cuando los partidos opositores al Proyecto chavista han intentado desestimar el efecto que tal decisión ha producido, lo cierto del caso es que la misma es indicativa e inequívoca de la difícil situación que viene transitando la oposición venezolana, cuyos miembros han intentado aminorar o desconocer sus efectos, pretendiendo con ello amortiguar las consecuencias que ineludiblemente se han producido en su base social.
Para quienes le hemos venido siguiendo el paso a las contradicciones que están incubadas en su seno nada de lo que en ese conglomerado político acontece nos puede sorprender; todo lo contrario, en nuestro caso, en diversos artículos veníamos apuntando las diferencias de enfoques y de tácticas políticas presentes en su interior. Tan es así que cuando anunciaron que iban a realizar una “encerrona” para dilucidar sus diferencias, sin tener vocación de pitonisa se podía prever un desenlace como este dado el tenor de las contradicciones actuantes en pugna.
Venezuela no es Ucrania.
Por un lado, la tendencia nucleada en torno al enfoque desestabilizador de López, María Machado y comparsa, auspiciadores de la política que ellos mismos denominaron como La Salida, instrumentada desde comienzos de año, pero preparada con mucha anticipación, cuya finalidad explícita era la exigencia de la renuncia del Presidente Nicolás Maduro, motivándola en un caos generalizado, con barricadas y escaramuzas y constantes movilizaciones populares y estudiantiles, que al llegar a un punto de tensión determinado, y con una opinión pública mundial, mediáticamente condicionada, desencadenaría una situación que conllevaría al derrocamiento del gobierno bolivariano, es decir, ni más ni menos, la aplicación de los manuales imperialistas que han sido orquestado en otras latitudes, el caso más reciente, el de Ucrania, donde su Presidente, Víctor Yanukovich, tuvo que salir del país.
Evidentemente fue un mal cálculo imperial basado en una pésima lectura de la realidad socio-política de la Venezuela Bolivariana. Simplemente en nuestro pueblo no tuvo eco tal predicamento y el resultado de esta desatinada política de la derecha ultra radical fue el fracaso: López preso, sometido a juicio, al igual que varios de sus seguidores, la Machado perdió su investidura parlamentaria, y, lo más importante, la experiencia acumulada y acendrada en el pueblo de que ese no es el camino para dirimir las diferencias políticas (más del 80% de la población rechazó el guarimbeo fascista). El camino que corresponde lo tiene muy bien trazado la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y esa es una idea-fuerza que ha tomado cuerpo en la sociedad venezolana.
La ultra se les impuso
Pero con todo y su fracaso, la fracción propiciadora de esta desacertada política, la más proimperialista, si ello es posible, logró imponerle, de hecho, esta política al resto de la MUD que bien por oportunista omisión o por complicidad silente concertada no le salió al paso, desde un principio, sino cuando ya era ostensible la imposibilidad de que el guarimbeo fascista alcanzara su desmedido propósito.
Esta ambivalencia y falta de claridad y coraje le costará muy caro a la oposición, particularmente al Flaco Capriles que para comienzos del año lucía, por su condición de excandidato presidencial, como el nucleador natural de las huestes opositoras, pero, a estas alturas del juego luce, más bien, como un anima sola y cada vez más desalentada; la renuncia forzada de Aveledo y Medina, obviamente, también, es consecuencia directa de esa incapacidad para sobreponerse a la bizarría prepotencia de López, Machado y comparsa.
Soberbios como son, sintiéndose apoyados por los halcones imperiales, la fracción subversiva de la oposición, antes que asumir la derrota y aprender de la misma, insiste en sus planes desestabilizadores, planteando, ahora, la convocatoria de una asamblea constituyente o de un fulano congreso ciudadano pero siempre dentro de la idea de subvertir el orden político para propiciar la salida de Nicolás Maduro violentando los lapsus contemplados en la norma constitucional; dispuestos están a golpearse, nuevamente, con la misma piedra.
Egos desmedidos
Y la MUD, incapacitada para hilvanar una política propia, no parece tener la coherencia necesaria para levantar una propuesta que le permita salir del marasmo en que la han sumergido los ultras radicales. A pesar de ser gente avezada en el quehacer político, no han sido capaces de desarrollar un programa común, de presentarle al país una propuesta alternativa al Proyecto chavista; ellos mismos se acusan entre sí de estar motivados por ambiciones y egos desmedidos, en los que no tiene cabida el interés colectivo y mucho menos el interés nacional; por eso algunos planteaban que los trapos sucios se lavaban en casa, dentro de la idea de evitar que la podredumbre que los caracteriza saliera a flote, pero, todo ha sido en vano, entraron en barrena, precipitándose en un abismo en el que no se avista el fin.
Las posibilidades de que consigan a alguien que reemplace a Aveledo son bastante remotas, las ambiciones y la falta de claridad política se lo impiden. El único recurso que les queda es el de entenderse en función de las elecciones parlamentarias del próximo año para poder hacer un papel más o menos decoroso. Lo otro es sucumbir a la presión de los ultra radicales de Voluntad Popular, Bandera Roja, Proyecto Venezuela y los desaforados de Vente de María Machado, que más que una salida bien podría ser la entrada a la cárcel o al exilio. Más que chao a Aveledo habría que decir chao a la MUD.