No pocas veces hemos salido trasquilados por no aprender de lecciones anteriores. En oportunidades pareciera que las enseñanzas que en el mundo de la política nos dejó el Comandante Hugo Chávez no quedaron anidadas entre nosotros y se han ido diluyendo con el tiempo. Hago la referencia porque cada día es mayor el regocijo que escucho y observo en dirigentes y militantes chavistas por el zafarrancho que está armado en la MUD y los accesorios que hoy empiezan a formarse dentro o al margen de la misma.
Claro, no es que vamos a andar tristes ni a preocuparnos porque en el escualidismo se caen a pescozones y se mientan la madre a cada rato. Eso lo celebramos, pero no es señal de disminución de su potencial electoral, aunque sí de su fuerza en la calle. Si bien arriba, en las alturas de la MUD, se caen a carajazos, la base antichavista terminará votando a favor de quien salga triunfante del embrollo. Así que nuestra preocupación debe orientarse a gobernar un poco mejor, intentar salir del atolladero en que estamos metidos a raíz de tanta torpeza gubernamental y retornar al camino de la construcción del socialismo, del que en algún momento nos salimos, a lo mejor sin intención de hacerlo, pero si llevados por un equipo económico que le está aceptando demasiados guiños al capitalismo y un equipo político que pareciera querer acallar el descontento chavista usando los métodos del stalinismo, en una mezcla que cuesta una y parte de la otra digerir.
Regocijarnos porque María Corina, Leopoldo López y Antonio Ledesma le andan serruchando las patas a Capriles, mientras nosotros disminuimos el ritmo de la Gran Misión Vivienda, nos hacemos los sordos ante el desabastecimiento, celebramos las colas como una práctica rutinaria, dejamos que los precios suban sin control a fin de bajar la liquidez de dinero en la calle (tesis de algunos de los asesores del camarada Maduro) y nos quedamos en el país de mentirijillas que nos presenta VTV a diario, no nos asegura para nada la permanencia del proceso bolivariano.
¿Qué la MUD se divide? A la final inventarán otro parapeto o la pegan con saliva de cota. Pero tendrán un candidato, así sea maltrecho, maquilladito para que no se le noten los porrazos recibidos durante la refriega interna y balbuceante, lo que poco importa, pues será aplaudido, adorado y endiosado como a un gran orador. El resto lo harán los medios, asesores y publicistas. Y el voto antichavista, que es masivo y, nosotros, desde el gobierno, le estamos dando insumos para que crezca más, votará por él sin hacerse preguntas.
Nunca olvidemos (en el chavismo tendemos a ser olvidadizos) que ellos dicen, juran y perjuran que las elecciones se las roban, que tenemos controlados al CNE, las máquinas, las captahuellas, la tinta, los cuadernos, las papeletas y por eso cometemos fraude en cada proceso electoral; pero, de todos modos, votan a granel, nadie se queda en casa (los nuestros sí, muchos esperan sentaditos en sus hogares).
Nada de ilusionarlos con las peleas en la derecha, camaradas. A lo mejor hasta se caen a plomo en lo interno, pero saldrán a retratarse juntitos, sonrientes y zanahorias.