Baja el telón y se observa un ambiente acogedor y de lujo. Dos personajes que adversan el gobierno están sentados alrededor de una mesa que tiene encima una botella de escocés adulta y unos vasos servidos con hielos y bebida espirituosa. El sitio es una tasca de moda, que a pesar de que dicen que estamos en crisis, aún tiene sus clientes y degustan aguardiente fino y delicateses. En este lugar la conversa en contra del gobierno no se hace esperar.
Personaje I: Compadre no veo la forma de cómo salir de este gobierno, pues nuestra oposición y los que se hacen llamar líderes, son más inútiles que una botella de agua vacía en pleno desierto.
Personaje II: Y lo más grave es que el gobierno anda de victoria en victoria, lo digo por de la ONU y ahora gana su alidada en Brasil, y en Uruguay lo más probable es que gane su candidato.
Personaje II: Qué problema y decir que no hallamos la manera de cómo el pueblo se levante.
Personaje I: Es difícil porque con tantos programas sociales que han puesto en práctica, como demonios lo convencemos de que este gobierno es malo; si tienen escuelas, CDI, pensiones para los viejitos, canaimitas, casas de alimentación, viviendas, mercales y pedevales, y no mejor no sigo, porque hasta mis padres tienen su pensión de adulto mayor.
Personaje II: Sin embargo, aquí lo que hay que ligar es que el petróleo se venga en picada, si es posible que llegue a valer los siete dólares que costaba cuando mandaba la oposición, porque al no tener dinero, no podrán mantener las misiones y muchos menos para invertir, y así el pueblo tiene que levantarse.
Personaje I: También hay que ligar que ese virus que anda por ahí, siga enfermando a la gente y desear que los grupos opositores desaparezcan los medicamentos.
Personaje II: Excelente compadre.
Al decir esto, ambos alzan los vasos, se toman un trago y al unísono gritan: ¡Arriba la Chikungunya y abajo el petróleo!