Hagamos el siguiente cotejo:
IVR:
Torturas, desapariciones y prisiones contra la gente de izquierda; hay pruebas como arroz.
Salarios de hambre generalizada; ahí está el histórico estadístico nacional.
Habitantes en tugurios, ranchos, barrancos inseguros, alquileres especulativos; ahí están las fotos que llenan álbumes en abundancia.
Ínfimos niveles de empleo de mano de obra y de sus recursos complementarios; ahí está el correspondiente histórico y las hemerotecas correspondientes de periódicos que pertenecen tradicionalmente a la derecha, a los medios hoy reiteradamente preferidos por el escuálido(a).
Corrupción generalizada y aconsejada por líderes como Gonzalo Barrios y Arturo Úslar P.; ahí están las grabaciones de TV por donde afirmaban y reafirmaban que ser corrupto era la solución a la pobreza, palabras menos, p. más.
VR
Los derechistas(os)-sic-, mediante chamos, sicarios y terroristas de oficio, asesinan con crueldad * a todo aquel que sea de izquierda, inclusive sin que estos sean del gobierno ni estén robando como la burocracia directiva lo hizo durante la IVR. Hay, ciertamente, corruptos dentro del gobierno, pero son los tartufos y camaleones de siempre quienes atraviesan su fase de transición hacia su desaparición política, luego de estar durante cientos de años al servicio incondicional de mantuanos, oligarcas y reyes de otrora.
Hoy, ser de izquierda y no dejarse llevar por los mensajitos mendaces que pululan en Internet y otros medios afines es convertirse en un despreciado por hasta por los vecinos que hasta ayer te sonreían-hoy lo descubrimos-. Inclúyase parientes de naturaleza inicua. Lo positivo resultante es que al fin se han quitado las caretas y ya uno(a) sabría a qué atenerse.
Corolario: La fulana sociedad civil, léase “derecha servil”-no la alta burguesía en persona ya que ella no tiene por qué mancharse sus manos con sangre proletaria, negroide, inmunda, campesina, indígena y tierrúa-¡Qué horror!-, pero tiene verdugos de la mal llamada clase media[1] que le hacen esos trabajitos directa o indirectamente e, increíblemente, se autoprestan para realizarlo por medio de sí o de terceros; así de alienados se halla desde los tiempos coloniales, esa fulana “sociedad civil”, decimos, comete los crímenes más deplorables: niños, adolescentes, ancianos(as), etc., en consecuencia, si bien el gobierno no persigue ni a sus enemigos jurados, a quienes les ha dado perdón y hasta facilidades para fugarse del país vivos y bien ricos, podríamos decir que casi todo sigue igual. El caso Carmona es emblemático al respecto. Por supuesto hay privados de libertad a quienes los tribunales competentes los han hallado culpables y hasta confesos.
La derecha sigue persiguiendo y matando aun no siendo policía, ni militar ni gobierno, aunque tiene agentes infiltrados, tiene esquiroles y afines con banderita bolivarista y todo.
Que la derecha escuálida afirme y divulgue interesadamente que son "presos políticos", sus mentiras comienzan cuando habla de “presos” cuando esta Revolución sacó esa de su vocabulario y la reemplazó por “Privados de libertad”.
[1] Los miembros de la “clase media” usan esta identidad porque les horroriza ser proletarios(as), así de connotada por la mediática antimarxista ha estado esta palabra que, por cierto, no tiene orígenes medioetarios, sino de la antigüedad remota.