El cinismo de las cúpulas

El “cinismo” originalmente es una corriente de pensamiento derivada del pensamiento socrático que trata de emular lo desparpajado de la vida de un perro: natural, desparpajado, que no deja de hacer lo que desea, aunque entre los humanos trata de no molestar y hasta de ser agradable para sobrevivir.

El filósofo griego Teofrasto retrata a un cínico, antes de Cristo, de la siguiente manera:

“Es un hombre que maldice y tiene una reputación deplorable. Es sucio, bebe y nunca está en ayunas. Cuando puede hacerlo, estafa y golpea a quienes descubren el engaño antes de que puedan denunciarlo. Ninguna actividad le repugna: será patrón de una taberna y, si es necesario, encargado de un burdel, pregonero e incluso, si se quiere, recaudador de impuestos. Ladrón, habituado a las comisarías y a los guardias civiles, a menudo se lo encuentran locuaz, en la plaza pública, a menos que se convierta en abogado de todas las causas, aunque sean las más indefendibles. Prestamista con fianza, tiene además la soberbia de un famoso y no cuesta mucho imaginarlo. Para completar el cuadro, no olvidemos que el cínico deja, sin sentir vergüenza, que su madre se muera de hambre… ”

Hoy, a pesar de la mutación del concepto, cinismo significa desvergüenza, pero en el mentir o en la defensa de prácticas o doctrinas vituperables, y los cínicos siguen siendo capaces de que “su madre se muera de hambre” sin sentir vergüenza.

Esto ha pasado en general en la política moderna, y aún más en la política venezolana, en la IV y en V república. Hoy tanto la cúpula del gobierno como la de oposición practican el cinismo sin ningún disimulo, mienten, engañan, dicen que Ledezma fue apresado con esposas puestas y golpes, o afirman que la muerte del estudiante del Táchira es culpa del imperio, ninguno reconoce errores, y atribuyen todo lo malo al otro, generando hastío en la mayoría de la población venezolana que busca con desesperación opciones políticas sinceras.

El cinismo en política, es considerado por los políticos ignorantes como el “arte” de la política. Asumen estos “políticos de oficio” que hacer política es ser cínico, para así obtener y aún más para preservar el poder. Lo que hoy no comprender los “cínicos” es que cada día más la conciencia política del pueblo, no sólo devela el cinismo, sino que presiona para que existan alternativas ante esta deformación de la política.

La democracia participativa, la organización y articulación popular, la crítica propositiva, y la revolución permanente son el antídoto ante el cinismo político cupular.

 



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Nicmer Evans

Director de Visor 360 Consultores, una piedrita en el zapato, "Guerrero del Teclado", Politólogo, M.Sc. en Psicología Social.

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