Consciente de los esfuerzos que realizan quienes detentan el poder capitalista para desviar la atención de las masas de los temas que realmente las afectan, El Comandante Chávez despertó a las mayorías crónicamente preteridas, estimulando en ellas el espíritu libertario y el interés por aprender y por adquirir herramientas para analizar y comprender la dinámica de nuestra sociedad y del mundo que nos rodea.
En paralelo, los enemigos externos e internos del proceso, conscientes del obstáculo que representa ese despertar para sus planes de recuperación del poder y del control del ingreso petrolero, han venido haciendo todo lo posible por revertirlo.
No han logrado ni lo van a lograr. Pruebas de ello los sucesivos triunfos electorales, el regreso de Chávez a la Presidencia, el fracaso del paro patronal, la elección del Presidente Nicolás Maduro y la contención popular ante las guarimbas y las embestidas de la guerra económica.
Pero sí han logrado desviar el pensar y hacer revolucionario hacia una lucha reactiva, pedestre y cotidiana contra los abusos en la distribución de alimentos y en la fijación de precios.
El enemigo está en guerra y no va a parar. Por ende, el Gobierno y todos quienes apoyamos el proceso revolucionario bolivariano también lo estamos, debemos reconocerlo y debemos prepararnos para combatir en alguno de los tres frentes dominantes en este momento: la "inseguridad", la guerra mediática – económica - financiera y la próxima contienda electoral.
Para ganar la guerra hay que organizarse, identificar claramente al enemigo, conocer el por qué y cómo se manifiesta, entender cuáles son sus objetivos en esta etapa y diseñar un plan integral de ataque y defensa a ser ejecutado por las los poderes pertinentes y los hombres y mujeres, jóvenes y no tan jóvenes del PSUV y del GPP.
No hay tiempo que perder, es demasiado lo que está en juego. El ascenso de la derecha al poder por la vía electoral o violenta implica el triunfo del neo fascismo y del neoliberalismo, la sumisión del país a la voluntad del imperio, la supresión de todos los derechos y las conquistas logradas por los trabajadores y un importante retroceso en la posición soberana y anti injerencista de los países de América Latina y El Caribe.