Al cabo de dos meses para que se lleven a efecto las elecciones parlamentarias del 6D, la suerte está echada, las dos grandes corrientes políticas en pugna, la MUD y el GPP, se aprestan para una contienda que, a todas luces, se presenta con un carácter decisorio en cuanto al destino político de la nación, si acaso, de manera más determinante que con relación a otros procesos electorales.
En Venezuela, cada elección nacional al estar marcada por el signo de la polarización, adquiere una connotación singular en la que se persigue, por un lado, el de la oposición, alterar el orden constitucional acordado por el pueblo, con el advenimiento de Chávez al primer plano del escenario político nacional y, por el otro, desde el campo bolivariano, en el que se propugna, naturalmente, la preservación de ese orden como prerrequisito para la profundización de los cambios revolucionarios que se vienen adelantando en la sociedad venezolana.
Pero es evidente, que esta lid electoral tiene una carga decisoria más pronunciada puesto que quienes adversan el Proyecto de País Bolivariano consideran que la presente coyuntura está revestida de la ansiada oportunidad, la que han estado propiciando desde hace tres lustros, para dar al traste con el sistema político vigente; estos adversarios tanto internos como externos creen que, ahora sí, ha llegado el momento que les hará posible truncar el rumbo trazado por Chávez.
Caldo de cultivo imperial
Los adversarios externos, es decir, los círculos imperialistas y sus operadores de todo pelaje, ubicados en distintos confines, asumen que el acoso de diversa índole al que han sometido al país en los últimos tiempos aunado a la crítica situación económica inducida, en buena medida, por ellos mismos, tienen que haber producido el caldo de cultivo requerido para soliviantar a los venezolanos, propiciando su desapego al movimiento chavista.
Ahora más que nunca la gravitación imperial se hace sentir sobre el escenario venezolano, desde la baja abrupta de los ingresos del país a consecuencia de la afectación del mercado petrolero; el aislamiento que procuran del gobierno bolivariano a través de la destemplada ejecutoria de un grupo de desprestigiados ex-presidentes europeos y latinoamericanos y por organizaciones internacionales sometidas al control imperialista; la operación tenaza, denunciada por Nicolás Maduro, impulsada desde Colombia y Guyana para mantener en tensión permanente a la sociedad venezolana; el contrabando de extracción de alimentos, productos básicos y combustibles y la manipulación monetaria impulsada desde la frontera colombiana destinada a estimular escasez, angustia y zozobra en nuestra población; la despiadada campaña de desinformación y manipulación mediática que el aparato comunicacional al servicio del imperialismo ha desplegado internacionalmente en contra de Venezuela y su gobierno; en fin, toda una articulación de amplio espectro con lo que se pretende debilitar a la Patria de Bolívar, apuntando, con ello, a crear las condiciones que le permitan dar el esperado zarpazo, que le haga posible retomar el control de las riquezas nacionales y apagar la luz de esperanza redentora que ha significado la Venezuela chavista y bolivariana para los pueblos del mundo y, especialmente, el nuestroamericano.
Doble juego
Los adversarios internos, los derechistas de la mentada Mesa de la Unidad Democrática, en realidad poca unida y menos aún democrática, así la delatan sus antecedentes y procederes, concurren al proceso electoral con su doble juego de siempre: si bien, prestos a participar en la contienda electoral no por ello dejan de azuzar la guarimbérica vía insurreccional.
Esta oposición al no estar unida, por lo general, engendra en su seno posiciones disímiles, pero en esta oportunidad ha logrado orquestarse en un objetivo común, aún cuando, hay quienes postulan el predicamento de concurrir a las elecciones para acumular fuerzas en aras de una futura eventual candidatura presidencial, este es el caso del gobernador larense, Henry Falcón y de los grupos que lo apoyan; pero, por otro lado, se encuentra el núcleo duro de la subversión, que es a la que denominamos la paraoposición, ciertamente, con diversos intereses grupales internos, sólo que ahora se ha coaligado conjugándose en una única estrategia política.
Y esto es lo que nos lleva a afirmar que el 6D, la paraoposición viene con todo. El cálculo que hacen estos paraopositores felones es que el gobierno bolivariano con su brazo político, el Gran Polo Patriótico, asediado como se encuentra en el flanco externo por el acoso imperial y, supuestamente, debilitado, a lo interno, por la baja ostensible de los ingresos petroleros, por la aguda situación económica que genera tanta angustia en la población, por la sensación de inseguridad generalizada, exacerbada por las prácticas paramilitares y afectada en la subjetividad colectiva; repetimos, asediado y debilitado, estaría destinado a ser derrotado y hasta derrocado en el marco de lo que está por acontecer en torno al 6D.
Una vez más
Esta paraoposición se alista para ser el ariete imperial. Cuando el 15 de abril de 2013, Capriles llamó a drenar la arrechera, con su Primero Justicia, fracasó al no contar con respaldo popular; cuando López y sus compinches, Ledezma y la Machado, llamaron a la Salida, en febrero de 2014, fracasaron porque sólo contaron con el apoyo de los activistas de Voluntad Popular, ABP, Vente Venezuela y de los renegados de Bandera Roja; ahora vienen todos esos, más los adecos, los copeyanos y sus derivados. Toda una merienda variopinta que el bravo pueblo venezolano sabrá vencer una vez más, porque sabrá imponerse, como Chávez y Bolívar, por encima de las dificultades para preservar los grandes logros que le ha reportado y le depara la Revolución Bolivariana.