Las verdaderas causas de la pérdida de la Presidencia de la República por parte de este longevo diputado.
No fue el destino como afirman los críticos metafísicos; tampoco fue durante los últimos días de gobierno adeco porque ni siquiera figuró como aspirante a ser candidato a la difícil Presidencia que finalmente ganó Chávez, luego que AD se paseó por varios precandidatos y precandidatas a los cuales desecharon como papel tualé, una práctica por demás burguesa y particularmente socialdemócrata y puntofijista.
La causa de esa pérdida de convertirse, por lo menos, en candidato, fue, más bien, una autopérdida anunciada, habida cuenta de que, cuando aquella descarada y megacorrupción cometida por sus compañeritos de partido, con Lusinchi a la cabeza presidencial[1], cuando el tal Ciliberto y otros compinches de la misma pomada fueron defenestrados por el mismo partido AD, dada la inocultabilidad de tamaña corrupción; cuando esta corrupción ocurrió, decimos, él no dijo ni pío por respeto al cacicaje de marras. Claudio Fermín corrió la misma "mala" suerte.
Él, con semejante y tácito apoyo a la corrupción, como cogollo marchito, ya tenía sus días contados como contados resultaron los de su coetáneo y ex popular partido político. Con semejante silencio, con esa alienación política inherente a todos los miembros de los partidos políticos de la derecha, caracterizada por la praxis del "Yo no pienso, yo obedezco a la disciplina partidista", "obedezco a los intereses de EE UU", con semejantes guiones mentales, pues, no se atrevió a cuestionarla ni siquiera de mentirillas como sí lo hizo Luis Piñerúa Ordaz al denunciar la ilicitud de más de 50% de la Deuda Pública, DP completica que luego Lusinchi aprobó sin que se le aguara el ojo.
Como cogollo en vías de marchitarse, si hubiera objetado a esos líderes corruptos a ojos vistas, ya hubiéramos hablado, probablemente, del ex Presidente Ramos en lugar del ridiculizado pentadiputado burgués del mismo apellido, ahora mandado a quemar tal vez inocentemente.
Lo mismo le ocurrió a El Tigre, quien en lugar de denunciar la corrupción y los malos gobiernos puntofijistas, salió tempranito y en ropa íntima a denunciar al rebelde Chávez, por él tildado de golpista, en un fallido intento para que el cacique Caldera lo indultara, luego de que este lo expulsó por "indisciplinado"[2] o "por quítame estas pajas".
Fue esa dictadura endógena que mantuvieron los puntofijistas la que les garantizó a los cogollos su "eternidad" en el mando sólo para los caciques preconnotados como tales. Mantuvieron una juventud boba para que los apoyaran, pero no como relevos generacionales; esa misma juventud que recientemente usaron con el cargo de guarimberos y ahora como bachaqueros .