(“Yo quiero que Maduro concluya su mandado”, discusión con el Lic. Piero Trepiccione)
El presidente Maduro debe permanecer ejerciendo hasta el 2018. Es el deseo de un buen número de venezolanos, nada despreciable por demás. Pues es el único que garantiza la continuidad de la democracia social, participativa y protagónica iniciada por el comandante Hugo Chávez en 1998.
En efecto, a través del llamado “Proceso Revolucionario y Bolivariano” es que muchos ancianos/nas tienen ahora su pensión (familiares nuestros incluso) y gran número de familias sus casas dignas (amigos y compañeros nuestros incluidos), atención primaria en barrio adentro o especializada con los CDI (a los que hemos acudido en nuestras dolencias y nos han atendido mejor que en una clínica), educación gratuita hasta el pregrado universitario (en cuya comunidad trabajamos) como establece la Constitución de la República de Venezuela (1999), entre otros aspectos positivos; pero la crisis económica que padecemos nos tiene a todos con los nervios de punta y muchos creen que es culpa de un hombre: Nicolás Maduro. Saliendo de él por el abracadabra del referéndum revocatorio nuestros males se evaporarán como la niebla en la lontananza y hasta el Guri se llenará de agua bendita.
Los bajos precios del petróleo y distorsión del aparato productivo nacional, entre otros errores por esa ridiculez de expropiar haciendas productivas que luego unos incapaces abandonaron a su suerte porque no saben de gerencia agrícola ni tienen esa cultura organizacional lograda en años; y por otro lado el boicot de las empresas, que solo algunos necios ponen en duda, la presión del imperialismo, entre otros, es interpretada por un sector social, opositores siempre y pertenecientes a la llamada clase media profesional en general, como una ocasión de oro para romper con el proyecto histórico pedagógico que encabezara Chávez. A la que también es indudable que se le ha unido un grueso sector popular, descontento por esta escasez terrible de víveres, medicina, productos higiénicos y pare Ud. de contar… pues todos conocemos esa realidad por experiencia personal.
Eso es así hasta el punto que muchos creen que a Maduro no lo va a tumbar la oposición esa tarambana de guarimberos y sus adláteres de la Asamblea Nacional sino los bachaqueros y las colas, como en cierta narrativa de la Revolución Francesa cuyo eje viene a ser que la razón por la que el pueblo tomó la Bastilla se debió a que muchos creían que ahí estaba la llave que abría la puerta donde las autoridades guardaban el pan.
No se trata de negar la crisis que todos padecemos en tanto que es una realidad que nos golpea a todos, ahora la cuestión es poder entrever cuál es proyecto de país que nos están proponiendo los “revocatoristas” cuyo sustrato filosófico parece ser aquella guaracha cuyo coro dice al unísono “Quítate tú pa´ponermo yo”, pues la renta petrolera la quieren seguir administrando como el Cuarta República, ergo: volver al consenso de las élites mediante la cual la deuda privada de los sectores empresariales la asumía el Estado. Como dice María Guerra, “¿pendejos? Pendejo es uno”…
En ese contexto, uno de los más apreciados politólogos de la comarca larense que se distingue por su moderación y buen juicio frente a la actual conflictividad social ha señalado que “Venezuela necesita válvulas de escape” (Piero Trepccione: “Venezuela necesita válvulas de escape”, en: El Impulso, Barquisimeto, 16 abr 2016), uno de ellos es precisamente el referendo revocatorio como una forma de “… escuchar las voces de aquellos que piensan diferente a los que ostenten el gobierno en un momento determinado. Esto es clave, si pensamos en procesos de oxigenación necesarios para mantener la vitalidad democrática por largo tiempo. No hacerlo, implica generar acumulaciones de frustraciones colectivas que de proporciones minoritarias, llegan a convertirse en verdaderos tsunamis que culminan con saldos enormes de malestar” (p. A 4).
Pero donde el joven científico social y distinguido director del Centro Gumilla de Barquisimeto, Lic. Piero Trepiccione resbala y pierde la dulzura de su carácter, como decía entre bromas Humberto Beto Perdomo, recientemente fallecido, viene a ser en su texto “Venezuela en medio de un estallido social” (El Impulso, Barquisimeto, 30 de abril de 2016, p. A 5). O como fuere, constituye un suelto periodístico duro por su carga valorativa, trata de los supuestos saqueos que se produjeron en Maracaibo el 27 de abril y se va, por así por el famoso camino de la doxa, la apreciación subjetiva y la escasez de fuentes en que apoya su “cogitancia” (de cogito, ergo sum, pienso, luego existo, de Descartes, ojo), note el lector:
“…Públicamente se percibe en las calles un rechazo a las políticas aplicadas de ahorro eléctrico, falta de agua, suministro de gas, entre otras que, a su vez han convertido este país en un casos social”, luego viene esta otra perla: “Se acentúan los saqueos, protestas, violencia. No fue suficiente la aprobación y la entrega de las planillas para el Referendo Revocatorio, las personas quieren comida, viviendas dignas, seguridad y una inmensa lista de cosas que se han pedido durante el Gobierno que ha presidido durante 17 años”, (Tripiccione, ob cit).
Ah, pero nuestro científico social no explora otras variables, craso error, ¿son realmente 17 años de gobierno sin tropiezos los que tiene el chavismo? Nuestra sacrosanta oposición seguramente ha respaldado las mejores políticas públicas, ¿y el golpe de 2002? Ah, ¿y el paro petrolero de 2003? ¿Y la descarada actuación de USAID a través del Pito Tv con la que el Centro Gumilla de Barquisimeto tiene una alianza estratégica? Ergo, ¿la CIA no han actuado y actúan como Pedro por su casa en Venezuela? En los saqueos de Maracaibo, que Ud. analiza con la competencia y relevancia necesaria, ¿no fueron promovidos por factores extraños, como denunció el presidente Maduro en su ocasión?
Finalmente, repite Ud. además, mi distinguido amigo un criterio de autoridad sostenido por una alta autoridad eclesiástica en la misa de recepción de la Divina Pastora el 14 de enero del corriente 2016, a saber que el panorama de Venezuela es negro, pero en su paráfrasis escribe que: “El contexto que abraza nuestro país es sombrío”, (Trepiccione, ob cit).
Se equivoca Ud. igualmente cuando afirma entre veras y bromas se pregunta sobre: “¿Qué pasará con Venezuela? Solo Dios y las firmas del Revocatorio lo saben”, (ídem); cómo le explico si lee a don Mario Bunge en su famosos opúsculo de los años 70 “La ciencia, su método y su filosofía” o más recientemente a Hernández, Collado y Sampieri (2014) en su “Metodología de la Investigación” podrá advertir, como seguramente sabe, que uno de los atributos de la ciencia es su carácter predictivo, de donde se tiene que solo en una bagatela periodística cabe eso de dejar a Dios o al albur la comprensión del comportamiento de un sector tan importante de la sociedad como es la política; aunque a decir verdad, ya había predicho el curso a seguir para conducir los cambios de Venezuela en paz:
“¿Qué necesita el país para volcar esta situación a su favor?, estar unidos, indican los políticos, bien sea del oficialismo o de la oposición, pro, ¿realmente estamos juntos?, estos días han sido cruciales para el siguiente paso que dará Venezuela, no importa quién, ni como, pero los venezolanos no quieren más declaraciones, quieren hechos, quieren alimentos y muchas otras cosas básicas para el día a día de las personas”, (ídem).
Pero ¿la otra opción no es válida? Esto es, parafraseando a aquella señora con respecto a Chávez, “Yo quiero que Maduro concluya su mandato”… porque es el único que garantiza la continuidad del proyecto de Chávez, ¿no podemos unirnos todos en torno a ese proyecto histórico-pedagógico? Ah, que tenemos grandes dificultades, bueno, es cierto, pero ¡aquí nadie se rinde!…