Las horas previas al 1 de septiembre han sido de gran incertidumbre social en Venezuela, los rumores y las especulaciones le han tomado el pulso a los puntos ciegos que dejan los discursos de los bloques políticos en conflicto, mucha gente espera un paro de transporte o del suministro de alimentos, otros parten porque se implementará un golpe de estado por parte de la derecha, palabras van y vienen poniéndole más calor al clima político en el país. Lo que en definitiva dibuja el prefacio de un enfrentamiento franco y abierto.
Con la iniciativa política a favor, basada en la percepción negativa de la opinión pública mayoritaria, la derecha escoge esta fecha para impulsar “la toma de Caracas”, lo que representa un nuevo ciclo de ofensivas, con el enunciado de forzar la salida del gobierno de Maduro.
El gobierno por su parte ha activado todas sus alarmas, el presidente Maduro ha llamado a “no subestimar las acciones de la derecha” y en los días previos han denunciado la existencia de un plan violento dirigido por el partido Voluntad Popular, en los que se han encontrado armas, explosivos, paramilitares entre otros elementos conduciendo a la detención de los dirigentes de este partido de derecha vinculados en la conspiración.
Hemos afirmado en documentos anteriores que la fortaleza de la derecha no reside en la organicidad y despliegue de su base social, sino que su estrategia consiste en volcar a la mayoría de la opinión pública nacional contraria al gobierno hacia una batalla electoral (o de firmas en el referéndum) o en una solida base de apoyo a la intervención internacional llamada “humanitaria” impulsada por el imperialismo.
Pero nunca la opinión pública puede superar a fuerzas activas, organizadas y desplegadas como las tiene el chavismo, tampoco una fuerza política minoritaria (la MUD) puede invocar en una sola marcha a que la opinión mayoritaria apoye una acción de fuerzas que goza de gran rechazo; eso sería arrojar a las mayorías disgregadas al chavismo y ocurriría una respuesta similar a la del 13 de Abril.
Entonces, aparentemente la MUD no tiene otra opción como lo ha dicho el dirigente opositor Chuo Torrealba que acudir a la estrategia basada en la democracia, electoral, constitucional y no violenta. Esta vía tiene una fecha prevista por el CNE que consta de tres días entre el 24 y el 30 de octubre, pero de aquí surge la pregunta más resaltante de la coyuntura, teniendo como base la ultima recolección de firmas del 1%, en donde la oposición solo pudo recabar 399. 412 firmas, cuando habían esperado más de dos millones, ¿puede la MUD en tres días, recoger 4 millones de firmas? Tal pregunta no puede sugerir una respuesta fácil, obvia, total o definitiva, ciertamente la MUD hoy no puede asegurar pasar esta prueba.
Si la respuesta fuera afirmativa, entonces el 1 de septiembre es el inicio necesario de una gran campaña de presiones para sacar a su base social de la cotidianidad de los problemas económicos y convertirlo en un gran movimiento de firmantes que logren deslegitimar al presidente Maduro.
Si la respuesta se pre-concibe como negativa, entonces es probable que la “toma de Caracas” tomará la forma de un movimiento de guarimbas que agudicen la situación social e invocando “la crisis humanitaria” estas acciones culminarían con un gran desgaste social y la intervención imperialista doblegando a los militares y fuerzas populares chavistas, nacionalistas e institucionalistas.
En todo caso, esta pugna avanza hacia un período de definiciones, si la MUD acude a la recolección de firmas y logra vencer, esto colocaría en una delicada situación política y de legitimidad a las fuerzas revolucionarias, pero si la MUD acude y no logra recoger las firmas, tal hecho sellaría el fin de la ofensiva de la derecha, por otro lado si la derecha se vuelca a la insurrección es muy probable que sean derrotados, perdiendo la opción inmediata del revocatorio. Mucho está en juego y como se ha mencionado mucho en estos días, Rondón no ha peleado!
