Al analizar el proceso político en Venezuela, encontramos que los actores oposicionistas adolecen del talante democrático que debe caracterizar la actuación de cualquier dirigente que pretenda ejercer algún tipo de liderazgo social. La mayoría tienen un profundo desprecio por lo diferente y la diferencia, esa es la base del racismo social y de la práctica excluyente y autoritaria.
Su obsesión es la toma del poder político de manera inmediata, desconociendo el marco constitucional y la legalidad. No tienen un plan político electoral. Su plan es barrer con las instituciones surgidas del proceso constituyente de 1999. Su plan es borrar con el proyecto histórico, social y cultural que emergió como alternativa, al modelo puntofijista, en las postrimerías del siglo XX: El chavismo y lo que éste representa desde el punto de vista simbólico social y cultural. Su plan es borrar en el imaginario social y colectivo de la sociedad venezolana las ideas de cambio e igualdad social y política. En definitiva, la MUD y sus acólitos avivan el racismo, el individualismo, la violencia, la discriminación étnica y política.
La Convocatoria del 1 de Septiembre y el discurso que los moviliza están impregnados de estos elementos. La inmediatez de sus objetivos sintetiza la obsesión por el poder. Para ellos, "Se inicia el fin de un ciclo y el renacer de una nueva Venezuela". Un día es suficiente para borrar años de construcción histórica, al margen de los errores cometidos, las dificultades y omisiones, se empeñan negar cualquier logro o alcance del gobierno. La arenga a sus copartidarios se fundamenta en ese imaginario. Un simple recorrido es suficiente. EL desconocimiento y la invisibilización de los otros se refuerza.
Han concebido la manifestación del 1 de septiembre como la batalla histórica y decisiva para derrocar el gobierno constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, discursivamente han transmitido esta idea a través del aparato mediático local e internacional. Comunicacionalmente hacen énfasis en ello. Se apoyan en el descontento de importantes sectores medios y populares, como consecuencia de la crisis económica y social, la cual se ha convertido es un instrumento movilizador. No obstante, no hay planes ni objetivos concretos que apunten al desarrollo de un modelo de sociedad democrática cualitativamente superior a la que se ha impulsado hasta el presente, por el contrario, el discurso centrado en la descalificación y desconocimiento del chavismo como fuerza social y político acentúan el riesgo de confrontación y violencia. Sueñan con el retorno al pasado. El inmediatismo de su política, una vez más, llevará a la frustración a estos sectores que, manipulados y engañados, por ese mensaje creían que al final del día estarían celebrando en el palacio de Miraflores la juramentación de un nuevo gobierno, y con ello, el inicio de la restauración neoliberal conservadora. Objetivo estratégico en el que la llamada clase media opositora, sólo es un simple instrumento en el juego geopolítico del imperialismo y sus aliados internos.
No dejemos sorprendernos, la ofensiva de la derecha internacional avanza en el continente. Corresponde a los sectores revolucionarios y patrióticos hacer una correcta lectura de lo ocurrido, para analizar en su justa dimensión el alcance de las movilizaciones y los pasos a seguir en los próximos meses para preservar la paz y responder con eficiencia a las justas demandas del conjunto de la sociedad.
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