El Nacional de este domingo ha puesto en bandeja de plata la pregunta con la que los periodistas "patria o muerte, venceremos" (denominación que tomo prestada de Clodovaldo Hernández) han de encarar al excluyente trío de Petkoff, Borges y Rosales.
Pero antes de abordar sobre la pregunta de marras, una digresión para hablar de la petulante actitud marginatoria de Petkoff, Borges y Rosales.
Ellos tres y después la chorrera de candidaturitas. Raro que William Ojeda no ha dicho esta boca es mía, ni Cecilia Sosa haya edulcorado una recriminación, ni se le haya escuchado al cura Calderón maldecir un comentario. Más extraño todavía que el aparataje mediático no haya estigmatizado ese convenio de tres, que deja de lado, incluso, al magnate de Digitel, que tampoco suelta su queja. En nombre de la oposición, el trío de tendencias opuestas se sienta a hablar y exigirle al CNE. Bueno, así era hasta que Teodoro rehusó pisar la trampa de las primarias.
En fin, que este domingo, en la página 4-A de El Nacional, queda revelado que detrás de la posibilidad de lograr un candidato único opositor está un tal Dick Morris, a quien se le atribuye la hazaña de haber hecho cosas para que Felipe Calderón obtuviera la cantidad de votos que lo tienen en el umbral de la presidencia mexicana.
El Morris –si hemos de creer en el reportaje- no es un iniciado en las elecciones de México. Se le concede igualmente el trono detrás de los bastidores en todas las victorias electorales y políticas de Bill Clinton (incluyendo el asunto Lewisnki). El uruguayo Jorge Batlle también habría logrado las mieles tras ponerse en las manos de Morris.
Otros milagros del estadounidense Morris son: Fernando de La Rúa en Argentina; Víctor Yuschenko en Ucrania también sorbió los consejos del asesor, quien asimismo montó en su tren de éxitos al mismísimo Vicente Fox.
Como no cabía esperar de otra manera, este monstruo electoral fue solicitado por la oposición venezolano (¿o habría que decir que les fue enviado?). Dicen que Morris llegó a Caracas en febrero e inmediatamente estableció contacto con una empresa encuestadora para realizar el trabajo de campo que le permitiera obtener un diagnóstico inicial riguroso. Nunca se relacionó con pre candidato alguno.
Morris regresó en julio a evaluar los resultados, y rápidamente lanzó una primera hipótesis, la cual defenestra a Petkoff, Borges y Rosales, pues el asesor sentenció que para vencer a Chávez había que inventar un "nuevo" candidato, un desconocido, un outsider.
Tal propuesta tenía como base de sustentación un comentario atómico: "Yo estoy acostumbrado a hacer milagros, pero de verdad que acá se necesita mucho más que eso", dice El Nacional que reconoció Morris la semana pasada.
Huérfano de mejores ideas, el consultor dejó saber que ese outsider debía apelar a la misma estrategia por él desarrollada para la campaña de Felipe Calderón: convertir las fortalezas del otro en debilidades. Bueno, soplar y hacer botellas.
Las conclusiones de Morris, además de cómicas, dejan completamente por fuera (¡cómo no!) a Petkoff, Borges y Rosales. La propuesta inicial es que el candidato debe perfilarse al alcalde Leopoldo López, al precandidato Roberto Smith y a un ex dirigente de la juventud adeca: Augusto Uribe, un señor que conduce un programa en Globovisión Llamado "Habla la calle". Este es el desierto.
Otras conclusiones de la encuesta sobre la que basó Morris sus análisis: Tales las condiciones actuales ninguno de los candidatos en carrera es capaz de derrotar a Chávez. Y dos, Chávez está hoy en día más poderoso que nunca.
Así las cosas, la pregunta patria o muerte de este lunes debería estar dirigida en querer saber qué piensan Petkoff, Borges y Rosales sobre las conclusiones de un hombre tan universalmente exitoso en la política como Dick Morris.
Por cierto, ¿en qué momento de la vida perdió Teodoro su condición y vocación de outsider? ¿Le habrá pasado por estarse juntando y retratando con la rancia derecha?
A menos que el delirio propio del ocaso lo hagan permanecer en la terquedad, el estudio de Morris debería suponer el abandono (un tirar la toalla desde la esquina) de Teodoro. La realidad es demasiado demoledora como para persistir en el ridículo.
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