A mediados de la década de 1980 nos volvimos lectores asiduos del diario El Nacional. Antes lo éramos de El Impulso y el Informador de Barquisimeto, pero hubimos de trasladarnos a Caracas. Poco a poco el periódico de Miguel Otero Silva se fue convirtiendo en nuestra fuente de distracción y medio óptimo para articular la realidad sociohistórica inmediata desde una perspectiva crítica, entonces como ahora no exenta de contradicciones. Demandas sociales y conflictos eran frecuentes y buscábamos opiniones plausibles, más allá de las cabezas parlantes del noticiero de VTV y la propaganda oficial , en general dirigida por esa estrella de la entrevista que es ahora don Carlos Croes, gobierno de Lusinchi mediante.
Considerábamos, vaya por Dios, parte de nuestra educación (informal o no formal) leer aquel periódico inmenso, entonces de cuatro gruesos cuerpos que eran devorados con fruición. A eso de las 10 de la mañana, 3 o 4 de la tarde en el escaso tiempo que dedicaba a la merienda el apretado horario de la comunidad religiosa donde vivíamos permitía hojear al menos aquellas páginas "progresistas", si entendemos por tal lo que suele conocerse como neomarxismo, materialismo histórico o algo así.
Colaboradores de las páginas de Opinión o Cuerpo C 1 hacían parte de la élite cultural del país, como nos enteraríamos más tarde. Sus artículos o crónicas eran en verdad una delicia y tal vez sin proponérselo muy seriamente como parte del currículum oculto aquellos italianos rigurosos, discípulos de Santiago Alberione (1884-1971) daban esas libertades (élite progresista del libro y la revista de orientación cristina católica que también eran la mayoría) y dejaban sobre la mesita del recibo esa suerte de imago mundi.
Quien tuviera atisbos de curiosidad intelectual podía acomodarse en las butacas y sumergirse en aquellas páginas o revisar apenas, cada cual según sus gustos, los titulares de la representación del mundo, más allá de "La Imitación de Cristo" del inefable Tomás Kdempis, ya que la evangelización de la cultura exige estar en comunión con Cristo y con el mundo. No por nada la revista española "La Aventura dela Historia" ofreció en su número 23 (marzo de 2001) un "Dossier" titulado "Hace mil años los monjes hicieron Europa", destacando con ello el rol de los religiosos profesos como conservadores de "… la cultura clásica, ordenaron todos los conocimientos de la época, crearon escuelas artísticas y musicales, pusieron las bases del progreso agrícola, organizaron las beneficencia y la asistencia hospitalaria" (p. 63).
Como fuere, la cháchara anterior viene a cuento porque esta nota propiamente fue motivada por la actitud a todas luces tarambana de la mayoría opositora de la AN y auspiciada por sus aliados externos, en particular al aprobar un adefesio jurídico que la historia habrá de recordar no sin asombro, por ser de igual tenor que el famoso Decreto Carmona de 2002, porque sin parar mientes se "echa al pico" a todos los poderes públicos, desde el presidente de la república para abajo, con el agravante que hoy no está ya el Dr. Jorge Olavarría para oír su indignada argumentación por tal barrabasada ("Cómo es posible semejante estupidez, ¡hazme el favor de ver!"); sino la lengua de trapo de Ramos Allup. Trapo sucio, por demás. También está Nicmer Evans, el guerrero del teclado que ahora sí es verdad que está volteado moviendo sus paticas cortas como morrocoy accidentado en el patio, junto a su grupúsculo "Marea Chimbista", otra pantalla de la MUD o de la NED-USA.
Pero en fin, el acuerdo de la AN presenta unos considerandos que son para coger palco, harto difíciles de hacer efectivos y su fuerza legal se torna ineficaz porque el órgano que los emitiera está sub judice, aunque hubo diputados que con lenguaje grandilocuente expusieron hilachas de argumentos jurídicos y cómo iban a liderar masas, como Ghandi en la marcha de la sal; pero lo cierto es que cuando un grupito le metió las cabras en el corral, mujeres principalmente, se quedaron fríos, mirando para otro lado como chivo comiendo mamón.
Eso nos trajo a la memoria un viejo artículo del referido diario El Nacional de aquella época de la década perdida de 1980, escrito si no nos equivocamos por el académico de la lengua don Mario Torrealba Lossi que llevaba por título "Debajo de un considerando me puse a considerar", (o sería ¿"Debajo de un considero me puse a considerar" y su autor fue el jurista Tulio Chiossonne?), ya que el Decreto del turco puso a muchos a "considerar" cómo es la convivencia en democrática ciudadana y colaboración de los poderes.
Sea como fuere y más allá de cualquier extremismo, estamos de acuerdo con lo que señalara recientemente del sociólogo Leopoldo Pucchi, a saber que en Venezuela sólo el diálogo podrá desarrollar unos consensos básicos tipo ganar-ganar y establecer así lo que da él mismo en llamar "cohabitación" (Últimas Noticas, Caracas, 27 de octubre de 2016), una experiencia que nos hace recordar borrosamente las experiencias de lecturas sobre el socialismo democrático europeo de los tiempos contemporáneos, "ochentosos", con especial referencia la Francia de Mitterrand , España de Felipe González o Noruega de Alof Palme, entre otras realidades del Eurocomunismo, seguramente.
De lo contrario tendremos no solo a los tarambanas de la mayoría opositora de la AN y sus aliados extraterritoriales llamando a la violencia o la reacción de las fuerzas desbocadas. ("Unidad, unidad o la anarquía nos devorará", se lee en un libro de Pensamientos del Libertador). Aunque vimos muy bien a Jorge Rodríguez en los jardines del Palacio Federal mandando a retirada a una poblada que arriesga todo por defender su Revolución Bolivariana y no se la van a dejar quitar así como así, aun con las fallas que son evidentes; pero es que como dicen: "El que pierde lo que tiene a pedir se queda", por eso en buena parte de la población venezolana se ha instalado un imaginario social donde sólo la revolución bolivariana garantiza los derechos del pueblo, lo contrario es el abismo neoliberal tipo España, Perú, Chile y Argentina de los días que corren.