Por años y durante cada mañana, los ciudadanos venezolanos y de otras regiones de Latinoamérica y creo que en el mundo, vienen siendo bombardeados por dos mangas –como dice Pepe Mujica- de sujetos insensatos, incapaces de producir un hecho concreto físico, cierto, comprobable y que beneficie a las sociedades y a sus millones de integrantes:
Los charlatanes del zodíaco y los economistas de la Derecha (uno de ellos hablaba por televisión, este viernes, cuando escribía este artículo y recibía el título de sicario económico) son esa especie de seres, más imperfectos que la mayoría, de los que se vale la Derecha nacional e internacional para fortalecer el modus capitalista en nuestros países.
Los primeros de ellos o ellas, asoman bastante temprano en los televisores de la ciudadanía, como para que la gente salga de sus casas al diario trajinar con la mentira entre ceja y ceja que le restregaron minutos antes.
Pero como se trata siempre de lavarse las manos y de que no les echen las culpas, los o las charlatanes o charlatanas, apelan a unas cartas y le dicen a los tontos que suelen escucharlos, que el ahorcado o el loco del tarot, son los que le han echado esa vaina de que vigile más a su esposa o esposo porque hay cachos a la vista, aunque ninguno de los dos sean ganado vacuno.
Este es un diario repetir en que le dicen a la gente que le irá mal, bien o regular y hasta que la fortuna le está sonriendo. Por supuesto, no faltarán los baños con ramas de alelí, romero con canela y hasta sábila. Y si el asunto no les resulta a los fieles tragadores de cuentos y mentirillas de todo color, es porque no han seguido las instrucciones que les han dejado con los números.
Como se aprecia, medio que se respete tiene que tener a un mentiroso perfumado cada mañana para que le meta a sus televidentes en las cabezas un cofre de mentiras y les siembre unas esperanzas que aparentemente están fundamentadas en los dioses y los astros le tienen reservado.
A esta hora siempre me estoy preguntando cómo hacen las o los charlatanes para comunicarse con los astros o los inalcanzables dioses. ¿Qué línea satelital utilizarán?
Los sicarios económicos de la Derecha constituyen la otra manga que miente a diario y a rajatabla. Son capaces de emplear las más variadas teorías de los impulsores del capitalismo, con el inefable objetivo de intentar confundir a los ciudadanos.
Son portadores de las rancias costumbres del mercantilismo sembrado por los atrasados españoles, resto de europeos y estadounidenses, cuyo claro fin es de sembrar entre los ciudadanos que la inflación es causada por los gobiernos, que los aumentos salariales a los trabajadores generan inflación, que las pensiones deben estar en manos de empresas integradas por profesionales que si saben lo que hacen (¡Como la organización chilena que está siendo protestada!) de lo contrario deben ser disminuidas, porque son un costo, que el Estado debe privatizar la educación, pues no debe ser gratuita, que hay que privatizar empresas como Cantv, Metro de Caracas, Hidrocapital, Corpoelec y el resto de las más importantes empresas del Estado.
Estos sujetos –algunos se vendieron en el pasado como gente de izquierda- son los que los medios de comunicación suelen mantener en la palestra pública para que repitan una y otra vez la sarta de mentiras que vienen repitiendo hace años. Mientan como sea, lo importante es echarle la culpa a la Revolución Bolivariana.
Son unos mentirosos tan descarados que se atreven a acusar a los gobiernos de emitir papel moneda sin soporte (aunque Venezuela y otros países tengan suficientes recursos Para avalar sus economías) sin embargo, penosamente callan frente a la emisión permanente de dinero que hace la Reserva Federal de EE.UU, una institución privada que nunca muestra ni habla del soporte que tiene, sino una maquinita para hacer dinero.
Esto es, lamentablemente, lo que soportan los ciudadanos venezolanos, que todavía siguen sin darse cuenta de que son montados en una olla que echa mucho humo, pero sin mostrar su contenido, por lo general, se trata de una ola de banalidades y mentiras, las mismas que soportan un andamio que está por caerse.