El odio

Son diversas las conductas de las personas que son infundidas o inoculadas con la certeza que tales comportamiento es algo natural. Por ejemplo muchos venezolanos ingieren pan, desconociendo que este alimento fue impuesto por el conquistador y el colonizador español para enriquecer las empresas de la península. Del mismo modo como los gringos habituaron a muchos niños y jóvenes a desayunar cereal con leche y también a ingerir sándwich de jamón y queso, sin pensar que tal ingesta es una comida carente de nutrientes. La mayor parte de nuestra gastronomía ha sido introducida por agentes extranjeros, de igual modo puedo afirmar lo relativo a la manera de vestir, de escuchar música, de disfrutar la literatura, de practicar la religión, entre tantas prescripciones a las que nos sometieron ajenas a muestra voluntad.

No solo ciertas conductas son producto de una coacción que en ocasiones la gente lo atribuye a la tradición. Lo mismo ocurre con nuestros sentimientos. Las personas son muy vulnerables ante agentes externos que nos dictan cómo debemos sentir y cómo expresar dichas emociones. Uno de estos es el miedo. Somos temerosos ante las serpientes porque nos enseñaron que estos reptiles son peligrosos, de igual modo le tememos a las tarántulas porque nos metieron en la cabeza que estos "bichos" son venenosos. Algo parecido ocurre con las ratas, la mayoría de las personas creen que todos estos roedores provienen de los albañales, sin pensar que muchos de esos comen vegetales y que, al igual que los conejos, constituyen una apetecible comida en otras comarcas. Son diversos los sentimientos de las personas que son manipulables e impuestos por emisarios externos como por ejemplo el racismo; la felicidad, dado que tal estado de ánimo lo asociamos con el consumismo y la riqueza. Hasta el amor, la forma de expresarlo durante diversas épocas fue impuesto por el romanticismo literario (siglo XVIII). Ciertamente ya los jóvenes no comunican tal sentimiento como lo hicieron Romeo y Julieta, ni como Tristán e Isolda, tampoco le componen a su pareja una oda como las escritas por Bécquer. No imagino a unos jóvenes de esta época bailando un regatón o perreando mientras el chico extasiado le recita a la novia un poema romántico. Son otras formas de cortejar, igualmente impuestas por especialistas del comportamiento.

Uno de los peores sentimientos que ha sido inoculado o trasmitido a millones de personas es el odio. Entendiéndose por este el sentimiento de profunda antipatía, disgusto, aversión, enemistad, repulsión (con o sin motivo) hacia una persona, cosa o fenómeno, acompañado con el deseo de evitar, limitar, destruir al sujeto u objeto odiado. El odio es un sentimiento procedente de la elaboración a través del pensamiento, de la emoción que conocemos como ira. De acuerdo con esto, al instaurar el odio como un pensamiento elaborado quiere decir que no nació con nosotros, que es el cerebro de la persona el que confecciona este sentimiento destructivo y generalmente, dicha predisposición proviene de agentes externos.

El problema de los sentimientos en si mismo no es la dificultad, el inconveniente se hace presente por las conductas que generan tales impresiones. El miedo hacia una serpiente es, por ejemplo, que una persona temerosa a estos reptiles puede morirse de un susto ante la presencia de una boa o una pitón que no son venenosas. Su terror proviene de un sentimiento inoculado, es decir, su cerebro ha sido pervertido y contaminado por un agente externo.

Actualmente existen diferentes medios para transmitir una enfermedad contagiosa, y el odio es una de estas enfermedades que puede tomar carácter endémico. Repito, el inconveniente no es el sentimiento en si mismo, lo peligroso es la reacción del individuo poseso de esta emoción que puede convertirse en un fanatismo ciego.

Actualmente en Venezuela existe, en cierto sector del país, sobre todo en la clase media, una epidemia de odio desatada e inoculada durante dieciocho años por los medios de comunicación de masa en todas sus versiones (radio, prensa escrita, televisión y redes sociales), además por agentes nacionales e internacionales dedicados a desprestigiar los líderes de la Revolución Bolivariana y a invisibilizar las obras de los gobierno de mi comandante Chávez y del presidente MM.

Los medios de comunicación de masa están consagrado a demonizar los líderes de la revolución bolivariana tratándolos de dictadores, corruptos, enchufados, criminales, torturadores, narcotraficantes, tiranos, sin presentar alguna prueba, entre tantos epítetos cuyo único objetivo es sembrar un odio colectivo entre un sector vulnerable. Además intentan banalizar las acciones terroristas cometidas por gente de la oposición venezolana. Los disociados, a pesar de las innumerables mentiras de las que han sido víctima por parte de los líderes de la oposición siguen creyendo en sus farsas. El odio los ciega y no ven los resultados de los actos vandálicos de los militantes de PJ y VP.

Ciertos residentes de la clase media añoran la invasión de los marines de USA con el bastardo argumento que estos funestos personajes van a restituir la democracia representativa, en su pretensión de derrocar el supuesto gobierno narcoterroristas del presidente MM. La clase media está segura que el régimen de Venezuela es una dictadura, pareciese que desconoce las acciones de hombres como Pinochet, Pérez Jiménez, Rojas Pinilla, Franco, Rafael Leonidas Trujillo, Tachito Somoza, Videla…verdaderos presidentes sanguinarios que impregnaron de sangre los suelos de América bajo la égida de los gobiernos de EEUU. Es imposible creer, pero muchos vecinos de la clase media aseguran que fue el gobierno del presidente MM el que asesinó a 43 estudiantes en las acciones terroristas de Leopoldo López. En los ataques sanguinarios recientes en varias ciudades del país, los moradores de las urbanizaciones de la clase media aseguran que las víctimas del terrorismo actual son producto se las balas de la GNB, no importa si el difunto sea un funcionario de GNB o halla fallecido en una accidente de tránsito secuela de los actos terroristas. Su única fuente de información es la red social de su teléfono inteligente. Mucho de mis vecinos desconocen la existencia de los CDI y los urbanismos de la Gran Misión Vivienda. Si lo han visto aseguran que se están derrumbando y si por casualidad tienen conocimiento de estos, están persuadidos que sus habitantes están desmejorando la zona por ser unos tierrúos. Los cegatos de las clase media desconocen los avances del gobierno bolivariano. Son ciegos frente a la evidencia: en los alcances del metro, la red de ferrocarriles, la universidades gratuitas, el Sistema de Orquesta, la educación gratuita, el sistema de salud, las pensiones de los asegurados… Son sordos ante las palabras del presidente MM y son mudos porque se niegan a conversar sobre estos temas. Ciertos residentes se comportan como verdaderos ignorantes, unificados por una empecinada estulticia y un odio pasivo hacia todo aquello que le huela a chavismo y a pueblo. Bien se merecen un líder como Leopoldo López quien aparece en las redes sociales en guardacamisa, exhibiendo sus pectorales cual artista de Hollywood. Mucho músculo y cero materia gris.

Los grandes centros económicos del imperio tienen sus agentes nacionales e internacionales encargados de exaltar el odio entre los miembros de la clase media para crear un caos en Venezuela. Entre los últimos debo nombrar al secretario general de la OEA, el cipayo Almagro, quien hace honor a su apellido, al de Diego Almagro, conquistador y adelantado español quien fue uno de los primeros en hollar y profanar los suelos de Perú y Chile. Aquel lacayo del Departamento de Estado de EEUU es el abanderado para desarrollar una campaña contra el presidente MM y para empujar la violencia opositora hacia ignominiosos actos terroristas, es el llamado odio activo.

El odio activo es destructor el que está llevando el luto hacia numerosas familias, producto de la coalición de una trilogía infernal: la política, el terrorismo y la delincuencia. Entre los activista de la primera se destacan ciertos militantes de PJ y VP cuya divisa es la codicia; entre los segundos, los mercenarios pagados por la derecha internacional y entre los terceros, los malhechores (descuartizadores, sicarios, trúhanes…) que hacen vida en común con Lilian Tintori, Freddy Guevara, Leopoldo López, Guanipa, María Corina Machado, Guerra, Florido y una caterva de criminales cobijados bajo falsas inmunidades para crear zozobra y terror entre los venezolanos, con la negada esperanza de alcanzar el poder para entregarle nuestra riquezas naturales al mejor postor.

De nuevo otras familias venezolanas están sumidas en una luctuosa tristeza producto del odio pasivo y del activo de un sector que se niega a reconocer que Venezuela cambió y que su pueblo se rehúsa a pertenecer de nuevo al patio trasero de EEUU, tal como hoy lo acostumbran los sumisos gobernantes de Colombia, México, Brasil, Perú, Argentina, Costa Rica y Uruguay. Ya basta de terrorismo, es necesario facilitar la comunicación entre los venezolanos encaminada a un diálogo beneficioso, con la finalidad de alcanzar la convivencia que nos conduzca hacia un proceso de paz.

Una nación conformada por ignorantes es una nación envilecida que tarde o temprano será subyugada. Lee que algo queda.



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Enoc Sánchez


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