Si observamos bien y ponemos atención a los colegas periodistas y comunicadores que se aprecian por los medios audiovisuales e impresos, encontramos una situación interesante, como captar los comentarios que hacen sobre esos hechos reales tales como las muertes, heridos, golpizas, quema de autos, vehículos oficiales, robo de negocios, lanzamiento de proyectiles como bombas molotov, piedras, botellas con agua congelada, lanzamiento de heces y equis acontecimientos, mientras de otro lado, otras expresiones también inundan el ambiente como "pacíficos manifestantes", represiones de las autoridades, disparos, bombas lagrimógenas, chorros de agua, etc.
Y no es un asunto que ocurra cada siete días o algo por el estilo. No escribimos de una guerra mediática exclusivamente, lo hacemos sobre una realidad que viene siendo disfrazada desde hace décadas y que viene siendo acompañada por lo que es denominado o conocido como la sociedad de cómplices, especie de mafia invisible integrada por una manga de sujetos (as), que se encargan de tapar las verdades y sancionar a los tontos de capirote que tienen la mala suerte de caer en situaciones nada agradables.
El ejemplo más claro que tenemos y que nadie puede esconder -absolutamente nadie-, es el de las cárceles y sus huéspedes, a menos que los asesinen a todos, los quemen, los escondan y conviertan los centros carcelarios en locales comerciales. Lo que decimos, es que en estos recintos son contados los representantes de las clases altas, las personas con apellidos rimbombantes, sus parientes, expertos, políticos, gente de negocios, en fin, una manga de tipos (as) que, jamás veremos porque la sociedad de cómplices se encargará de que no pasen sus años en una mazmorra.
Y en esa sociedad de cómplices hay de todo, pues hay hasta de los que esconden o botan las órdenes, los que se hacen los locos, los que extravían los expedientes, los que no han tenido tiempo de asumir los casos, los que le susurran en los oídos a quienes tienen una responsabilidad en los mismos, quienes aprovechan las circunstancias para vengarse, los que se comprometen a cambio de favores, y hasta los que pagan y cobran.
Al final de lo ya citado, lo único que vamos a tener son unos recintos carcelarios llenos de gente que ha incurrido en asuntos menores, pero son los que sirven para mostrar que la ley existe y que si se hace justicia con los que pre4suntamente cometen ilegalidades.
No me voy a referir a las actuales ilegalidades y demás crímenes que tienen como finalidad generar terror, porque eso está de anteojito. Me refiero también a otras, esas que están basadas en las mentiras y que los medios de incomunicación privados y algunos de sus empleados califican de acciones de paz, legítimas, democráticas y legales así maten, destruyan e incendien el país y como es de esperarse, son acciones disminuidas, barnizadas por la sociedad de cómplices que no tardará en considerar que tales actividades han estado preñadas de buenas voluntades, para que los "vivos" nunca estén presos.