Crónica de la gran revancha (II)

No dejaría de inmediato la tripleta importante esta (Petkoff, Borges y Rosales), además de Súmate, de iniciar sus bajos ataques contra el nuevo CNE designado, asunto que, incontinenti, los delataría como reincidentes ordenanzas nacionales al servicio de Bush. (La estrategia de desacreditarlo, sabemos, ha sido iniciativa de su gringo capitán desde el mismo fallido revocatorio). Comenzando por su ONG oficial, diría Súmate que, visto el nombramiento, había que comenzar a conformar una plataforma para exigir condiciones. Petkoff destacaría que, por ese camino, con señales como éstas, Hugo Chávez iba a terminar solo en un plebiscito. Borges llegaría al extremo de decir que Primero Justicia no pediría, sino que impondría condiciones, y Rosales, con recato victoriano (¿y eso?), optaría por esperar las actuaciones de los rectores para ver… pero que en ningún caso dejaría de solicitar la eliminación de las captahuellas y del cuaderno electrónico, así como la revisión del registro electoral. Y Acción Democrática aprovecharía entonces estos alfilerazos iniciales, para comenzar con su chin chin abstencionista. Todo parecía coordinado como para sugerir que la abstención sería la jugada maestra de la tripleta esta. Pero una declaración posterior de Teodoro haría pensar que se trataba de una falsa impresión, cuando dijera que le parecía a él más efectivo participar que abstenerse. (A Teodoro lo había venido viendo el oposicionismo desesperado como una carta válida contra Chávez, por lo que esta nobleza democrática suya lucía como toda una intentona de serio lanzamiento). Y no dejó de haber un Ojeda que pidiera el conteo manual de votos y que ligara que se prendiera un candelero (Ojeda no es que piense como un troglodita, sino que también su estampa lo es), ni un Naime que asegurara que un cincuenta por ciento del registro electoral tenía fallas, ni un Pérez que dijera que el registro era inutilizable (a Pérez he oído por allí que le dicen, obvio que por cariño, “Cabezemotor”, presumiendo, con muy sobradas razones, que es por lo encendido de su ingenio…), pretendiendo todos, en fin, competir con Er Conde en cuanto a jodienda electoral refiérese, porque, de acuerdo a la más calificada opinión, el nuestro es un más que vergatario registro electoral… No obstante, el nuevo CNE declararía haber acogido el setenta y seis por ciento de todas las exigencias electorales de los factores políticos. A este momento, todavía se creía que todo no era más que una jugada de sorpresa. Pero claro, enervaba la sospecha tanta decencia, tanto comportamiento desusado, tanto extraño deseo de llegar hasta el final a sabiendas de que sería su cadalso.

Teodoro se lanzaría al fin mediante un mensaje, que, además de corto, resultaría vacío. Pero dos días después, muy apenado con toda seguridad (aunque muchos dudan que Teodoro se apene), haría una oferta electoral que, con el impacto que produjo, seguro pasará a la historia como una de las elaboraciones intelectuales más deslumbrantes del milenio que apenas comienza: el cestatiket petrolero. Y no dejaría de llamar a Chávez “carrito chocón” además de negar, muy a lo cura Calderón porque está en política, y hay que mentir, que estuviera haciendo una alianza con Manuel Rosales…

Borges, que se había lanzado ya desde el pasado año, secundó a Teodoro con otra pieza eufemística: que debía abrirse el sector petrolero para permitir que las compañías privadas –léase las gringas- compitieran con el gobierno en igualdad de condiciones. Aquí vemos en Borges -también a lo cura Calderón, porque hay que mentir al estar en política- que lo que buscaba con su eufemismo barato es honrar la contraprestación que le ha impuesto su gringo capitán para financiarlo: -Yo querrrer sólo petróleo seguro, Juleo, perrro, además, barrratísimo. ¿Ok? ¡Dale, pues!

Rosales, que se había venido mostrando tan discreto como un monje budista, hacía un llamado al oposicionismo para entrar en proceso de diálogo y no descartaba lanzarse también previo garantizarse toda la seguridad de volver a su gobernación, si acaso se cumplían las blancas profecías de Ramos Allup.

Por su parte, Ramos Allup, fuera de sí, y en nombre de una fracción de Acción Democrática, arremetía como buey almizclero contra estos precandidatos, al acusarlos lapidariamente de luchadores pamplineros que no habían sido capaces de entusiasmar al país porque estaban llevando un mensaje equívoco; además de sinvergüenzas al ir a un proceso en el que, de antemano, se conocen los resultados. Y en eso Ramos Allup es objetivo: son pampiroladeros, es verdad; fastidiosos más que un paseo en aplanadora, erráticos hasta la pared de enfrente; pero lo de sinvergüenzas si que no, por que ¿cómo convencerían entonces al electorado de que tienen mentalidad democrática, si no participan en las elecciones? Están obligados a llegar hasta el final para que podamos pensar que, lo de demócratas, no es otra mentira más a lo cura Calderón (porque estén en política). Ahora –y volviendo a las verdades de Ramos Allup (quien dijera además que las primarias de Súmate eran un velorio triste)- ¿quién puede dudar del triunfo de Chávez el 3 de diciembre siendo un noqueador tan eficaz? La democracia honesta y transparente es así: a los victoriosos evidentes los impone el pueblo con su conciencia despierta desde muy temprano. Lo demás son también pamplinadas… Pero hay que tener el valor democrático de participar y llegar hasta el final.

Los oposicionistas, sin embargo, han buscado darse ánimo, caldo de sustancia. Hablaría con tal propósito una encuestadora milagrosa que los alertaría acerca de que el setenta y dos por ciento de los venezolanos votaría por un candidato único opositor a Chávez que fuera electo en unas primarias internas. El problema es que esta buena nueva la daría un “honesto” encuestador compadre de uno o varios de aquellos ilustres militares de la Plaza Altamira… Y Ojeda continuaba insistiendo, con su lucidez troglodítica: ¡o condiciones o candelero!

Siempre bajo sospecha entonces, Teodoro, Borges y Rosales, la tripleta de oro, llegaría a un acuerdo queriendo hacer ver de que son verdaderos dartañanes políticos: inscribir ante el Consejo Nacional Electoral un solo candidato -¡qué primarias del cipote!- en representación de la oposición. Según el acuerdo, los precandidatos buscarían llegar a un consenso y, para el caso de no obtenerlo antes del 31 de julio, se acudiría entonces a unas curiosas elecciones primarias armadas por Súmate que, para tales patrióticos fines, había recibido no sé cuántas latas de manteca llenas de dólares al parecer también sin respaldo.

Pero arribarían al consenso, oportunamente, y sería el tenebroso Manuel Rosales el elegido.



Continuará…


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Raúl Betancourt López


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