Desperté de un sueño bien ingrato y me metí al galope circunstancial
en la vida real de la esperanza y grité -volveré a comer y a vivir-
como Dios manda al saber que la buena amiga, Lilian Tintori, me puede
sacar de este apuro revolucionario-socialista-chavista en que
actualmente me encuentro no por las medidas de Tiroloco Trump desde la
casa blanco no, sino por la dictadura de Maduro que recorre el mundo
por las redes como un hecho nunca visto que no es, pero se cree y, con
esta escasez de productos y precios tangencialmente sorprendentes que
nos alborotan el pensamiento sin saber si fue por guerra económica o
por negligencia de medidas mal tomadas que, nos tienen al borde de la
desilusión sin futuro preciso y, enfermo de tristeza con pereza como
estoy y, para mayor desgracia sigo pasando más hambre que un perro
callejero amarrado de flacura.
Pero en cuanto leí que aparecieron 200 mi-llo-nes de bolívares en una
camioneta en Sebucán, me volvió el alma al cuerpo y, respiré profundo
y me dije, sin estrujarme los ojos de ambición, ésta es la Venezuela
de la oposición carajo que, gracias a ellos nos dan vida a nosotros
los pobres de esta pelazón en que nos metió Maduro y, yo que nunca he
visto tantos millones juntos, vi al cielo al rojo vivo y, le supliqué
al bueno de San Pedro de Macorís que rogara por mí y que le aflojara a
Lilian Tintori las hemorroides de su complacencia que la involucren
como dama esplendida sin descanso de salvar vidas y mire hacia mí y
diga como puritana que es dentro de esta democracia egoísta -engaña
pobre- y sin interés ninguno, que me prestará un mi-llon-ci-to, sólo
un milloncito Lilian, a ver si vuelvo a ver hacia adelante antes que
pierda el equilibrio de mi padecimiento crónico que me mantiene
desorientado, sin peso, ni poder botar lo que no he comido desde que
este régimen me mantiene a dieta y los alimentos los mandó a la luna
y, si ella con su lucidez de salva Patria me complace, le juro por lo
más sagrado de mis angustias juntas que, nunca más dejaré de ponerle
una vela en su nombre al cardenal Urosa Savino, por su eterna juventud
de irse de vacaciones conciliando por la paz de Venezuela y, que
cuando me socorra con su dinero en billetes de a cien, con vivas
sueltas la alabaré con mi ignorancia de mi padecer y la forraré de
agradecimientos jamás vistos en Venezuela por salvarle la vida a un
feto de esta tiranía que se lo traga el viento de su perdición.
Por eso creo primero en Venezuela y después en su gente forjadora y
trabajadora que se preocupa por el bienestar de sus familiares y
gastan fortunas en curarlas, aunque yo me esté muriendo de hambre sin
fortuna, ni herencia y son tantos los dolores que me corren por todo
el cuerpo sin un bocado de comida que llevar a mi boca cuando mi
sueldo mínimo apenas me alcanza para, dos kgs de yuca, un pollo, un kg
de papas, un kg de pasta, un kg de arroz, pago de agua, luz y gas y
ya, hasta allí en adelante adiós mi sueldo de un mes sin cestaticket
ni nada que se le parezca y, mi amiga, Lilian Tintori, tan fácilmente
tiene a la vista en una camioneta 200 millones que yo no he visto ni
veré juntos nunca y, sin preocupación ninguna reconoce que son de
ella, para cubrir gastos médicos y, sin temeridad ninguna me atrevo a
decir que tiene muchísimo más y, que los disfrute como ha disfrutado
viajando por el mundo por la buena de su marido a sus anchas y,
nosotros sin podernos despegar de la silla donde nos sentamos todos
los días a vivir de sueños confusos.
Y el gobierno de Maduro en vez de promover la riqueza libre del que
más tiene más puede, se la pasa todos los días desde que tenemos nuevo
canciller es rechazando por comunicados todo lo que los demas digan de
nuestro gobierno y, en cambio yo aspiro sencillamente que Lilian
Tintori, me preste un milloncito, para cubrir mis gastos alimentarios
por un día enfermo de hambre como estoy y pazguato de rabia por los
200 millones por no ser míos.