Recostado contra el crepúsculo, el candidato recibió con un cuarto de sonrisa al joven periodista. Este no se anduvo con rodeos y lanzó su pri mera pregunta; "¿Es cierto que lo emboscaron en Catia?" -Se trató de un plan diabólico contra la tarjeta Mi Negra, pero yo construiré viviendas. A mí no me van a agarrar como a Carlos Ortega.
-¿Qué tiene que ver una cosa con otra? replicó medio confundido el bisoño reportero, por lo que fue fulminado con una mirada como si se tratara de Daniel Castellanos, del canal ocho.
-¡Tiene mucho que ver! lo atajó el candidato-, porque cuando yo estampé mi rúbrica en el histórico Decreto de Carmona, estaba firmando mi asistencia, puesto que le daré a la gente la quinta parte del petróleo. Yo no juego bingo, prefiero el ajilei.
El periodista intentó ordenar mentalmente las incoherencias que escuchaba y le observó al candidato que, mientras formulaba las preguntas, alguien ponía de fondo un ritmo de reggaeton. "¿Cuál es el swing?".
-El reggaeton teorizó el abanderado de la coordinadoraforma parte de mi discurso, no se puede separar el ritmo moderno de mi compromiso con la inversión privada. Chávez no sabe nada de esto y además, cada día está más flaquito. ¿No lo ves?
El entrevistador le observó que su lanzamiento no se reflejó en las encuestas y que, por el contrario, tenía tendencia a la baja. Manuel Rosales clavó sus ojos en lontananza, aspiró el aire del lago, sintió que el relámpago del Catatumbo hacía nido en su frente y masticó su respuesta: -Si me matan y me muero, Hugo Chávez es el culpable. El joven comunicador recordó todas sus lecciones durante la carrera, se paseó por la caracterización sicológica de los entrevistados y no encontró un caso parecido. El momento le parecía un pleonasmo y repitió para sí lo que acababa de escuchar: "si me matan y me muero, Hugo Chávez es el culpable". Para romper la gravedad del momento, se atrevió a preguntar: "¿Y qué pasa si lo matan y no se muere?".
-Estaríamos frente a una aberración del rrrégimen, porque como te digo lo uno, te digo lo otro, y es obvio que al candidato del oficialismo le están temblando las piernas ante el avance sociológico de Mi Negra, que no es literalmente mi negra sino la tarjeta que inventé para que los pobres se salgan de las misiones esas y se vengan para acá, donde les prometo viviendas. ¿Sabes una cosa?
-No, dígame, señor candidato. -Voy a ganar y voy a cobrar porque hasta los abstencionistas se van a abstener por mí, puesto que ellos también necesitan su tarjeta negra.
-Si usted pierde insinuó el fablistán-, ¿aceptará los resultados? -Llegaré hasta el final porque este gobierno tiene las piernas flojas y le tiemblan ante las viviendas que prometo. Yo no hablo bonito pero soy maracucho.
-¿Y eso qué tiene que ver? -Mucho. Tú pareces un periodista del rrrégi men, como el Castellanos ese que me tiene obstinado. Yo ganaré y cobraré porque Chávez es un ánima sola y en cambio, yo tengo con Estados Unidos una agenda abierta.
-¿Y con eso gana? -¿Ah, no? ¿Sabes cuántos votos caben en una agenda abierta? ¿Te lo digo? Bueno, te lo digo: todos los que tú quieras meterle. ¿Cómo te quedó la pepa comunista del ojo totalitario?