El papa debió regañar a los cardenales y obispos venezolanos en Colombia

Sin vergüenza ninguna como unos degenerados que viven del indeciso
lucro del comercio espiritual en Venezuela, se encapucharon con sus
atuendos como Pablo por el buen camino y se presentaron delante del
papa Francisco: los dos cardenales y algunos obispos a cotillearle de
"Agudización de la crisis en el país" como si el papa fuera parte de
nuestros problemas y, tuviera alguna acción como solución que
brindarnos que nos ponga nuevamente en el buen camino económico, de
donde nos sacaron con una guerra económica de la que el cardenal Urosa
Savino es cómplice de la oligarquía y de la oposición y parte de la
estrategia en la que andan y, hechos los locos con el juicio en el
infierno de sus tremenduras, se movieron hasta Bogotá a solicitarle
ayuda al papa ante la crisis política y económica que sufre nuestro
país, por lo que la CEV está sumergida en una guarimba de tinieblas de
miedo.

Y el papa Francisco debió decirles erizado de rabia argentina-italiana
con afán: "No son políticos, ayuden en la reconciliación de Venezuela"
como antes, les había dicho a los obispos colombianos y, viéndolos con
la ironía de su sencillez, apenas pudo lacerarlos cuando los llamó a
cada uno de ellos, hipócritas, hipócritas, vienen a mí como si fuera
el Cristo resucitado que les aliviara el camino de salir del viacrucis
en que se metieron cuando, ustedes apoyaron de llenos las guarimbas de
la MUD y, en Colombia con las manos vacías sin espejitos que ofrecerle
a su Santidad a cambio, fueron a pedirles que hable mal de Venezuela y
que alabe a Julio Borges como su futuro presidente, quien anda por
Europa, atragantado de mentiras, vendiendo su imagen de mal parido en
Venezuela que sin carisma de político nos mal pone en el mundo a
cambio que se tomen en contra medidas económicas que perjudiquen el
país en lo adelante, no sin antes poner a Venezuela a la orden de
Europa como si se tratara de su fortuna.

Y el cardenal Urosa Savino con la crueldad temeraria de sus actos, le
refirió a la prensa que durante la reunión le informaron al papa sobre
"la situación verdaderamente desesperada" que enfrenta Venezuela por
la desbordada inflación de tres dígitos y la falta de comida y
alimento, pero ni de vaina, le dijo al papa a qué se debía esa
situación y, que ellos como los provocadores que son no le ponen una
velita siquiera a san Mateo a ver si vela por ellos más que por
nosotros y, les dé donde más les duela sin arrogancia de su
perversidad que es patrimonio nada bendita de la CEV, donde se arropan
todos ellos cuando tiñen el cielo de negro con sus amarguras como el
pan nuestro de sus almas.

Y con un saco al hombro de buenas apariencias que el papa creyó que
era la vendimia de la bendición y de la paz que le llevaba -Urosa
Savino- del pueblo venezolano quien, con una arrogancia que enluta los
buenos sentimientos del derecho humano, le dijo, al papa: "Hay gente
que come basura, y hay gente que muere porque no hay medicamentos". Y
se tambaleó como un estúpido en el lavadero de sus penas cuando, el
papa, le preguntó: ¿y ustedes qué hacen, para ayudar, acaso esa
miseria no es de todos o, del gobierno solamente? Y sin entender lo
fácil que es hacerse despreciar por un argentino investido de papa, se
arrastró más a su pies y entonces fue peor, lo que le dijo con una
arrogancia sin desvelo, al papa a acontinuación de la: "grave
situación política" que atraviesa Venezuela, y las acciones del
gobierno del presidente Nicolás Maduro, al que sañaló de estar
haciendo todo lo posible para establecer un sistema "totalitario" y
"marxista", por lo que Francisco rezó en voz alta frente a ellos, ¡Oh,
padre no los mates en el acto, déjadlos sufrir que el sufrimiento es
la mayor pena que puedes darles, antes que se los tragué por completo
la maldad que llevan por dentro! ¡Y a mí mi buen Señor, dejadme
vomitar!, para no contaminar mi espíritu de tanto odio que estos
desnaturalizados sin el deber original practican y, han venido a
Colombia a azuzar el demonio que los domina, ciegos como están frente
al espejo de su propia vida y, los despidió con una gran cruz que
salió de sus manos.



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Esteban Rojas


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