Tremenda broma le echó el compañerito Omar Pérez a la oposición irredenta al informar que la tarjeta Mi Negra es un invento adeco. El "se creto" blanco lo había develado quien escribe, en programa de televisión grabado el 8 de septiembre, transmitido la madrugada del lunes 11 y puesto de nuevo en el aire el 17 del mes en curso. En su columna del 13-09-06, Omar cuenta la historia de la división de AD y cómo el partido se quedó sin el color blanco y fue a las elecciones con una tarjeta negra. Muchos años des pués, como diría El Gabo, el comando de Rosales plagia a los adecos. Se ven cosas.
Para que el llamado pueblo adeco no se confundiera por aquel entonces a la hora de votar, además de la consigna "por la blanca, vota negro", recordada con nostalgia por Omar Pérez, los publicistas lanzaron un pegajoso jingle que decía: "La tarjeta de Juan Bimba/ viene ya en otro color/ será la tarjeta negra/ con blanco en el corazón". En el co mando rosalino se activó alguna fibra del corazón adeco y así nació "Mi Negra", en una espectacular vuelta en redondo a los viejos tiempos de la inhumada Cuarta República.
Como lema han tenido que explicarlo demasiado, lo cual contradice una regla básica de la publicidad y la propaganda, conforme a la cual "mensaje que se explica, mensaje que se pierde". Usted ve por televisión, oye por la radio o lee en la prensa a los opinadores y politólogos opositores, dando sesudas explicaciones sobre la viabilidad económica de la tarjeta lúgubre y su total divorcio de cualquier forma de populismo. Lo más cómico o quién sabe si lo más serio, es que saltó Er Conde del Guácharo criticando la tarjetica por demagógica. Cosas de candidatos unitarios.
Siguiendo con las gratuitas lecciones de publicidad y propaganda, a los muchachos del primer semestre se les machaca que sus piezas creativas no deben recordar, ni de lejos, el producto de su competidor o adversario. Resulta que "Mi Negra" remite de inmediato a los programas sociales de Chávez y a sus exitosas Misiones. Se trata entonces de un clon de la vieja AD, en la forma, y de un plagio a Hugo Chávez, en el contenido. En este último caso, es una hipérbole de las misiones. O dicho de otra forma, una misión hiperbólica.
La cosa no termina aquí. Los dirigentes opositores y el mismo Rosales, cargan la tarjeta negra en el bolsillo y la sacan cada vez que aparecen en televisión. Ese gesto recuerda al mismo presidente Hugo Chávez cuando, con naturalidad, saca y muestra la Constitución Bolivariana. Los imitadores del comandante no desconocen este detalle, pero no se les ocurre otra cosa. Es como pedirle peras al microondas.
Los orígenes adecos de la tarjeta "Mi Negra", perfectamente demostrables a la luz de la historia política contemporánea, requieren del auxilio de otra ciencia, en este caso de la psicología. Ocurre que la adeca Mi Negra es esquizofrénica. Una parte de ella es participacionista y la otra mitad es rabiosamente abstencionista. Es un rollo de verdad. Pero los análisis llevan a otro problema: el pasado 13 de septiembre, AD cumplió 65 años, lo que nos dice que la Negra es políticamente una anciana. Aquí es la geriatría la que debe intervenir. Con esta figura senil como símbolo y consigna, se entiende que la arterosclerosis mantenga tullida y sin arranque a la candidatura de Rosales. Copiarse de un cadáver insepulto (Betancourt dixit), no es recomendable ni nada saludable, pero explica el lúgubre color de la tarjeta.