Colón contra Chávez

Vicente Yáñez Pinzón no imaginaba, allá por el año1500, cuando descubrió la desembocadura del soberbio Orinoco, que cinco siglos después, un personaje llamado Hugo Rafael Chávez Frías tendría con él una deuda imposible de pagar por razones de tiempos históricos. Al ocurrírsele al tal Chávez construir un segundo puente sobre el río que motivara la imaginación de Julio Verne, sin duda quedaría pagando, esto es, debiéndole semejante iniciativa al audaz capitán de La Niña.

Las imposibles deudas de Hugo Chávez existen gracias a la inteligencia retrospectiva de la oposición venezolana, conforme a la cual todas las obras del presidente bolivariano no le pertenecerían porque habrían sido proyectadas, planeadas, soñadas, intuidas, imaginadas, acariciadas o pensadas por los gobiernos de la difunta y todavía insepulta Cuarta República.

Todas las líneas que el actual jefe del Estado le agregue al Metro de Caracas, son obras de Luis Herrera porque éste inauguró la línea 1, como también le pertenecerían los metros de Valencia, Maracaibo y el que se piensa construir de la capital a las ciudades de Guarenas y Guatire. El Ferrocarril de los valles del Tuy hay que adjudicárselo a Teodoro Petkoff porque él lo soñó cuando fue ministro de Caldera, aunque ya lo había proyectado el inefable Carlos Andrés Pérez.

El segundo puente sobre el Orinoco, en rigor, más que al navegante Yáñez Pinzón, le correspondería al temerario capitán Diego de Ordaz, quien se lanzó a remontar el gran río por 1531. Fue justamente en esa remontada, cuando el famoso conquistador se detuvo frente a lo que es hoy Ciudad Guayana, y le dijo a sus subalternos: “Entre este punto y aquel, quedaría fino un puente”. Luego siguió su alucinado viaje en busca del mítico Eldorado.

Con base en estos hechos históricos irrefutables, la oposición niega cualquier obra inaugurada por el comandante Hugo Chávez Frías. El nuevo viaducto de la autopista Caracas-La Guaira sería obra del general Pérez Jiménez, pues fue él quien construyó el que se vino abajo. En el mismo orden de ideas, tampoco será del actual Presidente la nueva arteria vial hacia el litoral, puesto que los gobiernos anteriores ya la habían pensado.

No hay que enrollarse mucho con esta lógica retro de la oposición. Ya uno de sus candidatos unitarios, el doctor Rosales, dijo que la misión Robinson no es más que el programa Acude. Podría irse más atrás y atribuírsela a su héroe epónimo, don Simón Rodríguez. Mercal, según el pensador del Catatumbo, tampoco sería obra de Chávez sino una sucesión histórica de la vieja Compañía Guipuzcoana, no ve.

Por esta vía de gobiernos anteriores que proyectaban e imaginaban obras y cosas, se llegaría inevitablemente al gran hacedor de todo lo que existe en Venezuela, es decir, el almirante de la mar océano Cristóbal Colón. Por supuesto, como el mundo que hoy se llama América no empezó con la llegada de los conquistadores, habrá que investigar en el pasado precolombino para, en justicia, determinar qué obras verdaderamente le corresponden a Chávez y cuáles fueron soñadas, imaginadas o planificadas por Guacaipuro, Tamanaco, Paramaconi y sus amigos del alma.

Más acá de los caciques, mientras la oposición retro se descoca, el pueblo sube al ferrocarril y defiende sus misiones sin importarle si Diego de Losada proyectó alguna noche construir la estación La Rinconada o inaugurar una versión colonial de Barrio Adentro.


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Earle Herrera

Profesor de Comunicación Social en la UCV y diputado a la Asamblea Nacional por el PSUV. Destacado como cuentista y poeta. Galardonado en cuatro ocasiones con el Premio Nacional de Periodismo, así como el Premio Municipal de Literatura del Distrito Federal (mención Poesía) y el Premio Conac de Narrativa. Conductor del programa de TV "El Kisoco Veráz".

 earlejh@hotmail.com

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