Teoría del sube y baja

En la oposición cada día se inventan una para evadir la fatal inminencia del barranco, desde el cruce de las curvas infinitesimales hasta la ventaja metafísica de su candidato. Lo último es el cuento del “empate técnico”, algo que no se creen ni en la gobernación del Zulia. En realidad, este fenómeno sólo se da en el mundo canino, pero eso es otra historia. Aquellos interesados en conocer sus intríngulis, más que en los manuales de ciencias políticas, pueden encontrar explicaciones en Discovery Chanel o Animal Planet. El tal “empate técnico” tiene más que ver con la genética que con las encuestas.

Desahuciados por la zoología y las estadísticas, los azorados estrategas del candidato del verbo insondable, se inventaron la insólita “teoría del sube y baja”. Se trata de un disparate epistemológico, pero Rosales les ordenó a sus asesores no pararle ni esto a lo que no entendieran. “Pa’lante es pa’llá”, les aconsejó en un alarde de originalidad conceptual.

Convencidos de su hallazgo, el comando del bajo Catatumbo lanzó una campaña millonaria, con gráficos y curvas de esotéricas encuestas, bajo el slogan de “uno sube y otro baja”. Si allá confundieron la ciencia estadística con la genética en el cuentito libidinoso del “empate técnico”, aquí la confusión es mucho más disparatada. Creen que se puede homologar la política con la ingeniería mecánica

El profesor Newton, inventor del subibaja, explicó muy bien que se trata de una tabla sobre un eje que asciende por un extremo cuando el otro baja y viceversa. Rosales debería entender algo tan simple de física doméstica de fin de semana y parque escolar, pero nada.

Sube y baja, más nada. Así es en la mecánica, pero en política el asunto es muy distinto y más complejo. No siempre cuando uno sube, el otro baja, como cree el básico y elemental candidato. En la lucha electoral la teoría del subibaja ofrece infinitas posibilidades: a veces, suben o bajan los dos simultáneamente. Se dan casos, como el del Conde del Guácharo, que en la medida que baja, le sube la tensión (mejórate, viejo). En ocasiones, sin que nadie baje, algunos caen desde lo más alto, casos de Aznar, Bush y Blair. Existen también los techos y sótanos para ilustrar los límites positivos o negativos de un sujeto. Hay quienes rompen su propio techo, caso Hugo Chávez. Y quienes arrancando desde el sótano, caso Rosales, se quedan extasiados y ensimismados en la mezzanina.

Otra tara de los llamados “gerentes” de propaganda del Pericles de Coquivacoa es esa insana manía de cruzar los mensajes, provocando así un efecto ambiguo en los receptores. No se puede lanzar impunemente la teoría mecánica del subibaja y, simultáneamente, promocionar el concepto genético del “empate técnico”. Eso es demasiado y no sólo para el exigido y desconcertado Rosales.

Imaginen a este candidato en un subibaja y, del otro lado, nadie. Es obvio que sin contrapeso, nunca podrá subir pero sus asesores no se lo dicen y el hombre insiste con unos saltitos sin genética y sin mecánica. Sólo cuando se cansa se detiene para preguntar a Carrasquero si es cierto eso de que el Zulia por la noche relampaguea. ¡No!, le grita el enojado asesor. ¡No!


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Earle Herrera

Profesor de Comunicación Social en la UCV y diputado a la Asamblea Nacional por el PSUV. Destacado como cuentista y poeta. Galardonado en cuatro ocasiones con el Premio Nacional de Periodismo, así como el Premio Municipal de Literatura del Distrito Federal (mención Poesía) y el Premio Conac de Narrativa. Conductor del programa de TV "El Kisoco Veráz".

 earlejh@hotmail.com

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