Sobre los estúpidos y la estupidez se han escrito muchas páginas, incluso yo en mi ensayo, "Antología de la estupidez", hice referencia a ciertas conductas sobre algunos seres humanos donde revelo lo poco acertado del uso del cerebro por parte de ellos. Ciertamente, el estúpido(a) muestra cierta torpeza o falta de entendimiento para comprender, por lo que tales sujetos demuestran carencia de inteligencia. Son muchos los pensadores y filósofos que han brillado por alguna frase célebre sobre este tópico. A manera de ejemplo, fue Voltaire quien afirmó que "la idiotez es una enfermedad extraordinaria, no es el enfermo el que sufre por ella, sino los demás".
No cabe duda que le estúpido, por su falta de entendimiento, le es difícil entender ciertas cosas y por general actúa, o bien agrediendo a sus semejantes o a si mismo. En este último caso ¿cómo explicar que un obeso(a) no logre vencer la glotonería, a pesar de las enfermedades producto del exceso de peso? De igual modo me refiero a la resaca y las enfermedades secuela del uso abusivo de la las bebidas alcohólicas. Sin embargo, el vicio puede más y el adicto no deja de injerir los brebajes espirituosos. Lo mismo puedo decir de las personas que utilizan drogas, los que fuman, los adeptos al azúcar y a los carbohidratos. Estas son conductas reiteradas cuyos consumidores se niegan a abandonar a pesar del daño que causan. Y no solo perjudica al adicto, sino también a los cercanos a él.
Todos somos ignorantes, dado que no poseemos una profusión de conocimientos, tanto del que puede ser adquirido en la academia, en la llamada educación formal, como también de la erudición alcanzada a través de la escuela no formal. En cualquier caso, la carencia de ilustración no es un defecto ni muchos menos un delito. Por lo general el médico conoce lo relativo a sus estudios, el economista lo vinculado a la macro y a la micro economía, el astrofísico sabe de astronomía y sobre el movimiento de los astros, el cibernético nos puede ilustrar sobre los sistemas de comunicación y sistemas digitales, entre tantas cosas. Evidentemente, un médico no sabe nada o muy poco sobre el desplazamiento de las galaxias, lo más seguro que un ingeniero desconozca los síntomas para el diagnóstico de una enfermedad. El problema estriba cuando el ignorante, en cierta rama, opina sobre lo que no sabe y tampoco se preocupa por investigar. Quizás el mejor oncólogo, si no ha estudiado el tema, emitirá una opinión errada sobre un proceso político, consecuencia de cientos o hasta de miles de años de diversos procesos históricos. Hay otros personajes peores, quienes aun conociendo del tema reiteran en su mala conducta, en menoscabo de su salud y la del prójimo; estos son más estúpidos. Quizás por esto el egregio Simón Bolívar expresó: "Nuestra discordias tienen su origen en las dos más copiosas fuentes de calamidad pública: la ignorancia y la debilidad". Haré mía la frase de Einstein" "Todos somos ignorantes, lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas".
Existe un comportamiento de ciertos seres humanos que pueden degenerar en una enfermedad sicótica, me refiero al fanatismo. Un fanático es una persona que defiende una creencia o una opinión con pasión exagerada, desmedida e irracional, sin respetar las creencias y opiniones de los demás. El fanatismo es frecuente en los creyentes de un culto, de un partido político, de un equipo deportivo, entre tantas maneras de manifestarse esta ominosa conducta. Vuelvo a citar a Voltaire, quien afirmaba que: "Cuando el fanatismo ha gangrenado el cerebro, la enfermedad es incurable". O como refirió el pensador de la India Swami Vivekananda: "La superstición es nuestro gran enemigo, pero el fanatismo es el peor".
Lamentablemente hay seres que no fueron privilegiados por la naturaleza y en su conducta resaltan rasgos de estúpido, ignorante y fanático en una sola personalidad. Una trilogía peligrosa aprovechada por la religión, por los partidos políticos, los equipos deportivos, así como también, por los comerciantes.
Para finalizar me voy a circunscribir a los pocos seguidores del mequetrefe Juan Guaidó, el presidente de la nada. Este marioneta de los gringos carece de formación política, es un embustero contumaz, obedece a los lineamientos del Departamento de Estado de USA, su "liderazgo" fue fabricado por los medios de comunicación, es un agente de la violencia, carece de oratoria, es un farsante, desconocedor de la historia de Venezuela, es un traidor vende patria, se está apropiando de manera indebida de los bienes de la patria, sin embargo, un grupo reducido de estúpidos (desconociendo lo que está pasando), ignorantes que no saben nada de política ni de la historia de su país, lo glorifican. Así mismo, son unos fanáticos, no del badulaque, dado que Juan Guaidó no despierta ningún tipo fanatismo, simplemente son apasionados antichavistas y antimaduristas, quienes de manera irracional, sin ningún tipo de análisis de lo que está sucediendo en el mundo y en Venezuela, emiten opinión sin estar enterado de nada y además, actúan con odio y con violencia inusitada.
El grupo que vitorea al menguado y ensombrecido Guaidó constituyen un riesgo público, dado que la estupidez, ignorancia y fanatismo de quienes lo constituyen combinan un cocktail alarmante. Cada uno de los militantes de esta caterva contiene los ingredientes necesarios para ser llevados, saciados de felicidad, al matadero sin importar las consecuencias de sus anodinas actuaciones. Bien lo afirmó el luchador por los derechos civiles de los afroamericanos Martin Luther King: "Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda". Lee que algo queda.