¡Que viva, que viva la Navidad! Que Capriles está con su traje de futuro padre de una niña que hasta nombre ya tiene, y bien calladito que se lo tenían: madre y padre. Que ella fermentada de alegría, se lo dijo al oído suavemente, oye tú galán, serás padre y, él revoloteó como un príncipe encantado que lo agarran fuera de base y no a medianoche pensando en lo que pasaría en el mundo y más en Venezuela si el fuera el presidente que ni el encargado como se define Guaidó existiría, pero como el caldo está algo morado, mejor pensar en otra cosa que no tenga que ver con los pobres que es lo que está fastidiando a diario a Latinoamérica ensartada como está de problemas y de golpes, pero él padre será, ¿y cómo es eso que ya lo sabe? Buena pregunta que rodea un calvario de respuestas que solo una dio en el clavo y, mire que Capriles no es zurdo, mucho menos ambidiestro, pero la pegó de jonrón al preñar con instinto de primerizo a su amada mujer.
Y mire usted que no es un rumor que caminó como noticia nada espeluznante y, no fue por las redes, sino por Globovisión que el panorama del público oyente se transformó en una noticia que no rompe corazones, pero lo llenó a él de un orgullo patrio bien envolvente que lo vomitó con fuerza cuando pudo haber dicho y con toda la razón que tiene de: ¡padre seré y no todo padre vida mía!, que lo va a meter de lleno en el mundo de los padres oportunos que tienen todo bajo el poder de sus manos que, posible pudo haber sido que más de uno lo envidiará y, unas cuantas mujeres querrían con los brazos abiertos ser la portadora de tan pretendido momento de ser madre como mujer de Capriles, que muy pronto va a cargar en sus brazos a su hija que se llamará Sofía que saldrá de una Valeria Valle que es locutora y animadora venezolana que, por ahora está pasada de kilos que con toda su calma de sonriente madre de meses, nada impaciente en cualquier momento desembuchará lo que habrá de decir que será bien esperado.
Capriles, mientras: está feliz, rebosante de alegría comienza a guardar para lo que le espera que es entrar al club de los padres en acción y con biberón de esperanza ardiendo de emociones se prepara para el día del nacimiento de Sofía, mientras que a Guaidó se le ve triste, decaído como decolorado de emociones, la gente no le asiste a sus marchas que empobrecidas de fanáticos lo tienen como empelotado de amarguras ácidas con el pulso temblándole de rabia y, con rabia le contestó a Lula y lo llamó ladrón, asegurándole que muy pronto volverá a la cárcel de donde no debió salir y no contento con su salado tui, también le arrimó algo a Maduro que él como el encargado de gobernar a Venezuela cree que, calza los zapatos para caminar solo y la estatura moral de Lula muy por encima que, lo aparta de esos político malhabidos que pululan por el mundo que no tienen nada que compararse con Guaidó que ha sido por ahora dos veces diputado y ahora autoproclamado como presidente interino. ¿Verdad que es confortante y hasta imprescindible ser Guaidó? Aunque sea en sueños.
Como se ve Venezuela arde por una parte de alegría quemante y por otra de rabia y, vea usted que entre Capriles y Guaidó no hay cabo suelto ni nada que les incomode que cada uno ha disfrutado del poder y andan medio reventados, uno que no aspira y el otro que aspira por demás y ambos son parte de la oposición y, de partidos diferentes como férreos luchadores que no tienen nada que envidiarle a otro cualquier político de los muchos que hay, unos aspirando y otros pasados de moda, pero, Guaidó es un crucigrama cargado de oportunidades que en cualquier momento se llena de emoción y cambia a Venezuela de más y mejor neoliberalismo con o no, el respaldo de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, que en nada lo frena y, así como desenfrenado anda que la calle le sabe a marcha y tras de una marcha anda buscando la comprensión de su mandato que fuera del país es fuerte y aclamado.
Así será que, el año que viene como 2020 despertará en el mes escogido que será el nacimiento de Sofía, la bebé de Capriles que le dará más fuerza de batallar por sus ideales no comprendidos que lo dejaron con la carabina de su voz y de su esfuerzo político al hombro: esperando el mejor momento de su vida que no llegó, aunque posibilidades mientras viva de aspirar tiene, así como ha logrado entrar al futuro mundo de los padres que reforzará la acción eminente que cada cabeza es un mundo lo veremos haciendo puchitos de dulzura durmiendo a su beba con sus ojos bien abiertos en esta comprometida Venezuela criando por ella.
Y, otra cosa, como Guaidó es padre, no tiene nada que envidiarle a Capriles y quien quita si algún día son compadres que ya es mucho decir de ese mundo político que tiene mucho que enseñarnos, aunque sea a cambiar pañales nada olorosos de paz.