Como habrá advertido el lector avezado el título de esta nota representa una paráfrasis de la obra del conocido sociólogo centroeuropeo Zymund Bauman: “La vida líquida” (Editor digital: diegoan. 2005), cuya tesis parece que viene como anillo al dedo a ese atajo de “individuos de facto” que es la actual directiva de la Asamblea Nacional, principalmente su presidente; pero la verdad es que para todo ese combo de jóvenes envilecidos el objeto central en su existencia viene a ser el dinero; en consecuencia, los domina la “destrucción creativa”, el individualismo y administrar aspectos pequeños o fragmentadas, la rapidez y obnubilación frente al horizonte de futuro.
Propiamente son una especie de excrecencia de la lumpemburguesía (aunque Bauman acuña el término de lumpemproletariado espiritual), que acusan con sus actitudes y acciones las consecuencias nefastas de “La vida en un mundo moderno líquido”; esto es, considerar el pasado histórico como inútil y no comprender las tendencias presentes y futuras, sólo tratan de vivir el presente, o más bien de sobrevivir. Eso, aunque sean egresados universitarios y en el caso que nos ocupa muchos de esos sujetos de la UCAB o la UCV, ¿el fracaso de sus maestros o continuación de aquellos? ¿Discípulos de tan nefastos maestros? ¿Qué no es gente de buena familia?
Sí, eso es cierto. Pero pasa también o principalmente que son hijos de esta época. A saber, el de la modernidad líquida y, de atenernos al criterio del historiador francés Marc Bloch, los hombres se parecen más a su tiempo que a sus padres, (Introducción a la historia, FCE, 1952).
En efecto, esta generación que para mayor comodidad llamaremos de RCTV (hacia 2006 o 2007), que son parte también de las manos blancas y guarimberos (2014 y 2017) se asentaron en la AN al menos desde 2015 hasta permutar en el presente con una olla putrefacta de corrupción. Una inmundicia que ha salpicado a buena parte de ese sector azas violento, trabilla de lobos disfrazados de ovejas, muchos jóvenes y otros que no los son tanto ya; pero a todos iguala su inutilidad para la vida pública.
Simples “consumidores de objetos”, devoran los fragmentos del presente entre los que destaca la singularidad de “sociedad de individuos” en una actitud modernizante de rápida caducidad en sus estrategias y movimientos tácticos; ya que el ritmo la vida en semejante contexto está dominada por la rapidez y la “sucesión de nuevos comienzos”.
Ese “presentismo” atroz conduce a que equivoquen la forma de conducir ciertas unidades de acción como por ejemplo la susodicha AN, donde siguiendo las impresiones expresadas recientemente en tv por el politólogo larense Piero Treppcioni su presidente constituía un “vector de movilización y cohesión” o algo parecido citando de memoria al planificador Julio Prebish, el conocido cofundador de la CEPAL y la teoría de la dependencia para América Latina.
En fin, es el reino del neoliberalismo que exalta la sociedad-individuo, partícula singular en el maremágnum de las tribus en el que se cree que las acciones, omisiones o retroacciones no tienen consecuencias, se potencia la libertad individual, la unidad pequeña de individuo de facto que consume dinero-objeto; no hay ideales sino la vida individualmente administrada. Es este un contexto en el que las condiciones de vida cambian antes de que se consoliden los hábitos, no mantienen su forma ni su rumbo durante mucho tiempo, como el hielo quebradizo.