El funesto legado de la cultura occidental

Si no hubiese sido por los atenienses y los espartanos, actualmente los europeos y los americanos estuviesen llevándole flores, en la plaza central, a la estatua de Ciro II el Grande y en vez de profesar la religión católica, practicarían la Ahura Mazda. Así mismo, en lugar de rendirle culto a Cristo lo harían a Zoroastro, la divinidad de dicha religión. Fue gracias a los helenos que las tropas de rey aquémenida no extendieron su imperio, por más de 200 años, hasta lo que hoy se conoce como el mundo occidental.

Surge el triunfador Alejandro el Grande, el guerrero macedonio, el responsable, junto a sus ejércitos, que aquel imperio persa no se extendiera hacia Europa. Sin embargo, el vencedor de las tropas de Ciro, una vez victorioso comienza sus conquistas llevando sus soldados por todos los países bañados por las costas mediterráneas, España, Italia, Francia, además África, Europa del este. Un extenso territorio, que a la posteridad se convirtió en uno de los imperios más extenso que conoce la historia. Gracias a las invasiones de las tropas del joven Alejandro Magno fue que la llamada cultura griega o helénica se expandió por Europa permitiendo el desarrollo de la ciencia, la filosofía, el arte y el deporte, la cual predominó por más de mil años.

Pero la historia nos revela que los imperios, a pesar de su fortaleza, de su crueldad y de imponerse por la fuerza, tienen un tiempo de duración. Después de la declinación del imperio griego surge el impero romano, con la proclamación de Cesar Augusto como emperador. Este imperio, tal como el persa y el griego, se impone bajo la destrucción y la muerte de miles de inocentes, en una extensión de 4,4 millones de kilómetros cuadrados. Abarcando desde el océano Atlántico al oeste, hasta las orillas del mar Caspio, el mar Rojo y el golfo Pérsico al este y una parte de África. Gracias a la influencia de la cultura griega una buena parte de Europa y África absorbieron dicha cultura, difundiéndola en los países conquistados, incluyendo el paganismo, como religión. Se estima que el imperio romano duró más siete siglos, además de los crímenes propios de la conquista imperial Roma le legó a la humanidad el latín y el derecho romano, así mismo sentó las bases de lo que hoy se conoce como cultura occidental.

A los imperios anteriores debo agregar el Sacro Imperio Romano Germánico que dominó parte de la Europa occidental y central, además parte del oeste de Asia y el norte de África, con una duración de más de mil años. Entre su legado tenemos la imposición por la fuerza de la religión católica en los países usurpados.

Por muchos años Europa vivió las crueldades de las guerras en el afán de los aristócratas de obtener cuantiosos beneficios mercantiles con la venta de sus productos en los países conquistados  y el control de las rutas comerciales. Por esta razón surge Napoleón en su afán de invadir Europa para arrebatarle a  Gran Bretaña, la pérfida Albión, el control de las rutas comerciales en los diferentes mares del planeta. Un imperio que duró muy poco debido a la oposición de los países europeos de dejarse arrebatar sus territorios. Se calcula que en dicha guerra murieron unos tres millones de soldados. Un lúgubre e infausto legado.   

Además de lo relatado en los acápites anteriores, los imperios europeos responsable de las masacres y destrucción entre ellos mismos, existieron los imperios coloniales cuyo fundamento era la conquista y colonización de las tierras situadas más allá de los mares que los rodeaban. Así tenemos el imperio británico, el español, el portugués, el belga, el alemán, el otomano y el italiano, los cuales se expandieron hasta Asia, África, Oceanía y América, es decir a lo largo de todo el planeta. Su único objetivo era conquistar aquellas tierras lejanas, controlar las rutas comerciales marítimas para robarse las riquezas, esclavizar a los habitantes de los pueblos originarios, venderles los productos fabricados con la materia prima despojada a sus dueños.

De las acciones de aquellos asesinos provenientes de “culta” Europa, los nacidos en el nuevo mundo y sus herederos, una vez logradas las independencias, la cultura occidental nos dejó un nefasto legado que lo puedo resumir: esclavitud; racismo; destrucción absoluta de culturas; aniquilación de los habitantes de los pueblos originarios; la creación de monopolios; la destrucción del ambiente; las guerras y los odios religiosos; la imposición, a sangre y fuego, de dogmas religiosos; el comercio y el consumo de drogas, tal como lo hizo el imperio británico en China; la explotación del hombre por el hombre; la avaricia por la riqueza; el consumismo; el feudalismo; la desigual distribución de la riqueza; la coacción violenta para aplicar  modelos políticos-económicos-sociales ajenos a la idiosincrasia de los pueblos conquistados y colonizados; la creación de cinturones de miseria como una manera de sojuzgar a los pueblos; la crueldad y la tortura, una forma de obligar a los pueblos a someterse al mandato del colonizador; la conformación de gobiernos títeres para continuar explotando los países independientes; la implantación de modelos económicos que constriñe a los países depender de las instituciones financieras inventadas por las grandes potencias del mundo occidental; la amenaza y el chantaje constante de las grandes potencias  con el uso de las armas de todo tipo, desde las sanciones económicas hasta la armas letales, para subordinarlos a los mandatos del hegemón, entre los tantos y ominosos legados que el mundo occidental le impuso a los países de América.

Por lo general se los académicos afirman que los suramericanos somos herederos de una civilización judeo-cristiana. Esto no es del todo cierto,  a través de las continuas conquistas y guerras europeas somos herederos de una cultura judeo-cristiana, siria, romana (latina), musulmana, gitana, germana, mongol, germana, celta y de todas aquellas hordas que se hicieron presentes mediante ocupaciones forzadas a lo largo de toda Europa, incluyendo España, hasta el siglo XX. Sin dejar de lado las grandes migraciones que proliferaban por todo Europa huyendo de las eternas guerras.  Por eso causa hilaridad cuando algunas personas se enorgullecen de su sangre pura ¿y qué decir de las violaciones a las que eran sometidas las mujeres, por el soldado vencedor, en todas las regiones de Europa y  de las esclavas (tantos blancas como negras), quienes parían de su amo? Todas ellas daban a la luz hermosos bebes mestizos.

Hoy por hoy, la civilización occidental, el imperio yanqui y la UE, le está legando al mundo un nuevo producto fabricado con materia prima latinoamericana, pero fabricado, envasado, comercializado y distribuido por EEUU, es decir, un producto “made in usa”. Se trata de White Dog, una obra similar a las hamburguesas, es decir exportada desde USA hacia el mundo, a pesar de lo dañina que son, según expertos y, sin embargo, algunos imbéciles la consumen. En español tal producto se conoce como Guaidó y recientemente los publicistas y los especialistas en marketing hicieron un recorrido por buena parte de Europa y de Norteamérica para ofrecer las bondades de esta nueva creación mercantil. Muchas personas que observaron la novel mercancía estadounidense se dieron cuenta de que el fruto de esta maquinaria publicitaria era pura fachada, dado que Gauidó al hablar en público demostró una pobreza en el léxico, una cara de gafo,  carencia de roce diplomático, torpeza política y un desconocimiento de la realidad mundial. Los fabricantes de White Dog, mejor conocido como Guaidó, están sumamente preocupados porque, a pesar de la cantidad de dinero invertido en publicidad, el hombre no mejora y peor aún, cada día se nota su deterioro progresivo dado la imposibilidad de Guaidó de llegar a un estándar medio de inteligencia, consecuencia de los continuos fracasos e ineptitudes demostrado en su accionar nacional e internacional.

Imposible negar los buenos legados que aportó la cultura occidental a los pueblos de América, pero es imposible no destacar aquellos impuestos con terror por la vía de la conquista y la colonia y cuyos efectos negativos todavía se sienten. Y para finalizar creo que Tristan Bernard (1866-1947) el dramaturgo y filósofo francés le dejó un mensaje a la última mercancía de exportación de la cultura occidental, el  incompetente  Wihte Dog o mejor conocido como Guaidó. Un aciago legado. Tal aforismo reza: “Dos cosas me admiran: la inteligencia de las bestias y la bestialidad de los hombres”. Lee que algo queda.       



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Enoc Sánchez


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