Guaidó respira profundo, busca oxígeno que no le llega de la casa blanca, sabe que sus días están contados, pero él los estira hasta el cinco de diciembre, porque del seis en adelante no quiere saber nada y, como si fuera poco para darse ánimo, va a soltar una encuesta pronto solicitando que su mandato se lo extiendan hasta nunca más de los días por venir y es que, estar en la AN lo hace seguir siendo presidente interino hasta que se muera, si es que eso ocurre, porque como dice el refrán, bicho malo nunca muere y apoyado menos.
Trump mientras, se la pasa soñando, sueña que su coronavirus lo llevara adelante siempre como presidente que los males aunque, duren 100 años, eso a él le resbala o, de lo contrario cantará fraude premeditado desde el siete de noviembre hasta que la Corte Suprema de los Estados Unidos lo libere y siga siendo presidente por un período más sin fiebre ni tos y, por estos días su preocupación por Venezuela se desvanece de atenciones que sin sabor ni olor como está no piensa en Guaidó, sino en seguir mandando liberado de su mal actual por una cuarentena que lo mantiene preocupado dentro de su consideración de seguir siendo, lo que nadie se atreve a opinar, mucho menos darle auxilio político que lo reconforte, por lo que su suerte está echada y él sin poder decir esta boca es mía por tuíter.
Y entre Trump y Guaidó por ellos, Maduro es el menos preocupado, aunque esté lleno de rencores sin carta debajo de la manga que soltar y, por más que piense no sale de lo mismo, si lo dejarán en paz algún día o, le seguirán jodiendo la paciencia y, noche tras noche se desvela una por Guaidó y otra por Trump sin saber lo que le espera, ni que pasará con ellos por más que consulte el tarot gitano de su suerte, porque Diosdado solo piensa en el seis de diciembre como presidente de la nueva AN a la que no dejará de aspirar.
El público expectante dentro y fuera del país por esas dos personalidades que de excepcionales tienen de todo como son Trump y Guaidó, cada uno por su lado, provocan un solsticio de verano de agárrense de las manos que, lo que viene puede cambiar el mundo para siempre que, ellos y solo ellos tienen a Venezuela a la deriva sin que Maduro esconda parte de su culpa y de su gran culpa, pero como estos son días de esperanza, pensar en positivo no atrapa males, por lo que la Unión Europea para demostrar que lo que es igual no es trampa, va a pedir la suspensión de las elecciones presidenciales por varios meses al congreso de los Estados Unidos, lo que Borrell debe considerar en su sano juicio como 1000% como justo entre tantos pecadores que hay en política exterior.
Como lo justo siempre prevalece sobre lo injusto, Guaidó no escatima esfuerzos en seguir mandando, aunque su mandato esté oculto entre brumas políticas que no se ven, ni tampoco están dentro de la Constitución, pero como todo en el mundo ha cambiado y tiene de cabeza a una gran parte de ese mundo que no entiende, ni quiere entender que, Trump haya pescado el coronavirus por porfiado, mientras que Guaidó no pesca nada bueno ni malo por no tener malos pensamientos en ver en Maduro el gran "dictador" jamás visto que entretiene su porvenir político que lo mantiene al filo de su desilusión de que si pasará del seis de diciembre como el presidente que es que, mejor administración de la de él y de la oposición no puede haber con todo en orden.
Trump no tiene fiebre y Guaidó tampoco, Trump quiere el poder y Guaidó también, por lo que agarrados de la mano, uno salvará al otro, todo es posible, mientras Trump mantiene cama, Guaidó mantiene el calor climático del empuje de las calles de ser el mejor presidente que ha tenido Venezuela y su fuerza de poder no lo derrotará un coronavirus.
Trump sufriendo por los embates de un implacable covid-19 y Guaidó sufriendo por Maduro. Pero cada quien en lo suyo, ni un paso atrás, eso jamás, así debe ser para ser libres de toda dictadura que los incomode.
