Ver a María Corina Machado presentarse durante la semana de CERA en Houston, sin el menor pudor ni vergüenza, asegurando que entregará los recursos naturales del país para que, en sus propias palabras, "sean los privados quienes manejen la industria", es simplemente asombroso. Con su característico énfasis vocal, prometió todas las garantías para que ningún gobierno futuro se atreva a reclamar algún derecho sobre esos recursos. Esto ocurre en un país donde muchos aún nos aferramos al orgullo que nos genera la lucha por nuestros derechos sobre esos recursos, una lucha que se remonta a la época en que Bolívar liberaba gran parte de América.
En los pocos minutos que le dieron para presentarse, no en la plenaria, sino en una pequeña sala de reuniones, la señora Machado se jactó de ofrecer a las empresas las más amplias ventajas impositivas para convertir a Venezuela en el principal suministrador de energía global. No olvidó aclarar que, con lo que pudiera quedarle al pueblo venezolano, esta digna representante de la oligarquía criolla garantizaba retribuirle al ciudadano común en salud, educación y alimentos. Claro está, después de que las transnacionales salvaran todo su capital, junto con los respectivos intereses.
Pero lo más lamentable para Venezuela es preguntarse: ¿quiénes se enfrentan hoy a esta propuesta? Un gobierno que ha entregado a los burócratas de la OFAC estadounidense el privilegio de autorizar a esas mismas empresas operar en el país, pero sin gerenciar el recurso y sin vender un solo barril de petróleo, ya que primero está el socio transnacional. Los mismos que dicen estar en la acera de enfrente, pero claman a esos mismos burócratas gringos para que permitan a las transnacionales extraer todo el gas de la frontera con Trinidad y llevarlo a sus plantas en Puerto España. Prometen que algo le quedará a la patria de esa entrega, mientras Guyana avanza a pasos agigantados, superando fácilmente el millón de barriles diarios que los de la acera de enfrente llevan años prometiendo y lloriqueando.
Qué pena para nuestra amada Venezuela que, mientras María Corina aspira llegar al poder entregando la patria envuelta en un bello papel y lazo de regalo, aquellos que se dicen hijos de un valiente que se enfrentó a toda esa entrega, lo hacen peor. Con un discurso y acciones que compiten con María Corina para presentar el regalo más bonito.
Al fin se ha abierto el debate real, que desde hace años hemos planteado: Venezuela es y será por muchas décadas un país petrolero. Entonces, ¿quien se quedará con la renta petrolera? Hoy, esa renta no la reciben los venezolanos, de hecho, la vocería dictatorial clama a viva voz que el rentismo petrolero no existe más (sabrá Dios a donde se está dirigiendo esa renta que, claramente, existe). Pero, por lo que ha declarado MCM, esa renta tampoco la recibirán los venezolanos en el futuro. Simplemente cambiará de manos.
Urge entonces plantearse una propuesta realmente seria, para que el pueblo de Venezuela sepa que hay alternativas. Que hay muchisimos ejemplos en el mundo de captación y administración de la renta petrolera en favor de los ciudadanos dueños de ese recurso. Estudiar los modelos de Noruega, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, entre muchos otros, puede ser de utilidad. Que el pueblo de Venezuela sepa, que no se trata de exterminar todo lo que hizo Hugo Chávez, solo porque haya sido idea de él (empezando por la Constitución).
Reivindiquemos a Chávez, o perderemos definitivamente la patria.
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