Recién salida del horno, rueda libremente entre los estudios de Globovisión y RCTV, y por las redacciones de El Nacional y El Universal, el último hallazgo científico de Luis Vicente León y su Datanálisis: Ocho de cada diez chavistas están en desacuerdo con la idea de Chávez de cambiarle el nombre a la señal del Canal 2.
El entusiasmo, la convicción con la que los constipados periodistas propalan la cifra, es un durísimo golpe a la serenidad de quienes tratan de ver y analizar este país con algún rigor ajeno a su propio drama político.
En verdad, el golpe es al país mismo, porque ese entusiasmo de los periodistas que pregonan el invento de Luis Vicente León nos recrudece el abismo ciudadano. Y para quienes ponen granitos de arena por reconciliar al país o se ilusionan con ello, ese entusiasmo es francamente descorazonador.
Digo lo que digo porque desde el mismo diciembre del 98, la masa chavista ha venido siendo ferozmente acusada practicar la más grande obsecuencia hacia Hugo Chávez. Acusada exactamente por los mismos actores que ahora la reivindican, que ahora la reconocen libre de los criterios de su líder. Ahora, en este momento crítico, la masa chavista alcanza hitos de independencia, justo ahora, cuando al mismo tiempo se le señala de ser arreada a los centros de inscripción del Partido Unido.
Desde luego, puede ser verídico lo que dice Luis Vicente León (con lo que aplicaría una excepción), el drama viene dado con lo que los pregoneros hacen con ello: utilitarismo. Por que otra cosa implicaría una reflexión de por medio, un reconocimiento: Caramba, nosotros, que siempre hemos vituperado de la masa chavista tildándola de sumisa crónica, en esta ocasión apreciamos un inusual gesto de criterio propio. Pero utilizar la cifra de León en seco es un túnel kilométrico a oscuras, sin rendija de luz que se vislumbre a lo lejos.
Pero al margen de una eventual inconsistencia entre la masa chavista de ayer y hoy, y del gozo de los periodistas que encarnan a la cifra de Datanálisis, ¿en efecto la masa chavista está en desacuerdo con la idea de su líder? ¿Por qué razón lo estaría? ¿Por discernimiento político?
Pongamos que por motivos más cotidianos: la masa chavista sintoniza RCTV y le parece mala nota que se vaya a cable. Hipótesis que también produce un quiebre de la racionalidad: ¿Por qué la masa chavista no se le volteó a Chávez cuando fue insaciablemente instigada a hacerlo durante años por RCTV? Confucio palidece. En fin.
Deseo aprovechar la exposición de esta breve reflexión para seguirles recomendando un buen libro que todavía puede conseguirse en las librerías de Caracas. Lleva por título “A propósito de la falla tectónica de la Revolución Bolivariana”, ensayo cuyo autor lo califica como la panacea a uno de los problemas esenciales del gobierno de Chávez: el comunicacional-informativo. Da la gran casualidad que el autor soy yo mismo, pero eso es lo de menos.
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