Ojalá no se desaten los demonios

Como se vislumbraba, en la medida en que se acerca la fecha del referéndum aprobatorio de la reforma Constitucional, presentada por el Presidente Hugo Chávez y ampliada por la discusión posterior en la Asamblea Nacional, la campaña de la oposición, aupada por los medios de comunicación privados, ha ido “in crescendo”, haciendo uso máximo de los múltiples recursos económicos de que disponen, pero también de los últimos reductos en los que se han refugiado, los pocos que les quedan, producto del desencanto popular y de los reiterados fracasos oposicionistas.

Efectivamente, la oposición al gobierno, en abril del 2002 y con los sucesos de Altamira, perdió a grupos de militares que podían generar intentos de golpe o desestabilización en el país, luego con el paro patronal y petrolero, perdió el poder que tenían con la meritocracia petrolera y el control de PDVSA, pero también dicho paro, dejó a los empresarios golpistas exhaustos, muchos de ellos al borde de la quiebra, innumerables empresas cerradas, lo cual debilitó la arremetida económica, que significaba el poder de FEDECAMARAS, también se debilitó enormemente la capacidad de movilización de la CTV en el ámbito de los trabajadores. Adicionalmente, los partidos políticos tradicionales de la derecha (AD, COPEI, CAUSA R, BANDERA ROJA) no tienen ninguna capacidad de influencia, sino en sectores muy focalizados. La llamada “sociedad civil”, también se ha languidecido, a pesar del financiamiento que ha recibido del Departamento de Estado estadounidense y que ha denunciado y documentado ampliamente Eva Golinger.

Pero también en otro sector muy poderoso, como es el de los medios de comunicación privados, tanto impresos como audiovisuales, La oposición ya no tiene el mismo nivel de influencia que en otras épocas, por varias razones: en primer lugar, porque estos mismos medios han perdido credibilidad y muy poca gente les sigue en sus campañas mediáticas. La prensa opositora quedó muy mal parada con los eventos de abril de 2002 y el paro donde durante muchos días no aceptaban publicidad, lo que le mermó sus finanzas y también perdieron miles de lectores. Esto se evidencia cuando vemos las “rumas” de nacionales y universales y talcuales que se quedan fríos en los puestos de periódicos.. Igualmente ocurre con la radio y la televisión. Con la radio, el surgimiento de la radio comunitaria ha significado una nueva realidad en cuanto a lo que es el manejo de la información comunitaria y el desmontaje de campañas de desinformación opositoras y con la TV, sólo quedan Globovisión y RCTV, muy mermadas en su capacidad de influencia. Venevisión, Televén y las demás están volviendo a su programación regular y la información la cubren como antes.

Entonces qué le queda a la oposición?. Utilizar a los estudiantes universitarios, como ya lo hicieron cuando los movilizaron para la defensa de RCTV. La oposición se dio cuenta que allí tiene una población cautiva. Los años de despolitización, desideologización y desinformación que sobre esa parte de la población se ha ejercido, ha dado sus frutos, amén de la composición social de la población universitaria, tanto en las llamadas “privadas”, como en las universidades públicas, sobre todo las autónomas y las experimentales mas viejas (UNEXPO, UPEL, UCLA, entre otras). Es decir, la exclusión que durante dos décadas se practicó en dichas universidades trajo como consecuencia que a ellas, mayoritariamente ingresaran estudiantes de los estratos medios de nuestra sociedad, proclives a la banalidad, al consumismo y a las campañas publicitarias (tipo cervezas “light”). Estos estudiantes son presa fácil de la oposición en la actualidad. Sin reflexionar se lanzan contra la Reforma con consignas que para ellos no tienen sentido (pero que se las ponen de moda) como “libertad”, “autonomía”, cuando precisamente la reforma del artículo 109, les va a permitir el voto paritario en relación a los docentes y donde también se incorpora el voto de los trabajadores universitarios.

De tal manera que es una incongruencia su actitud hacia la reforma que no se explica, sino por los niveles de inconciencia de la mayoría de los estudiantes. Y así los vemos ahora, marchando, agitando, azuzados por veteranos de la violencia estudiantil como el minipartido Bandera Roja, por algunas autoridades y profesores irresponsables y por los medios como globovisión y compañía.

Las universidades son algunos de los últimos reductos que le quedan al oposicionismo. Andan soliviantando a los estudiantes, generando enfrentamientos con la fuerza pública, la cual no es muy ducha que se diga en esto de los derechos humanos y actúa como lo está haciendo hasta ahora: resistiendo embestidas provocadoras. Pero a la policía de pronto se le sale lo que siempre ha sido, un organismo represor y puede terminar una manifestación como siempre lo había hecho (Recordemos que la policía de hoy es casi la misma de hace 5 años). Eso es lo que quiere la oposición, envía a los estudiantes como carne de cañón deseando, suplicando, orando por un muerto para justificar cualquier acción, la de un salvador como Baduel que se alce, la de una condena de un organismo internacional, o la de que los estudiantes se lancen en venganza a incendiar la pradera, para que se desaten los demonios de la sociedad. A la oligarquía venezolana eso le daría una gran satisfacción.

Habría que ver la reacción del pueblo de ocurrir algo como lo descrito. Ojalá y ello no ocurra, pues hasta los momentos el pueblo está a la expectativa, observando. Va alegremente a las marchas que convoca Chávez y está construyendo su propio proceso en paz. Por ahora…

cecilperez@ucla.edu.ve


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Cécil Gerardo Pérez


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