La reñida victoria que obtuvo el archipiélago oposicionista el 2 de diciembre del caduco 2007, ha llevado a su dirigencia a adelantar las honras fúnebres del presidente Hugo Rafael Chávez Frías. Desde la madrugada del 3-D hasta la altura de esta línea, se han pronunciado o escrito los más insólitos y curiosos epitafios dedicados al comandante bolivariano. Como en los antiguos novenarios, se lanzan naipes, chocan copas y hacen chistes sobre el presunto difunto. O más que presunto, deseado.
Desde The Economist en la Gran Bretaña hasta el Nuevo Herald en la lúgubremente excitada Miami, los obituarios se suceden en una suerte de necrológico caleidoscopio. Más acá, en Venezuela, una oposición con un largo invierno de derrotas, ha sentido que la muerte viene en su auxilio y que la expiración del régimen es un hecho. La escuálida ventaja que sacó el 2D es un presagio, una señal de los últimos días. “El fin está cerca”, predicaba por el cantón de Petare el pastor Ledezma.
Los más precavidos, titulan que se trata “del principio del fin”, esto es, no extienden de una vez la partida de defunción. Algunos juntacadáveres más cursis, escriben del “crepúsculo de la tiranía”, en pleno mediodía y ejerciendo a plenitud su libertad de expresión. En este torneo de originalidad, otra pluma mortuoria lanza la especie astronómica del “ocaso de un mal sol”. Nunca se permitió tanta impunidad lingüística.
Los chamos manos blancas se fueron con todos los gastos pagos a las Europas. Allá denunciaron a la “dictadura” que impera en Venezuela y se regresaron, de lo más tranquilos, a disfrutar de las pascuas y año nuevo, sin que ninguno de los “esbirros” de la “tiranía” los estuviera esperando en el aeropuerto para llevarlos a las ergástulas. ¡Qué de cosas! La curiosa “dictadura” inició el último mes de 2007 reconociendo la victoria electoral de sus enemigos políticos y lo concluyó decretando una amnistía para los que quisieron derrocarla a sangre y fuego.
La muerte física es una cosa y la política, otra. De la primera se grita en las guarimbas y marchas pacíficas con incendios de bancos públicos, chaguaramos y patrullas. La aludió directamente un ex actor que detalló el fusil con mira telescópica y el comando israelí que vendría a ejecutar la operación magnicida. También lo hizo el pastor fascista Pat Robertson, asesor de Bush, quien dijo que la liquidación física saldría más barata que iniciar una guerra. De la otra muerte, la política, se habla y escribe desde el pírrico 2D. Se acabó el chavismo o por lo menos, sus días están contados.
Durante la pasada campaña electoral para la reforma de la Constitución, CNN se encargó de ejecutar mediáticamente al presidente Chávez. Debajo de la imagen del comandante bolivariano, colocó la frase: “¿Quién lo mató?” Luego, como tantas otras veces, ofreció excusas por su “equivocación”. CNN, con respecto al presidente venezolano, vive “equivocándose”.
Los resultados electorales del 2D provocaron fúnebres emociones y epitafios como arroz en la supersticiosa oposición criolla. Hasta un hombre incisivo como Manuel Rosales llegó a hablar del “cadáver definitivamente muerto del tipo”. Y es que los antichavistas se conceden licencia incluso para matar la lengua. A la altura de octubre o noviembre, meses electorales, no estaría mal que volvieran a ver aquella película de Alfredo Lugo, titulada “Los muertos sí salen”. Por primera vez el humor borrará las risas.
La proliferación de epitafios dedicados a Chávez evidencia un estéril deseo y una insuperable impotencia que impide torcer la realidad. Pero con los epitafios, se logra algo parecido a la euforia.
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