Stalin, alcalde, o la oposición desquiciada

Con motivo de la conmemoración del 23 de enero, Globovisión dedicó buena parte de la programación de ese día a reproducir y comentar el discurso que hace diez años pronunció Luis Castro Leyva en el Congreso Nacional. En particular, se detuvieron ampliamente en aquella parte del discurso en que el orador señala como una de las consecuencias nefastas de la antipolítica el haber implantado la creencia generalizada de que para gobernar no se necesitaba ni experiencia ni preparación alguna. De acuerdo a esto, cualquier ciudadano puede ejercer este cargo sin necesidad de talento o preparación particular.

En sentido similar podría recordarse el célebre impasse que se produjo en un programa de televisión en que Rafael Marín –Secretario General de Acción Democrática, en ese momento- expresaba su aspiración a la Presidencia de la República y, ante la sorpresa de Jorge Olavarría por semejante audacia, el gordo Marín preguntó retador: “¿Por qué no? ¿por qué yo no puedo aspirar a ser Presidente de este país?” Entonces, Olavaría, con una expresión de asombro en el rostro que no dejaba dudas, respondió de manera contundente: “¡Porque tú eres muy bruto, chico!”

Despreciando tan lúcidas enseñanzas, la oposición estimula hoy las candidaturas de jóvenes estudiantes a las próximas elecciones de alcaldes y gobernadores, con el sorprende y único argumento de que se necesitan “caras frescas”, -a todas estas no se sabe si la palabra fresco tiene la significación de “tranquilo” que tiene para los colombianos; o se trata dela frescura de los frutos recién cultivados o, simplemente, se refiere al sinónimo de la palabra descarado con que los venezolanos calificamos a las personas usurpadoras, sacadoras de ventaja sin razón y, sobre todo, sin vergüenza.

Por supuesto, la condición de joven no puede ser criterio para rechazar o descalificar una aspiración a alcalde. Pero tampoco es criterio para avalarla. Lo fundamental , en apretado resumen, es la comprensión que tenga de los problemas de la ciudad, el programa que proponga para resolverlos y la capacidad para organizar y dirigir los equipos de gobierno que puedan darle concreción a los cambios, en perfecta sintonía con las aspiraciones y proposiciones de las comunidades. Y es allí donde se le complican las cosas a Stalin González (aspirante a la Alcaldía Libertador), a Vanessa Acosta (a la Alcaldía de Baruta), a Carlos Vargas (a la Alcaldía de Cantaura), etc. Tengo la certeza que, surgidos de las luchas comunitarias, sobran dirigentes con un conocimiento profundo de los problemas de la ciudad y de sus comunidades que supera con creces al que poseen estos improvisados. ¿O es que piensan llenar sus deficiencias con discursos elaborados en Ars Publicidad? ¿De qué nos serviría unos alcaldes peleles, manejados a su antojo por asesores -en el mejor de los casos-, cuando no manipulados por thuanes veterados, especializados en la trampa y la estafa a los dineros públicos? Trágica disyuntiva la de la oposición: Jóvenes sin talento o viejos corruptos e incapaces.

Pero, hay más. La ubicación ideológica de los postulados es un asunto de no poca monta. Tendemos a minimizar este aspecto pensando con que basta con que el alcalde sea un buen conserje, eficiente y eficaz, que cumpla cabalmente con sus obligaciones. Pero ocurre que una ciudad es mucho más que avenidas limpias y cuidadas y hay diferencias importantes entre un alcalde orientado desde la gente y hacia la gente, contemplando los problemas de la ciudad en función de sus habitantes, de la recuperación de su ecología, el fortalecimiento del ejercicio comunal del poder y sus instituciones y un alcalde adorador del capital y la tecnología, de los inversionistas, defensor de intereses y privilegios de los poderosos. La gestión de uno y otro tendrá la marca de sus posturas ideológicas. En el caso de estos estudiantes, tienen como puntos negativos no sólo su ignorancia e impreparación –criterio suficiente para descartarlos de entrada-sino también atrasadas concepciones elitescas sobre la ciudad y una pleitesía y un amor reverencial al capitalismo.

Pienso que en el campo revolucionario no hemos comprendido cabalmente y a profundidad qué fue lo que pasó el 2 de diciembre. Pero, creo que la oposición ha comprendido menos y se maneja sobre ilusiones y espejismos que redundarán necesariamente en futuras derrotas e incertidumbres. ¿Realmente creen que estos dirigentes estudiantiles, fabricados a imagen y semejanza del guión elaborado por los medios de la reacción, tuvieron algo que ver con los resultados del 2 de diciembre? ¿Sus gestos teatrales, sus discursos escritos por publicistas, sus inconsistencias y cobardías fueron decisivos para motivar a los opositores al voto?

rhbolivar@gmail.com


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Rafael Hernández Bolívar

Psicología Social (UCV). Bibliotecario y promotor de lectura. Periodista

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