Falacias y mentiras de la oposición sobre las leyes habilitantes (1)

El 31 de Enero del año 2007, en sesión especial de la Asamblea Nacional, efectuada en la plaza Bolívar, por unanimidad, se dio al presidente Hugo Chávez poderes especiales para legislar en 11 ámbitos estratégicos. En esos momentos, el motor habilitante era uno de los cinco motores de la revolución. En aquel, momento, el “orador de orden”, el Vicepresidente de entonces, Jorge Rodríguez planteó: “¿Qué clase de dictadura democratiza el ingreso, invierte en las personas, en los ciudadanos, en salud, educación, vivienda, en alimentación? ¿Dónde han visto ustedes una dictadura así, por Dios?", y agregó: “la Ley sólo sirve para sembrar democracia, paz y socialismo.” No había ninguna carta debajo de la mesa. El programa de gobierno fue siempre democracia, socialismo y revolución bolivariana.

En aquel momento, la bancada de PODEMOS votó a favor de los poderes especiales al Presidente de la República para dictar decretos con rango, valor y fuerza de ley en distintas materias de interés nacional. Ahora dicen, junto a los tradicionales partidos de la oposición punto-fijista y golpista que la Habilitante es un “fraude a la democracia”. Toda la oposición canta al unísono el mismo guión: “fraude a la Constitución”. Poco a poco se ira perfilando, caso por caso, aspecto por aspecto, que puede o no contravenir una norma constitucional en el conjunto de las leyes habilitantes. He leído, por ejemplo, que en el caso de la Ley de la FANB el asunto no es que sea inconstitucional, porque no lo es, sino que atenta, al igual que la constitución vigente, contra el canon democrático impuesto por la visión hegemónica del Imperio. Un opositor derechista sincero. Ojala otros se sinceraran de la misma manera, como lo hicieron durante el “Carmonazo”. Se caerían muchas máscaras.

¿Quienes cometen un fraude a la democracia? Creo que quienes fueron elegidos para apoyar el proceso revolucionario, bolivariano, democrático y socialista, y luego del debate sobre la reforma constitucional, y sobre el PSUV, nunca pudieron trazar una política de izquierdas con perfil propio que no le hiciera el trabajo a la derecha, a los nostálgicos del 11 de abril, del “carmonazo” y del “paro petrolero”. Sencillamente, fueron engullidos por la derecha mediática, económica y política. Y ahora defienden a los grupos de poder económicos, mediáticos, ideológicos y sociales. Son simples grupos auxiliares de la derecha ideológica (Gramsci).

PODEMOS regresó al MAS sin Socialismo, sin los costos de asumir un discurso consistentemente socialista con relación al capitalismo venezolano. El salto hacia la derecha contra-revolucionaria es el peligro inevitable para aquellos que confunden las críticas necesarias a las debilidades, errores y extravíos de la revolución bolivariana, a la dirección política, y al propio Chávez; con el repliegue a los brazos del imperialismo. Este proceso de desprendimientos y desafiliaciones de la revolución bolivariana de manera total, sin matices y sin luchas internas por espacios de diversidad en la revolución nacional-popular venezolana, hacen explícitos que no hay un auténtico compromiso ideológico con el Socialismo. En nombre de la democracia liberal, sacrifican la posibilidad de construir el Socialismo.

Lo que esta en juego es un objetivo superior: el debate socialista, radicalmente democrático, una nueva democracia revolucionaria, no los cargos ni los espacios de poder, económicos o mediáticos. Si hay fallas en la democracia socialista, no se solventarán apoyando al fascismo, a las oligarquías, a los golpistas de siempre, ni al imperialismo. Es elemental.

Desde enero del 2007 se establecieron las áreas que planteaba legislar el Mandatario nacional, desde la transformación de las instituciones del Estado para la erradicación de la corrupción y el burocratismo, la participación popular, hasta la construcción de un nuevo modelo económico y social. No había cartas escondidas, el objetivo era la construcción de un proceso de transición al modelo socialista, humanista, bolivariano y democrático.

Quedaba claro entonces, que dicha Ley le daría potestad al Ejecutivo nacional para decretar leyes orgánicas y ordinarias. Y para esto, se asumiría el criterio del TSJ, cumpliendo con los extremos legales. Ningún fraude a la Constitución. Ciertamente, el tema de la Reforma Constitucional levanta polémicas. Lo que mas cuestioné de esta posibilidad fue no haber construido el proyecto de reforma desde abajo y desde la izquierda, un proceso con iniciativa popular constituyente. Se escogió la vía de la iniciativa ejecutiva. Error de concepción ideológica de una democracia socialista. Este es mi punto de vista.

Pero no podemos confundir leyes habilitantes con proyecto de reforma constitucional. Quienes los hacen, desconocen las diferencias sustantivas entre legislación política y procesos de reforma constitucional. A las leyes habilitantes se las puede criticar en sus aspectos específicos por vicios de inconstitucionalidad. También  a cada una de ellas se les pueden solicitar referendos abrogatorios. En esto consiste estar dentro de la Constitución. Pero ninguna disposición legal ni constitucional impide impulsar elementos de la reforma. Este es un juicio político. Solo el pueblo puede decidir si están o no en desacuerdo con cada una de las leyes. Pero el juicio popular del 2-D se hizo sobre un proyecto de reforma que difiere en aspectos fundamentales con el conjunto de las leyes habilitantes, incluso hay 11 leyes que no tienen nada que ver con la reforma constitucional, y menos con un Golpe de Estado. Freud diría, mecanismos de proyección.

Muchas veces olvidamos la historia. Desde el año 1961 hasta la fecha, tanto el Congreso Nacional de la Cuarta República como la AN han aprobado ocho leyes habilitantes, todas solicitadas por los diversos Presidentes. ¿Fraudes a la democracia? Una verdadera falacia mediática. Sin embargo, había diferencias. Históricamente, las 6 leyes habilitantes anteriores tenían como objetivo concentrar poder en el Ejecutivo para el beneficio de grupos económicos y políticos de poder, nacionales y transnacionales. En 10 años de revolución: ¿podemos afirmar lo mismo? Creo que no, la primera Ley habilitante de la revolución derivó en un intento de golpe de estado de la derecha y del imperialismo. ¿Pasará lo mismo con la segunda?

Ciertamente, el procedimiento habilitante concentra poderes en el Ejecutivo Nacional (y esto ocurre en todos los países donde existe este procedimiento), pero es un procedimiento legalmente establecido y regulado, con alcances y términos temporales establecidos. Yo comparto las dudas y la desconfianza hacia cualquier forma de concentración del poder del Estado, pero además hay que cuestionar no solo la concentración del poder político en la estructura formal del Estado, sino la concentración del poder económico, mediático, ideológico y social. Este es el verdadero meollo del tema de la concentración de los poderes.

Quienes hablan de pesos y contrapesos entre poderes, se quedan en la epidermis liberal del problema de la concentración del poder: hay otros monopolios de poder que hay que cuestionar radicalmente, sobre todo los que escapan al control democrático. ¿Controla la población a los oligopolios mediáticos? ¿Controla la ciudadanía a los monopolios económicos y a sus grupos económicos? ¿Controla el pueblo las decisiones de fuga de capitales y la especulación bursátil de los operadores transnacionales? Allí está la concentración del poder social capitalista. Pero esto no es, para las falacias mediáticas, “concentración del poder”. El Estado, ciertamente, es un factor de poder, pero los monopolios privados y transnacionales también lo son. Callar esta verdad es el verdadero “fraude a la democracia”.

Todo el poder para el pueblo organizado, no solo implica que el pueblo ocupe los espacios de poder de las estructuras del Estado, sino que el pueblo organizado desmantele los poderes fácticos de los monopolios en la “sociedad civil”: grupos de poder económicos, mediáticos, educacionales, ideológicos, transnacionales. De eso se trata la radicalización de la democracia, de democratizar la Democracia. De esto se trata el Socialismo.

También cabe democratizar el Estado, transformar el Estado, desburocratizarlo en función de servir de órgano de administración de beneficios para el pueblo. Debemos hacer críticas en este sentido, y las hemos hecho. No estamos de acuerdo con el Estatismo como vía de construcción del Socialismo radicalmente democrático, no estamos de acuerdo con una concentración de poder en el ejecutivo, sin una auténtica movilización correlativa del poder popular organizado, no creemos en Líderes infalibles ni en estilos de conducción Cesaristas, pero está en juego la posibilidad de transición al Socialismo. Queda claro, que no queremos repetir ninguna experiencia del socialismo burocrático, pero tampoco queremos que el Socialismo sea mucho menos que un tibio reformismo del capitalismo.

La contradicción antagónica principal en esta coyuntura no es hacer de las diferencias, algunas de ellas significativas, con la forma de dirección hegemónica de la revolución bolivariana, el eje central del conflicto político de la coyuntura. Es un problema real, pero no es una contradicción antagónica ni es la principal. Se trata de identificar el adversario principal; es decir, a quienes vienen demonizando cualquier alternativa socialista y democrática, con Chávez o sin Chávez. Son los verdaderos enemigos de cualquier formula económico-social de construcción de la transición al Socialismo, quienes constituyen lo adversarios principales de la coyuntura de debate de las leyes habilitantes. Con Chávez se avanza zigzageando hacia el campo de las izquierdas, del socialismo. Ciertamente, hay que luchar por los espacios de la democracia revolucionaria contra la burocracia y la derecha endógena. Pero, contra Chávez se avanza directamente hacia la contra-revolución capitalista y hacia la restauración de la democracia representativa. Quienes confunden el camino, se pierden. 

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Javier Biardeau R

Articulista de opinión. Sociología Política. Planificación del Desarrollo. Estudios Latinoamericanos. Desde la izquierda en favor del Poder constituyente y del Pensamiento Crítico

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