Acción Democrática en el pasado llamado “el partido del pueblo”, el mismo a quien Andrés Eloy Blanco le compuso un himno el cual comienza con la frase: “Adelante a luchar milicianos a la voz de la revolución”; fue en sus inicios una organización que se identificó con los sectores populares, de hecho su eslogan “Por una Venezuela libre y de los venezolanos” se convirtió durante 40 años en la voz de lucha que sostuvo el encantamiento al cual fue sometida nuestra población. Hoy día cuando ese dinosaurio de la política que es Henry Ramos Allup, sin contar con suficiente fuerza electoral, ha logrado imponerse sobre las demás organizaciones de la reaccionaria derecha nacional y en la llamada “unidad” de la oposición fueron favorecidos en las postulaciones los candidatos de AD, no nos queda la menor duda que andan tras las huellas de Luís Alfaro Ucero, el otrora caudillo que hacía y deshacía en la Venezuela de la IV.
Al ver tantos candidatos de AD impuestos por la maniobras de Henry Ramos Allup, enarbolando las banderas de la unidad pero sin ninguna o muy poca aceptación dentro de las apolilladas militancias de los partidos de la oposición, nos resulta risible otra frase del himno de AD: “Venezuela en Acción Democrática quiere ser democracia en acción…” ¡Que carajo! El poeta cumanés debe estar retorciéndose en el santo sepulcro y en contrario Alfaro deleitándose quien sabe donde, pues los cuervos que éste último logró criar ya están sacándole los ojos a sus compañeros de oposición.
En nuestro Estado Apure la cuestión es más peculiar todavía pues los seguidores de las pisadas Alfaro no solamente lograron sus objetivos dentro de la “Unidad de la oposición”, sino que también intentaron hacerlo dentro de las huestes bolivarianas y como no pudieron lograrlo, optaron por irse transitando una vía que han llamado “la calle del medio” (de la cual escribí en artículo anterior). Nuestros viejos definían muy bien esa situación con el aforismo: “el mismo musiuo con diferente cachimbo” o con el otro: “de tal palo tal astilla”. Bien ingenuos o pendejos seríamos los electores para ir a sufragar el día de los comicios por algunos de esos “encantadores de serpientes”, cuyas aspiraciones y ambiciones desmedidas les hace pensar y actuar con un individualismo execrante.
Si bien en el bloque de los bolivarianos o del proceso de transformación nacional no están todos los que deberían estar y quizá muchos de los que no están aportarían mayores elementos de acción y convicción revolucionaria, no menos cierto es que esta fase de liberación nacional debe ir decantando poco a poco el camino efectivo que conduzca hacia la transformación socialista. Es demasiado absurdo creer en aquellos que incumplieron un compromiso (que ellos mismo llamaron juramento) de respetar a quien saliera ganador pero una vez conocido el resultado salieron vociferando y actuando desmedidamente contra quienes resultaron victoriosos. Esos sujetos nunca cumplirán ningún deber y mucho menos responderán a una obligación o responsabilidad; su conducta es actuar al criterio personal, por tanto el sentido de trabajo colectivo y el centralismo democrático es para ellos una maldición nefasta que no estará en su código de conducta.
De los seguidores del ideario de Luís Alfaro Ucero e incluso de los que tienen el “síndrome de Caldera”, es decir, una exagerada manía de ser candidato a cualquier vaina, no podemos esperar nada ni pequeño, mediano y mucho menos grande significación para la construcción del futuro o las nuevas generaciones. Se quedaron ellos como los fósiles… enterrados totalmente, sólo que su sepulcro no es terreo ni pétreo, sino dentro de esquemas mentales anacrónicos que es peor. Actuaríamos cada uno como el mayor de los idiotas si pretendiéramos lograr algo socialmente productivo con tales sujetos; siempre la conseja popular nos recuerda que “a quien se pela la primera vez la concha le queda floja”, así que si no agarró disciplina la primera vez nunca más la volverá a tomar.
Que importante es conocer e interpretar la historia en momentos como los actuales, porque así podemos entender la razón por la cual están destinados a caminar juntos los seguidores de Alfaro, su conducta y proceder es la misma, aún cuando entre ellos existan ropajes blancos, verdes, amarillos, azules o vino tinto… elevando la voz y canto del himno adeco: “sin señor, sin baldón, sin tiranos. Por la paz, por la ley y por la acción”… y acompañando la procesión en el mismo sentido van los “rojos” de “la calle del medio” con el coro: “Adelante a luchar milicianos a la voz de la revolución”.
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