La oposición venezolana actual es una casta (o sea una lamentable especie) social cuyo origen no encontramos tanto en la rancia oligarquía mantuana como en la alienación capitalista (cultural) inducida desde hace medio siglo vía imperio con pequeñas recompensas y promesas de asimilación retardadas. Esto la ha hecho básicamente egoísta, ignorante, racista, miedosa, traicionera, irritada y ensoñada.
No soporta saberse minoría y rechaza por lo tanto el principio de la democracia, al cual considera indigno por incluir la voz y voto del "lumpen".
Desconoce mucho que no se trate del "último grito" de esto o aquello, e ignora lo próximo, lo cercano, lo simple, lo natural, lo humilde, lo franco, lo directo.
En lo personal se demarca en lo posible, y pugna por blanquear su raza —o mantenerla bien clara— allí donde el propio mestizaje pueda haber dejado la menor sospecha.
Padece de paranoia y angustias crónicas, y teme de su propia sombra como si fuera la de un chavista, o la de su propia "mucama", pero no a causa de la inseguridad propiamente dicha, sino porque sabe que vive en tiempos de conspiración y que "la cadena" es larga y sinuosa.
Usa de cuanto le sirve (o de cuanto tiene a disposición) como si se tratase de su esclavo, pues para ella la propiedad es la máxima expresión de la mismísima libertad. De tal culto a la pertenencia aprendió que cualquier medio "disponible" es explotable al máximo, y que por eso siempre todos los medios serán buenos para conseguir un fin (considerando como medio incluso a la traición).
La frustración de su "autoridad natural" ante un entorno desobediente (y ahora emancipado) desata a lo largo del día iras intermitentes en sus cienes.
Pero llega afortunadamente, como siempre, el instante en que de la aspereza de tales momentos se abre a destiempo una ventana en su torturado encéfalo y cae súbitamente en un blando colchón de esperanza, transportándose despierta por un prado de privilegios al cual su pequeña élite de amigos "conectados" le lanzan desde el Norte un cable de auxilio envuelto en centellas.
Se contenta. Sabe que son susurros, esperanzas y promesas:
"YA ESTÁ CUAJANDO LA CONSPIRACIÓN"
xavierpad@gmail.com
