Riesgos

En la medida en que arrecia la campaña política, por las elecciones próximas del 23-N, observamos, vemos y leemos, ya sin estupor, los dislates de la industria mediática criolla.

En prensa, hay dos medios capitalinos con PHD fraudulentos por distorsionar y tergiversar la realidad –lo hacen con tal cinismo que ni el Guasón–. La información se resiente y la verdad se empantana. En televisión, con bombos y platillos y todo lo que adereza al medio como tal, Globovisión hace lo propio. Compiten entre ellos para ver quién distorsiona más.

El tiempo, inexorable, discurre. A escasos 10 días para la contienda, la oposición luce confundida y sin rumbo por las razones sabidas de descalificaciones y rivalidades internas.

El movimiento estudiantil manos blancas se agotó. La organización 2D, encabezada por los dueños de medios, no cuajó ni arrancó. Pretendieron hacer como otros antes, sin ningún éxito, gabinetes de sombra.

Para atacar al gobierno bolivariano, la oposición ha tramado un sinfín de argucias: informes chimbos, por lo ilegítimos, del Parlamento Europeo. En la última semana revuelven el panorama nacional con el caso de Lech Walesa y los tres de la Europa del Este que vinieron con la "sagrada misión de liberar a los mil 300 detenidos políticos", según aseveran; sin conocimiento de causa, por supuesto.

Se pudiera hacer una interesante investigación de la cantidad de empresas fantasmas, expertas en mediciones, sondeos, estudios de opinión y otras menudencias, que han surgido en el fragor de la confrontación política de los últimos años. Al mejor estilo de Súmate, El Nacional del 9 de noviembre, despliega un estudio de Esdata (?) que acaba de diseñar "el primer mapa de riesgo electoral de Venezuela". La informática da para todo.

Se apela a mapas, cuadros, barras, y con la infografía se ilustra el peligro: niveles de riesgo, alto, medio y bajo; electores nuevos y control del Psuv de las mesas electorales son los dolores de cabeza, según Esdata.

Además hablan de las inconsistencias del Registro Electoral, todo con una prosopopeya falaz.

El fin último: crear desde ya dudas en la actuación del CNE y en los resultados de las elecciones próximas. La palabra riesgo ya había sido manoseada por la oposición: "la democracia está en riesgo", gritan.


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Asalia Venegas S


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