María Conchita Alonso y Henrique Salas Römer coinciden, entre otras cosas, en que el gobierno perdió la enmienda. La ex diva chilla que hasta las 5 de la tarde, sus fuentes de Miami le aseguraban el triunfo del NO, “entonces, ¿qué pasó?”. El ex gobernador carabobeño maneja unas cifras más sofisticadas o locas, de acuerdo con las cuales el chavismo sacó más votos pero no obtuvo la victoria, o sea. En todo caso, la actriz y el ex jinete del recordado Frijolito parecen motivados por la misma alucinación.
Lo que se perfiló el 15F como un proceso normal y rutinario, amenaza con provocar un terremoto en la oposición. La situación en cada bando refleja claramente quién ganó y quién perdió, por aquello de que la derrota es huérfana, como Anita.
El primero en abrir el pico post enmienda fue el alcalde Antonio Ledezma. Dijo que la oposición debe hacerse una autocrítica. No habló en primera persona, lo que indica que son los otros los que deben enmendarse. Advirtió que a los estudiantes hay que dejarlos libres y no intentar captarlos, es decir, dejarlos sólitos para él, no ve. Después tomó el relevo el neo-rapero Ramos Allup.
El secretario general de AD ofreció unas cifras post electorales que dan a su partido el mayor porcentaje de adherentes. Le sigue otro de la cuarta, COPEI, y luego sus derivados: Proyecto Venezuela, Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo y Podemos, en ese orden. Entre todos, suman el 15 por ciento. No es mucho pero es lo que hay.
Revelados estos guarismos, Ramos Allup fue directo al grano: “AD nunca repitió con candidatos perdedores; si no lo hicimos dentro del partido, menos lo vamos a hacer ahora con un perdedor de afuera”. Jamás a Manuel Rosales le habían hecho un retrato hablado tan fidedigno.
Ramos redondeó la faena citando su coincidencia con Ledezma en torno a los “impolutos” estudiantes. A tres semanas del referéndum para la enmienda constitucional, AD lanzaba sus cartas: “Manuel Rosales que se olvide; nuestro candidato es desde ya Antonio Ledezma”. Remolón, el alcalde mayor sonreía “de a pa´dentro”.
Ese mismo día, en la penúltima edición de El Mundo, el presidente de la FCU de la UCV, Ricardo Sánchez, quien durante el referéndum denunció que en una acción comando la Disip le robó un arroz chino, anunciaba que “me visualizo en la Asamblea Nacional”. Sin duda, la enmienda había desatado al caja de Pandora electoral. La “incontaminación” de los alumnos manos blancas sólo forma parte del truco publicitario. Ya Freddy Guevara es concejal metropolitano por Un Nuevo Tiempo; Goicochea director de la alcaldía mayor y militante de Primero Justicia; Stalin Gonzalez candidato a alcalde por el partido de Rosales y cada cual se va ubicando y alineando.
La revelación del año como jaracandoso, Ramos Allup, zorro viejo al fin, decidió no seguir haciéndole la cama política a viejos tracaleros y a pícaros imberbes. Aquí no hay inocencia, dijo, y tiró las cartas sobre la mesa. Antonio Ledezma, con ciertos eufemismos adecos, era el primer precandidato presidencial lanzado para el 2012. Ya Rosales, con los oídos cerrados, consideraba su candidatura un derecho adquirido; “a palabras necias –dijo profundo- ojos sordos”. A más de 40 meses del año de gracia, el viejo Salas Römer, con la teoría esotérica de que el No ganó en Carabobo aunque perdió, colocaba su nombre en la palestra.
La enmienda trajo estos vientos. La campaña mediática según la cual con el referéndum se aprobaba la “reelección indefinida” de Hugo Chávez, era desmentida por esta cantidad de entusiastas candidatos antichavistas. Tampoco se acababa la alternabilidad porque, de ganar uno de éstos desahuciados, la misma se cumplía. Todo lo demás era y es la sampablera desatada en la impaciente oposición, hoy amenizada con el changallup del triki traki.
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