¿Sabía usted estimado lector: cuál es el mayor orgullo de los barineses? Imposible, pero cierto: el mayor orgullo de los barineses no es Chávez ni lo que está pensando, tampoco. Mucho menos lo otro, que va camarita, usted está equivocado si alguna vez elucubró en su cerebro como devoto de san Isnardo de los Temporales, grandísima idiotez. Borre de su imaginación tamaña presunción y cuando esté en blanco y negro, acepte sin dar un paso atrás ni gaguear, que es el hato Caroní. Así de fácil como lo oye: hato Ca-ro-ní. ¿Y sabe el por qué? Simple y honrosamente desde hace 50 años, por allá por el año 58, lo adquirió en una licitación publicitada por el Gobierno de turno y el Banco Agrícola y Pecuario, nada más y nada menos que, el grandilocuente ex ministro de Relaciones Interiores del gobierno de Chávez, Luís Manuel Miquelena Hernández, exdirigente del Partido Comunista de Venezuela y, luego urredista para atrincherarse finalmente, como chavista traidor en el MBR-200.
Pero eso no es todo, porque ese fundo cuando lo compró –según él- era un peladero de burros silvestres, realengos en un desierto de sol y luceros perdidos con mucha tierra, en el que no existía algo que se pudiera comer en cualquiera de los dos mundos, animal y vegetal. Y vean ahora lo que es: un paraíso terrenal en toda su dimensión, gracias, a los conocimientos, en parte de un hermano agrónomo que, atrajo y aplicó las leyes de esa ciencia para aflorar la tierra con las botas puestas para dinamizar a la bendición y a la fuerza de las bondades del Estado por las habilidades de Miquelena: en un suntuario agreste como sueño y tesón patrio de un sindicalista pobretón que, jamás durmió con los obreros compartiendo los beneficios hasta donde lo cubriera la cobija de la hermandad, por lo que aislado y desorientado ha quedado por la complicidad de sus actos, no acordes con la personalidad de los hombres y mujeres que siguen transitando el camino de la humildad y a la vez tienen la dignidad de no lucrar, ni asociarse con testaferros y terratenientes en ese afán descomedido de bienes de fortuna, denigrando de la condición humana de aquellos que, perdidos siguen en la irracionalidad del capitalismo mal habido y que no ocupan el espacio del honor y la vergüenza de los revolucionarios que acompañamos al comandante presidente de la República Bolivariana de Venezuela en el proceso que actualmente lidera.
Antes mucho antes -no dice el año- en que Miquelena le vendiera el fundo a Tobías Carrero para que éste lo transformara en un hato de engorde de ganado, se celebró allí con la licencia de Chávez, el primer gabinete de su gobierno. Tampoco dice, qué trataron, lo que queda para la especulación, pero lo que sí es criticable es, como Chávez cayó tan inocentemente en las garras de Miquelena o sería por intermedio de la primera dama para ese entonces que complacía al abuelo en sus desmedidas peticiones de enlace entre él y Chávez y fue así que por componendas de él y ella, impusieron a Irene Sáez, la ex Miss Venezuela, como candidata a la gobernación del Estado Nueva Esparta, la que ganó holgadamente, sin la venia de los neoespartanos como candidata.
Hay algo más, más bondadoso y ruidoso que, Miquelena no pierde la ocasión para sacarlo a la luz pública con toda la mala intención y socarronería del caso que se presta a comprender como utilizaban al Presidente para sacarle el mayor provecho a sus prioridades internas para desnudarlo como persona a favor de los intereses particulares y grupales cercanos al ex ministro y la noticia fue que: Allí, en el hato Caroní se casó una de las hijas de Chávez. Cuál tampoco lo dice, no le interesa. Lo que él quería era demostrar que no había razón para actuar como se hizo, a no ser pase de factura o cobro de deuda, ¿cuál? No lo menciona. Pero sí nos dice que el Presidente está rodeado de incondicionales que le dicen sí a todo y, lo remata con: “Este socialismo no se lo compra nadie. Aquí lo que hay es un estatismo envenenado, absolutamente irreflexivo”.
¿Se acuerdan cuando fumándose un habano. Quién se lo traería de Cuba? -Preguntaba como un magnate caído del infierno IV-R. ¿Sociedad civil? ¿Y eso con qué se come?
Saque usted mismo sus conclusiones. Yo solamente refiero como decía mi abuela: “Nieto, dime con quién te juntas y te diré quién eres” y concluía: “Al que buen árbol se arrima buena sombra lo cobija”. Gracias a la paciencia y a la perseverancia del pueblo y a Deus, seguimos adelante sin la presencia de esas lacras en nuestras filas.
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