Mi cariño y respeto para el prof. Emir Amed
Exijo con toda la voluntad del mundo social como corolario a mi teorema de inquietudes que, no me fastidien los provocadores de oficio que camuflados como corderos de paz deambulan por el mundo, pisando de malas intenciones nuestros resabios, arraigados de por vida en nuestras almas rebeldes con conocimiento y razón de luchadores, entregados a las causas más extraordinariamente humanas por el bien de los “pobres” sin menoscabo del color de sus pieles ni de banderas que flamean hoy día de tristeza a la luz pública.
Estoy sí de huelga de hambre permanente por hambriento de verdades, pues, me han intoxicado con tantas mentiras sin pasión que sangrando de eufemismos he vuelto a mis andanzas riesgosas cuando personalidades “incompetentes”, pero premiadas de regocijos prematuros a su sentir, salen desaforadamente a pedir mi rendición condicional a sus provocaciones mediáticas, para que sus lívidas ideas de tinte colonialista, arraigadas en un capitalismo salvaje que devora al mundo con toda la arrogancia de lacayos y cómplices que, por miles nos acosan para mantenerse sin contemplación alguna en la cima del poder, manejando a sus antojos nuestras circunstancias de derechos y deberes.
¿Saben el leitmotiv de mi huelga de hambre permanente?
No. No, lo saben, porque me expongo a que los mequetrefes bien saturados de engaños caminen sobre la pasividad de mi testamento ideario, de mis ilusiones irresolutas como “el buen salvaje”, pendejo soñador de los tantos que se apilan en el planeta tierra, viviendo despojados y maltratados a cada instante por el pensamiento vil de los que dominan el Globo Terráqueo y nos persiguen para estrujar nuestras esperanzas en un orbe más justo y menos contaminado en que por igual contemplemos el sol y las estrellas y, jamás nos señalen lo que tenemos qué hacer, ni nos invadan con sus chatarras ociosas de incomodo, para perturbar las entrañas sagradas que por siglos hemos refrigerado con nuestra carga de silencio histórico.
Nunca más seremos silenciados con el relleno de sus caprichos que laten ocultamente en cada amanecer de sus relámpagos de tinieblas que como cargas negativas se van esfumando de nuestra vaga imaginación.
Si somos raíces aferradas a nuestros antepasados, hagamos que la dignidad de ser útiles no nos pervierta para seguir luchando por nuestros intereses mancomunados.
Derrotemos la complicidad de los que conviven con el olvido en que han sometido a sus países para desnudarse ante el imperio aterrador y ambulante de males, pervirtiendo la dignidad humana al asomo de una nueva inquisición.
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