¿Y por qué el miedo?

La oposición ni siquiera se renueva en sus ataques al proceso revolucionario y al presidente Hugo Chávez. Van a una contienda electoral y pretenden que el comandante como máximo representante del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y su seguidores se aten de manos, se tapen los ojos, cierren la boca y no piensen.

No hacen ni propuestas demagogas como en la IV República, cuando engañaban a la gente, sobre todo a esa que no sabía leer ni escribir, pero que actualmente participa del debate político con criterio propio, porque pasaron por las misiones educativas del Gobierno nacional.

Desde que Chávez asumió el poder en 1999 los adversarios no han hecho más que descalificarlo e intentar derrocarlo por los diferentes medios, sólo que se estrellan con ese muro infranqueable en que se convirtió la población revolucionaria.

Van a elecciones parlamentarias y lo siguen insultando y diciendo que no existe libertad de expresión en tanto arremeten por el verano, lo apagones, la inseguridad, el desempleo, el ajuste del bolívar, las confiscaciones de empresas, la crisis bancaria, la transparencia del CNE y ahora toman la restructuración de las circunscripciones para acusarlo de ventajista. Creen que con esas modificaciones se cambia la voluntad del pueblo, qué poca confianza tienen en su gente ¡y eso que pregonan un triunfo arrollador!

Hablan además de ventajismo con una actitud de asombro ¡qué cinismo!, cuando en la IV República casi votaban más los muertos que los vivos que hacían cola en los centros comiciales. Era tanto el descaro de las elecciones amañadas, viciosas y corruptas, que surgió la recordada frase “acta mata votos”, cuestión que se hizo una gracia, algo jocoso, de festejo, para celebrar esa viveza criolla que caracteriza a los políticos en los sufragios.

Los dirigentes de Acción Democrática, Copei y UNT se admiran porque el PSUV emplean mecanismos democráticos que le garanticen el triunfo como ¡debe ser!, mientras ellos siguen infructuosamente buscando la unidad, para después explorar las alternativas que les permitan una derrota honrosa, lo único que, en mi criterio, tienen seguro en los sufragios de septiembre.

A los opositores, ya el descrédito no les funciona en campaña, incluso, la gente está preparada para que luego de la derrota, digan que vieron una camioneta de Pdvsa, Corpozulia o Hidrolago, con unas cajas de sándwiches en el puesto del copiloto y el cajón repleto de personas rumbo a los centros de votación.

Aseguran que el “nefasto Gobierno de Chávez” les permitirá la victoria, sin embargo, se desdicen cuando actúan desbordados por el miedo ante la reestructuración de las circunscripciones dado el incremento poblacional.


(*)Periodista

albemor60@hotmail.com


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Alberto Morán(*)


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