No podemos cerrar los ojos ante los muy cacareados números que muestran algunas encuestadoras, más interesadas en hacer activismo político en contra del proceso bolivariano que en demostrar rigurosidad científica en su trabajo; pero que no dejan de reflejar algunas realidades.
Los últimos resultados electorales demuestran que las simpatías por el proceso bolivariano han disminuido, no tanto como se dice, pero sí de un modo preocupante. Sobran las razones para ello, pues bastantes torpezas hemos cometido desde cualquier posición que ocupemos en el proceso, algunos más que otros, por supuesto. Y bastante se ha dejado de hacer. Por ejemplo, viviendas. ¿Por qué no se han construido en las cantidades prometidas? Todavía no hay explicaciones.
Por otro lado, las cacareadas encuestas han sido realizadas en un momento particular: subida de los precios de artículos de primera necesidad, con autorización del gobierno. Con el agravante de que este incremento que afecta a la mayoría de los venezolanos, se da tras la salida de Eduardo Samán del gobierno y luego de truncarle sus aspiraciones de ser candidato a parlamentario por un circuito de Caracas, en el cual le tocaría competir con Darío Vivas (¿mera coincidencia?), a quien ya la militancia aplazó cuando hubo elecciones para escoger las autoridades del partido.
La mención del caso Samán no es por capricho; no, es que en la Misión Cultura tocamos en muchas oportunidades el tema de la postura cultural del individuo ante el discurso o la práctica hegemónico del opresor, el cual está presente en la educación, los medios de comunicación, la religión y pare de contar.
Es decir, un ministro rojo-rojito puede seguir convencido que el papel del Estado es garantizar que el empresario siga ganando lo mismo o más que antes, conservando sus lujos, así sea a costillas de los venezolanos oprimidos. Pero otro ministro, también rojo-rojito, puede tener la posición de defender a capa y espada los derechos de la mayoría, así el empresario tenga que comprarse un automóvil menos este año o deba viajar sólo dos veces en lugar de tres, al exterior.
Recuerden que quien presenta las propuestas de los “ajustes” de precios son los empresarios, allá el ministro rojo-rojito que se deja atrapar en el palabrerío, los números, las barras, las rayitas y los círculos del explotador.
Ah, el asunto es más serio para nuestros dirigentes cuando hay espacios, como la Misión Cultura, donde se dan estos debates y aprendizajes. Mientras la gente aprende, es más difícil de arrearla como una masa amorfa a seguir apoyando a quienes siguen de espaldas al pueblo.
Es lamentable que en un programa de VTV se pretenda despachar el asunto de la encuesta haciendo referencia a la reacción popular el 13 de abril del 2002. Considero que es una referencia fuera de lugar, para ello sólo basta mirar la vestimenta, el pelo y hasta la manera de hablar con el pueblo de muchos de nuestros dirigentes en vídeos de la época (2002), y compararlos con la realidad de hoy para darse cuenta que hay una distancia apreciable.
¿Estaríamos defendiendo hoy lo mismo que se defendió aquel abril?
A Diosa gracias, diría un buen cristiano, existe la oposición. Sólo con leer en Margarita al exalcalde Nano Ávila declarando que el PSUV anda en campaña adelantada porque el gobierno nacional va a resolver el problema del agua en la Península de Macanao, nos da una idea de lo torpe de la oposición.
O leer a Julio Borges escribiendo que Chávez quiere eliminar la propiedad privada de los venezolanos para él (Chávez) ser el propietario de todos, uno se siente tranquilo, pues ni los más furibundos antichavistas se sienten mofados por tales conclusiones.
Tanto es así que muchos consideran que en este país hay una oposición chavista, pues apenas abren la boca o escriben un artículo, Chávez repunta en las encuestas.
Y eso, de verdad, no es bueno para el proceso, pues no nos permite preocuparnos por ir mejorando desde el gobierno, y seguimos creyendo que el militante puede seguir siendo fiel a Chávez así no tenga casa, ni un buen empleo.
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