Como se sabe, el gobierno le entregó hace poco una concesión a una empresa canadiense para la explotación de los yacimientos de los ricos minerales del Arco Minero. Esta decisión ha originado encendidas controversias por parte de quienes ven en esa actividad una amenaza para el ecosistema. Sin embargo, esta actividad, realizada conforme a rigurosos procedimientos conservacionistas y bajo un estricto control por parte de las autoridades, podría desenvolverse sin ocasionar mayores daños, o por lo menos, de la magnitud que algunos han denunciado. Por otra parte, los daños que esa actividad extractiva pudiera ocasionar, no serían en todo caso mayores a los que la minería ilegal le ha venido ocasionando no sólo al medio ambiente sino también al patrimonio nacional. De allí que en vista de estas consideraciones, y de que también sería suicida seguir dependiendo exclusivamente de una industria que, como la petrolera, cada día se torna más inestable e incierta, no tengamos ningún inconveniente en expresar nuestra conformidad y respaldo a la extracción y comercialización de esos minerales.
Pero, supuesto, tenemos que aclarar que ese apoyo no puede ser incondicional. Nos parece útil y hasta deseable esa explotación siempre y cuando los recursos que de ella se deriven sean utilizados para la promoción y financiamiento de obras reproductivas; es decir, obras que devuelvan con creces lo que en ellas se haya invertido. Lo que no pareciera estar en los planes del presidente Maduro, ya que éste en dos oportunidades ha informado que el 6O por ciento de esos ingresos se destinarían al gasto social.
Por supuesto que no estamos de acuerdo con esto, pues lo consideramos una forma bien escandalosa y cuestionable de dilapidar, como ha sucedido con la gigantesca riqueza generada por el petróleo, no sólo valiosos recursos sino además una nueva oportunidad histórica de incorporarnos al concierto de las naciones desarrolladas del mundo, que es hacia donde deben apuntar nuestra aspiraciones como nación. Por eso, no estamos de acuerdo con lo expresado por Maduro. Y especialmente, con la forma tan simplista, tan ajena al interés nacional, de pretender hallarle una solución a la problemática social a través de pensiones. Lo cual ha tenido un doble resultado, porque mientras por un lado en nada ha contribuido a solucionar ningún problema de este tipo, por el otro le ha creado grandes dificultades financieras a la nación, dificultades que, como lo estamos viendo, lo está pagando muy caro el resto del país. La inflación, la depreciación del valor de la moneda, las colas y en buena medida el desabastecimiento, son plagas derivadas de esta forma tan alegre e irresponsable de administrar los dineros de la nación.
La inconveniencia de interpretar de esta manera las reales necesidades del país, de interpretarlas exclusivamente a través de lo social y no de lo económico, que es la base de donde se debe partir para la solución de los demás problemas, salta a la vista. ¿Por qué? Porque esta política del gasto social, tal como la ha concebido y ejecutado el gobierno, lo que hace es distraer cuantiosos recursos que muy bien podrían utilizarse para la recuperación económica del país, que es, sin duda, lo verdaderamente prioritario. Es esta la política que debía implementarse, y no esa que se basa en la utilización de la renta petrolera en actividades improductivas. Y ello por una razón muy sencilla: porque el que gasta o consume una renta en lugar de de invertirla o reproducirla, estará condenado a depender de ella para siempre . No habrá cambios en sus condiciones de vida. Seguirá viviendo con las mismas estrecheces con las que siempre ha vivido. Y eso, mientras pueda contar con esa renta, porque si la misma, a causa de imponderables que siempre ocurren, llegara a disminuir o desaparecer, como ha estado a punto de ocurrir con nuestro principal producto de exportación, entonces sí es verdad que debido a su injustificable imprevisión inevitablemente tendrá que sufrir grandes y penosas dificultades. El Presidente, lo que ha estado haciendo es poner la carreta delante de las mulas, por eso estamos como estamos y como continuaremos estando por mucho más tiempo.
De manera, que por esa vía, por la vía de malversar y derrochar sus recursos, Venezuela jamás podrá superar el atraso y el subdesarrollo. Seguiremos siendo por muchísimo tiempo más, un pobre y atrasado paicito. Una republiquita bananera que nada tendrá que ver con la nación grande y poderosa con la que soñó El Libertador. Esta es una de las cosas que más le hemos cuestionado a Maduro y a su gobierno, o más exactamente, al chavismo: la mala inversión de los recursos del país, los cuales han estado destinados a hacer caridad y no a promover el desarrollo, que es la manera más segura y estable, más digna y respetable, además, de lograr un alto índice el bienestar social y humano de toda la población. Es tan absurda e insensata esta política de colocar lo social por encima de lo económico, que francamente pareciera que no supieran qué hacer con el gobierno, que aparte de regalar dinero y pelearse con los factores productivos del país, no supieran hacer otra cosa.
De allí que haya que poner urgentemente en práctica la recomendación del Dr. Uslar Pietri en el sentido de que hay que sembrar el petróleo. Lo cual no significa otra cosa que la utilización de los recursos generados por las actividades extractivas para diversificar nuestra economía, para hacerla menos dependiente del petróleo; lo que a su vez, es la única manera de lograr y consolidar la independencia y soberanía del país. Es esto lo que debe figurar con carácter prioritario en la agenda bolivariana. Porque lo demás, las políticas basadas en la limosna y la caridad, es escamotearle antipatrióticamente al país las soluciones que su atraso y pobreza secular demandan y exigen.
Terminando este escrito, me entero de las declaraciones de Maduro en el que anuncia, como si se tratara de una gran noticia, que el 70 por ciento del presupuesto del año entrante estará dedicado al gasto social. Entendemos que esta política de Maduro, que tiende a perpetuar el atraso y el subdesarrollo del país, está inspirada en el legado de Chávez, un legado cuyos efectos y consecuencias son los que estamos viviendo en estos momentos. Con ello, no sólo quiere honrar la memoria de su líder sino además ser consecuente con sus postulados esenciales. Sin embargo, debe tener claro él y quienes lo acompañan en el gobierno, que al al tratar de ser consecuentes y leales con el legado del Comandante, están dejando de serlo con el legado del Liberador. Pues no es en un país como el que tenemos ahora, y que ha sido la obra maga del chavismo, con el que soñara y entregara su vida el Padre de la Patria.El Libertador soñó con una Venezuela grande, con una Venezuela próspera, digna de codearse en un plano de igualdad con las demás naciones desarrolladas del mundo; una nación capaz de producir y autoabastecerse de todos los bienes necesarios para una vida civilizada e independiente. Y no despilfarrando los recursos en obras de caridad, como se puede lograr ese gran objetivo. Así, pues, que preparémonos para una prolongación indefinida de la crisis y para un agravamiento y profundización sin precedentes de la misma.
P/S: Denuncian desde Colombia que en un pueblo de ese país murieron recientemente 20 niños por desnutrición. Lo que no tiene nada de extraño, porque debido a la gran pobreza que reina en ese país desgracias como esta se han convertido en un mal endémico, que no sólo sume a la mayoría de la población en una espantosa miseria, sino que además, debido al abandono gubernamental y al Tratado de libre Comercio firmado con los EE.UU., está diezmando a la población más vulnerable de esa sociedad como son los niños. Sin embargo, esa lacra que ocupa la secretaría de la OEA, o sea, Almagro, no pide la aplicación de la Carta democrática contra ese país, que hasta ha sido cuestionado por la Comisión y la Corte interamericana de derechos humanos, que ya es mucho decir, sino contra Venezuela, donde no existen fosas comunes ni niños muertos por desnutrición, como ocurre también en México. A esta asquerosa basofia humana van a tener que expulsarla de ese organismo si se quiere que el mismo recupere un mínimo de decencia y credibilidad.
. El problema del agua en Macaibo no sólo no se ha resuelto con el nombramiento de un nuevo presidente de Hidrolgo, sino que por el contrario se ha agravado hasta lo indecible. El racionamiento, que durante la administración anterior era de un día con agua y dos sin ella (1X2), se ha extendido a siete (1X7); es decir, una suspensión del servicio que provisionalmente se tuvo que adoptar mientras durara la emergencia surgida a raíz del fenómeno El Niño, esta nueva administración, pese a las torrenciales lluvias que han estado cayendo y que son verdaderos diluvios, la ha hecho permanente. ¿Por qué? No hay razones válidas para eso. Es más, no hay razones para que haya un racionamiento del preciado líquido que vaya más allá del 1X1 de Caldera. ¿Y entonces, cuáles son los inconfesables motivos para que se mantenga ese régimen inhumano?
Nota refrescante:
Atención Profesor Alexis Márquez Rodríguez
¿De dónde sale la expresión "se ponchó para indicar que un bateador ha sido puesto out al no poder conectar tres lanzamientos, bien porque los abanicó o porque le fueron cantado los tres striker reglamentarios? El surgimiento de esta expresión se remonta a la década de los 40 del siglo XX, cuando en las transmisiones de este deporte y particularmente en los juegos narrados por el inmortal Pancho Pepe Cróquer, se le hacía propaganda al ponche crema de Eliodoro González P. Bueno, esta expresión ha corrido con tanta fortuna, que ha adquirido carta de ciudadanía en todas las transmisiones del beisbol en la cuenca del Caribe. Y casi no hay ya narrador en esta área que no la utilice, incluyendo las transmisiones en español de los Estados Unidos. De manera, que por el uso generalizado de esta expresión en la descripción del mencionado juego, nada de extraño tendría que más temprano que tarde sea incluida en algún diccionario de la lengua castellana.
Pues bien, con gran satisfacción debo decir que ya el Diccionario de la Lengua Española la recogió y la define de la siguiente manera: "Ponchar, en el beisbol, eliminar a un bateador".