Caminando por las calles de mi pueblo a cada esquina me topaba con alguien que nos asomaba una conversa interesante. Biscucuy nos envuelve con su mágia, como todos los pueblos campesinos de esta patria grande, atesora millones de historias y secretos que deja escapar en el verbo pausado de sus habitantes que hacen de esta vida un mundo de esperanzas y de sueños.
Estamos heridos de muerte me dijo el primo Gerardo mientras degustamos una "lupulosa" bien fría para auyentar el inclemente calor de un verano ardiente que en estos meses cubren estás montañas que se miran teñidas de cenizas esparcida en sus lomas luego del abrazador incendio de las rosas que aguardan las entradas de las primeras lluvias para la siembra. Si paisano, andamos heridos de muerte y dando tumbos, estas montañas ya están calvas y en vez de cafetales se miran potreros desprovistos de los árboles que hasta hace poco proporcionaban agua y un agradable clima de montaña. En breves años estos ríos y quebradas que nos quedan serán solo recuerdos, hemos devastado estos montes para dar paso a la nada y al terror de sentir muy de cerca un abrazador calor sin agua de manatial que nos acompañe como en los tiempos buenos de vida holgada en nuestros bosques.
Todos estos caseríos que conforman nuestra geografía han sentido las pisadas del mounstro en que se ha convertido el ser humano arrazando todo vestigio de montaña para dar paso a la siembra bajo practicas irracionales con el uso de pesticidas agrícolas que lo envenenan todo. El café no es un cultivo ecológico por si solo, todo dependerá de las prácticas agrícolas aplicadas en su siembra y cuidados. Por eso urge la necesidad de retomar prácticas ancestrales de cultivo apegado a las técnicas agroecológicas como estilo de vida. El campesino debe ser el guardián de sus bosques y montañas solo así podemos salvar lo que nos queda de un mundo herido de muerte como dice el primo Gerardo.
Una propuesta se asoma en la conversa, Convertir al campesino en guardián de los bosques, retribuyendo su trabajo con una bonificación especial por su aporte al cuidado y protección de la montaña, creando así batallones y redes agroecológicas de hombres y mujeres a quienes se les proporcione la inducción y capacitación en áreas vinculadas a la vida natural que proteja y resguarde estos espacios como nichos de fauna y flora que proporcionen un valor agregado a la hermosa actividad de vivir y amar el campo que nos proporciona todo. Sustituir los bonos improductivos y parasitarios para convertirlos en aportes para el resguardo de la vida.
Significa retomar el flujo natural de la vida rural, ir desechando y sustituyendo aquellas prácticas inducidas del uso irracional de agroquímicos que envenenan las aguas, los suelos y a sus pobladores. Hay que emprender una ruta agroecológica que oriente el rumbo ya perdido. Por eso es necesario organizarnos, no en torno a diatribas políticas si no en cuanto a todo lo que significa nuestra vida en el campo. Es necesario reorientar las técnicas de siembra que consideren la preservación de estos mágicos espacios donde brota la vida por doquier negándose a dar paso a la muerte que el capitalismo ha sembrado entre nosotros. Y pensé pa' mis adentros, eso no es otra cosa que NATUCENTRISMO.