Unidad beligerante

El Presidente Chávez ha venido hablando insistentemente de la unidad. Ha pedido preservar “la unidad dentro de la diversidad”. También lo han hecho el PSUV y los demás partidos políticos de la revolución. Al igual que nosotros desde la Unidad del Poder Popular (UPP). Hay absoluta coincidencia en ello. Sin embargo, pareciera pertinente reflexionar sobre el carácter de la unidad.

La unidad no puede ser un simple enunciado. La unidad tiene que tener forma y fondo. En socialismo, y es la tesis que queremos exponer, la unidad no debería estar desvinculada del “debate de ideas”. La discusión, la crítica y la autocrítica son elementos esenciales del socialismo y de todo proceso revolucionario. Contribuyen a la formación del individuo. El capitalismo es la ausencia de debate. ¿Por qué? Porque no es posible “debatir” un sistema de privilegios donde unos pocos tienen el control de los medios de producción y donde los derechos humanos fundamentales sólo están al acceso de unas minorías. La explotación del hombre por el hombre no puede “debatirse” porque no podría sostenerse de manera argumental. ¿Qué hace entonces el capitalismo? Construye una poderosa maquinaria ideológica para manipular y moldear al ser humano a su conveniencia y para condicionar su comportamiento. Es decir, aliena al individuo. El “debate de ideas” del socialismo es el opuesto antagónico a la “maquinaria ideológica” del capitalismo. Bajo un sistema se lucha desde la “conciencia de clase”, en el otro se manipula desde la “falsa conciencia”.

Hasta ahora el PSUV se niega, de manera absoluta, al debate de ideas, a lo interno de la revolución. El manido argumento de que “la discusión pública le hace el juego a la oposición” se demuestra inconsistente cuando, precisamente, estamos contraponiéndole a la falsa “ideología capitalista”, el “debate de ideas”. En días pasados, reclamábamos que el Gobernador Rangel Gómez escribía largos artículos de opinión y no decía ni media palabra sobre la CVG, el Plan Guayana Socialista o el Control Obrero. Realmente, le estábamos poniendo un “mango bajito”. Sólo le bastaba escribir sobre esos temas fundamentales para dejarnos mal parados… Al igual que la palabra escrita, los silencios también son elocuentes. Nunca es tarde, cuando la dicha es buena.

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Reinaldo Quijada


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