En política ha sido costumbre la dedocracia, el dedo índice se alza y pone como candidato a un cargo, a quien uno, le dé la gana. Ello a veces es loable como estrategia o como cuestión de perspectiva, para aliñar algunos desguizados comportares de dirigentes o gerentes de la acción política.
Sin embargo, esta actitud en la cuarta y en la quinta se muestra como un comportar antidemocrático, venga de donde venga. La gobernación del Táchira, históricamente siempre ha estado en este camino.
¿Qué es el Táchira políticamente? El Táchira, región fronteriza, está conformada por una población, en donde el 70 % marca una actitud hacia lo rural, su población muestra melancolía por lo autárquico. El 50 % de esta población, del 70 antes nombrado, vive en la ciudad, con su corazón en el campo.
En las aldeas, en cada una de ellas, por 40 años siempre ganó COPEI. Este, llegaba a ellos a través de la iglesia, pero en nada cambiaba su pobreza. En el 99 el Presidente Chávez perdió en cada una de esas aldeas, pero ahora luego de 13 años de gobierno, por primera vez, la política suplantó la religión y en cada aldea, muchos de los jóvenes de 15 y 18 años, cree que la oposición es una cosa virtual; Chávez domina cada rincón.
Debe ser así, ya que sus padres cuarentones han sentido, que es el único que ha llegado con mecanismos funcionales que ha permitido sentirse dignificados.
Ante este mundo de lo rural y citadino, el Presidente se encuentra con un panorama político difuso, creado por él, por su manía dedocratica. Luego de haber asesinado políticamente, en el 2004, a una serie de dirigentes de las unidades de batalla electorales (UBE), dirigentes reales del sentir popular, impuso a una serie de bates partidos, como candidatos a concejales, alcaldes y diputados; cosa difícil le tocó a Ronald Blanco, lidiar con estos asilados políticos.
Sin embargo, como contradicción, los mecanismos de las misiones, dedocraticamente impuestos desde Caracas y acciones pragmáticas de Ronald, Chávez llegó y se internalizó en esta frontera sin fin, por siempre desamparada de la política oficial. Estos últimos mecanismos políticos, hicieron sueños, en una población eternamente campesina y fronteriza, lugar a donde, ni siquiera la iglesia, había llenado las necesidades humanas.
Esa población, nacida de lo autártico, ha dado profunda validez a las misiones y hoy hace que El Táchira votante, en un 50 % sea Chavista. Nos son más, porque los bates quebrados de nuestros diputados, no han hecho su trabajo, y no lo han hecho porque ninguno de ellos entiende de política y menos de procesos sociológicos. Pero el dedo de Chávez, nos los impuso por encima de los dirigentes de las UBE, estos últimos nacidos del fragor de la lucha del 2004.
A pesar de ello, los sectores campesinos, gracias a las misiones, mantienen una votación chavista por encima del 70 %. Ello no es suficiente para ganar en El Táchira, si hoy fueran las elecciones, el chavismo ganaría sólo en los municipios en donde el sector campesino es dominante, seis o siete, lo demás seria una aplastante derrota.
Ante este panorama político, el Presidente de la República, Presidente igualmente del PSUV, ha tomado la acertada decisión de nombrar candidato de El Táchira, a Tareck El Aissami. Duro panorama a levantar, pero fácil, si sociológicamente es asumido.
Dos alas le acompañan a Tareck El Aissami en este vuelo a tomar. Un ala fuerte del campesinado del Táchira y la otra, con un plomo pesado, que le impedirá movimientos, conformada por concejales, diputados nacionales y regionales desmañados políticamente.
Ante ello, Chávez, ha puesto a su mejor político. La dedocracia se hace entonces cuestión de perspectiva.
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Doctor